lunes, 23 de octubre de 2023

AUSENCIA, PRESENCIA Y POTENCIA DE LA MUJER EN EL AJEDREZ

 

 



Nota de Ajedrez Latitud Sur

El 18 de octubre de 2023 en la ciudad de Montevideo, República Oriental del Uruguay, se presentó el libro “Ajedrez, arte y cultura”, editado por el Servicio Central de Inclusión y Bienestar Universitario y la “Universidad de la República Uruguay.

Fue compilado por Esteban Jaureguizar, en el que participó Sergio Negri, editor de AJEDREZ LATITUD SUR, junto a los investigadores y escritores Diego Rasskin Gutman, Francisco J. Fernández, Pedro Redondo Reyes, José A. Garzón, Manuel Azuaga Herrera, José Luis Torrego, Mariano García Diez, Jesús Cabaleiro Larrán y Osmar Daniel Santoro.

En ese marco, Negri presentó un trabajo titulado “Ausencia, presencia y potencia de la mujer en el ajedrez», que aquí se comparte en su versión original y en su traducción al idioma inglés. (https://ajedrezlatitudsur.wordpress.com/2023/10/19/ausencia-presencia-y-potencia-de-la-mujer-en-el-ajedrez/)
 
 
Con mucho placer compartimos el trabajo de nuestro querido tocayo al que felicitamos por su fructífera labor.  Leer los trabajos de Sergio Ernesto es adentrarse en la historia del juego que nos apasiona, guiados por un especialista al que reconocemos sólidos y amplios conocimientos  y estricta rigurosidad histórica.  Todo esto acompañado de un estilo que atrapa al lector. 
 

Sergio Ernesto Negri
 
 
 
 
Investigador de la relación del ajedrez con la historia y la cultura, cuenta con múltiples publicaciones en distintos medios del país y del exterior, al tiempo que ha brindado conferencias sobre  los temas de su especialidad en diversos espacios.
Es coautor de sendos libros sobre la historia del ajedrez olímpico y argentino y de otras obras aún nno publicadas sobre el ajedrez y la mujer y el ajedrez y Borges.  Coeditor del sitio Ajedrez Latirud Sur publica regularmente en las revistas digitales españolas Jot Down Cultura y Jort Down Sport, así como en el sitio ChessBase.  Fue asesor de la muestra "Movimientos en Blanco y negro", desarrollada en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Integra el Comité de Historia de la Fide, es maestro Fide de ajedrez, y ha sido subcampeón argentino juvenil y semifinalista del campeonato nacional
 
 
 

"Porque el pasado sigue controlando cómo pensamos, cómo nos comportamos, a través de historias que la gente inventó hace siglos o hace decenas de miles de años. No nos tenemos que deshacer de todas ellas, pero tenemos que entender que son solamente historias inventadas por personas, no las leyes de la naturaleza ni la verdad absoluta. Entonces algunas historias son buenas y es bueno conservarlas, pero muchas de las historias que la gente inventó en el pasado -y todavía le da forma a nuestro comportamiento- son dañinas."

YUVAL NOAH HARARI, historiador y escritor israelí. 
(Entrevista en el sitio Amigos Argentinos de la Universidad Hebrea de Jerusalén
(https://huji.org.ar/), 20 de octubre de 2022).

Palabras iniciales


La participación de la mujer en el ajedrez, desde la perspectiva de la actualidad, tiene como rémora tiempos previos, incluso hasta bien entrado el siglo XX en los que, debido al predominio de los varones en este campo, ellas eran vistas, en el mejor de los casos, con cierta indiferencia. Es que su presencia en los torneos internacionales de fuste y en los propios círculos ajedrecísticos fue poco menos que marginal.

Pero, no siempre había sido así. Además, no hay ningún motivo de fondo para que ello sea así. Es más, en la Edad Media, en la que el juego hizo su acto de aparición siendo una actividad prototípica en las cortes europeas, las mujeres lo practicaban con fruición como pasatiempo, constituyendo el ajedrez, asimismo, un espacio apropiado para la socialización e interrelación entre personas de ambos sexos.

En la Edad Moderna, se verá, en cambio, al fenómeno de su creciente marginalización, que sólo comenzará a revertirse a partir de finales del siglo XIX, muy tímidamente primero, con más enjundia a partir del XX y hoy, como un asunto absolutamente relevante.

Con todo, el horizonte de equidad está lejos de alcanzarse. Por otra parte, con el fortalecimiento de una mirada que pone el acento en los géneros, con nuevas variantes de la sexualidad, quizá estemos entrando en un escenario de mayor complejidad, donde la problemática de la mujer en su vínculo con el ajedrez deje de ser un asunto per se o al menos el único al que prestar especial atención, dada la dilución de los tradicionales esquemas binarios en el marco de la fluidez de los géneros.

En todo caso, en este trabajo procuraremos hacer algo de historia sobre esta cuestión, aunque, por razones de extensión, sólo aportaremos algunas claves para un análisis más omnicomprensivo. Siguiendo las palabras de Yuval Noah Harari del epígrafe, aunque se haga aquí algo de historia, admitimos que entraremos en el terreno de la invención. Y, siguiendo su consejo, procuraremos no hacer daño. Por el contrario, creemos que, al elegir este tema, ingresamos de lleno en el plano del reconocimiento del rol femenino en el ajedrez, habida cuenta de que no existe ─así lo pensamos─ impedimento alguno para que la mujer formen parte del universo del ajedrez en idénticas condiciones que lo sucedido en cuanto a los varones.

Presencia femenina en las leyendas del ajedrez


El ajedrez nació por evolución desde versiones previas de diversos juegos surgidos en Oriente, lo que seguramente ocurrió en algún momento de la Ruta de la Seda en un tiempo indeterminado. El momento exacto de su origen queda inevitablemente oscurecido en la niebla de los tiempos, por lo que suele acudirse a leyendas acerca de su invención. Y, en algunas de ellas, se advierte presencia femenina.

En efecto, acudiendo a la figura de la Mater Dolorosa, ésta ha imaginado a una reina india muy apenada por la muerte de uno de sus hijos en un enfrentamiento con su hermano. Se le ofreció el ajedrez para representar la batalla pensando que, de ese modo, descubriría que no hubo fratricidio y encontraría el debido consuelo.
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En el relato del origen del ajedrez birmano, el historiador inglés Harold James Ruthven Murray (1868-1955) indica que habría sido inventado por una antigua reina con el propósito de entretener a su marido, el rey, para mantenerlo en su mejor forma y alejarlo sabiamente de los peligros de las guerras reales. Otra vez, la mujer muy presente. En aquella historia, como sufriente; ahora, en tanto protectora.

El lingüista escocés Duncan Forbes (1798-1868) menciona sendas poderosas reinas orientales que pudieron haber sido paradigmas para la aparición ulterior de la pieza respectiva: Semíramis, que según el mito fue soberana de Asiria (en épocas tan contradictorias y distantes como los siglos XXI y IX a.C.) y Zenobia de Palmira (siglo III a.C.).

Cuando se intenta hurgar en el pasado tratando de descubrir otros nexos el ajedrez con figuras femeninas, se suele apelar a una sugestiva imagen que tiene como protagonista a la reina egipcia Nefertari (siglo XIII a.C.), "Gran esposa real" del faraón Ramsés II, en la que se la ve practicando un juego de mesa que incluye figuras con formas figuradas. Se trata del senet antecedente en cierta medida de todos los juegos de tablero ulteriores, que poseía un gran sentido metafísico al estar asociado con el tránsito escatológico.

Figura 1.
Nefertari jugando al senet.
Tumba de Nefertari en el Valle de las Reinas, Luxor, Egipto, pared sur.
(Fuente: http://amigosdelantiguoegipto.com/)


Otro relato ficticio indica que la emperatriz Irene de Bizancio o Atenas (752-803) le regaló un juego a Carlomagno (c. 742-814), que incluía una pieza de la reina con movilidad ampliada. El emperador franco, asustado por ello, no aceptó el convite de realizar esponsales para unir los Imperios de Occidente y Oriente.

En otro hecho, en este caso verídico, que tuvo a la emperatriz como protagonista, se aprecia en una carta dirigida al califa Harun al-Raschid Ibn Mahdi (765-809) por parte de Nicéforo I (765-811), sucesor de Irene en el trono, quien le cuenta: "La emperatriz, cuyo lugar he ocupado yo, os consideraba una torre y a sí misma como simple peón, por lo que se sometió a pagaros un tributo doble del que debería haberte sacado de vos".

En la clásica historia sobre la bella princesa Dilaram, atribuido al ajedrecista árabe al-Lajlaj (900-970), se habla de la favorita de un visir que presencia una partida de shatranj (versión antigua del ajedrez), en la que su esposo había decidido, como era usual en aquellos tiempos, apostarla en caso de derrota. Al advertir el peligro que corría su amado en la partida, ésta le recomienda en señal de socorro "Sacrifica tus dos torres, y no a mí", una secuencia de juego con la que se impone el compulsivo apostador quien, de este modo, conservó la dignidad del triunfo y a su preferida.
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Figura 2.
Recreación de la leyenda de Dilaram, obra de la artista rusa Ludmila Gavrilova.
(Fuente: https://artgavrilova.ru)

 
Adscribe a esta taxonomía legendaria sobre el sabio consejo femenino el caso de la reina Isabel I de Castilla, "la Católica", (1451-1504) quien le indica al rey Fernando V de Castilla y II de Aragón (1452-1516) cómo derrotar elegantemente en una partida al almirante Fonseca. Se gana la soberana, entonces, el favor del monarca, quien termina a aceptando otro consejo, uno que marcaba a su país rumbo de navegación hacia el oeste, para llegar supuestamente a las Indias. Así, gracias al ajedrez y a la Reina, se descubrirá América.

En xiangqi chino, antecedente o al menos primo hermano del ajedrez de tono milenario, mucho antes se podía apelar al Shuo Yuan ("Jardín de las historias"), un texto que se cree fue presentado al rey Liu Xiang (77-6 a.C.), en el que se incluye la siguiente referencia: "Meng Changjun jugó al xiangqi y bailó con la señora Zheng".

El juego, y a esa señora, también se los mencionan en otro registro antiguo, el Shi Ji, en el que Yong Men Zhou, del reino Qi, expresa a Meng, su circunstancial interlocutor: "¿Cómo puedes estar triste mientras juegas xiangqi y bailas con la señora Zheng?"; y, como de tiempos de guerra, agrega: "Tanto los reinos de Zhou como los de Qin se expanden a diestra y siniestra. Independientemente de quien gane, la tierra de Xue estará condenada. ¿Y estás con ganas de al xiangqi y bailar?". Ajedrez, baile y buena compañía femenina parece que estabnr estado contraindicados, en tiempos en los que había otras prioridades que se debía atender desde el poder.

Mujeres como diosas, diablos y en culto mariano


Se dice que el filósofo griego Pitágoras (571-495 a.C.) afirmó: "Existe un principio bueno que ha creado el orden, la luz y el hombre, y un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer". Con la influencia griega en la cultura occidental, esta clase de conceptos, que asociaban el pecado, lo diabólico y lo prohibido con la figura femenina, ejercerían una influencia ulterior importante.

Por eso, no habría de extrañarse de que, al formularse en tiempos modernos
3 una leyenda que tenía como centro al gran ajedrecista Paolo Boi (1528-1598), quien se lo presenta en el flanco de una iglesia de Calabria una mañana del año 1570 enfrentándose al mismísimo diablo, éste fuera recreado con ropajes femeninos4.

Figura 3.
Paolo Boi contra el diablo (vestido de mujer).
Dibujo de V. Barthe, 1936, Les Cahiers de l'echiquier français.
(Fuente: https://fr.wikipedia.org/)

Si la mujer podía ser el demonio, también cabría que adquiriera la categoría de diosa, condición en la que afortunadamente de perdurar. Al filólogo inglés William Jones (1746-1794) se le debe un notable poema titulado Caissa, escrito en latín, inspirado en los Scacchia ludus, versos del italiano Marco Girolamo Vida (1485-1566), donde se presenta a una ninfa de ese nombre (en la lengua original, Kaissa5) que es cortejada por el dios griego de la guerra, Ares. Como la dama en principio lo rechaza, el galán busca la ayuda del dios del deporte, Hermes, que crea el ajedrez a los fines de que sea regalado a la pretendida para ganarse sus favores. Ella habrá de ser ungida como diosa del ajedrez6.

Figura 4.
Caissa, en pintura, se atribuye a Domenico Maria Fratta (1696-1763).
(Fuente: https://commons.wikimedia.org/)

Dentro de la línea de la Mater Dolorosa a la que ya nos referíamos antes, podría añadirse el predicamento medieval de la difusión del culto mariano y cómo se vinculó al ajedrez. El monje francés Gautier de Coincy (1177-1236) presentó su poema Miracles de Notre Dame ("Milagros de Nuestra Señora") en los que se advierte la lucha del Bien y del Mal en clave ajedrecística y, en ese contexto, quien asesta el jaque mate es una pieza de la reina representada por la Virgen María, la Reina de los Cielos.

En la misma sintonía se inscribe el poema De vetula ("La vieja dama"), que fue en un tiempo atribuido a Ovidio (poeta contemporáneo de Cristo), pero que se le debería al filósofo y trovador francés Richard de Fournival (1201-1260) en el que, al explicarse el movimiento de las piezas de ajedrez a la reina, a la que en principio muy castamente se llama virgo, se la presenta desplazándose oblicuamente y se la asocia con el planeta Venus. Se tildada de agradable, amorosa, nada virgen por cierto y, además, algo orgullosa
7.

El ajedrez, en estas prístinas visiones, evidencia la concepción teológica de la redención, siendo la propia María, la que puede llegar a propiciar la salvación humana. Una mujer, santa o diosa, tan vinculada al ajedrez. Y muy alejada de la imagen diabólica de quien lo jugaba tan bien al punto de haber podido de vencer al legendario Boi.

Una Edad Media de tono ajedrezado y femenino


Versus de Scachis ("Versos de ajedrez") es un poema en latín de finales del siglo X donde por primera vez se menciona la pieza de la reina (regina), en perfecta consonancia con la aparición de figuras femeninas con poder en las cortes europeas. Surge en el corazón del Imperio Romano Germánico siendo esposas de los emperadores Otón I y II, Adelaida de Italia (931-999), y la bizantina Teófano Skleraina (c. 955-991), no sólo las protectoras del monasterio de Einsiedeln, donde se produjeron y hasta el día de hoy se conservan los respectivos manuscritos sino, como asegura la historiadora Marilyn Yalom, probablemente, las musas que inspiraron la aparición de una pieza con rostro de mujer

Pieza que vino a reemplazar en todo caso al del visir, el consejero de los soberanos orientales
8, lo que dio cabida en Europa a un fenómeno más comprensible en Europa donde, además del poderoso rey, en las cortes había reinas muchas veces también poderosas, ya sea por regencia, por ausencia de los consortes, o por su propio peso. Y el Ajedrez tenía que saber reflejar este esquema de poder.

Es muy probable que la notable Leonor de Aquitania (1122-1204), reina sucesivamente de Francia e Inglaterra y protectora de la cultura, jugara al ajedrez; y también que, mucho antes, la reina Toda Aznárez de Pamplona (885-970), llevara el juego a su región desde los territorios vecinos dominados por los árabes.

El ajedrez pasó a ser, entonces, en uno de los pasatiempos favoritos en las cortes, donde las mujeres lo practicaban sin ningún tipo de discriminación y con entusiasmo. Jugaban entre ellas, en situaciones familiares o, incluso, como excusa para un intercambio con varones que fructificara o posibilitara situaciones amorosas. Las largas partidas (el ajedrez era muy lento en aquellos primeros tiempos) permitían perfectamente un clima de mayor intimidad.

Los juglares cantarán al amor, a la pareja, a la mujer y al ajedrez. Los retratos son contundentes en cuanto a personas de ambos sexos disputando el juego en las cortes, como en el precioso libro
9 de Alfonso X de Castilla, "el Sabio" (1221-1284), o en el Codex Manesse alemán del siglo XIV10.

Las historias de caballería incluían situaciones en las que el enamorado rescataba a su amada prisionera en una fortaleza ganándose la confianza del cancerbero jugando al ajedrez y, cuando ambos eran detectados, defendíendose con las piezas y el tablero en forma de proyectiles y escudo
11. La bizantina Anna Komnenos (1083-1153) y la poetisa María de Francia (1145-1198), serán las primeras escritoras en mentar al ajedrez en obras literarias, histórica en el primer caso, y de ficción en el segundo.

Ya en forma de parábola, se la ve a una dama siendo perdida tras una partida disputada por un caballero contra la fortuna, para dramatismo de la situación y desconsuelo del enamorado, en el así y y tan hermoso "El libro de la Duquesa" que se le debe al padre de la literatura inglesa, Geoffrey Chaucer (c. 1343-1400), en una clara sinécdoque de la mujer con la pieza de la reina
12. Giovanni Boccaccio (1313-1375) mostrará en su "Decamerón" a hombres y mujeres jóvenes de ambos sexos jugando al ajedrez en su retiro fuera de Florencia, escapando a la peste y divirtiéndose, en un erótico contexto en el que el juego forma parte de las diversiones. Asimismo, el personaje de la narradora Scheherezade de "Las mil y una noches" del mundo oriental mentará en varios de sus relatos del ajedrez.

En el probablemente mayor éxito de difusión literario de la época, si se excluye la Biblia, el Ludus Scacchorum ("Juego de Ajedrez")
13 de Jacopo da Cessole (1250-1322), en donde se registran los sermones del fraile que operaban como parábola de comportamientos sociales, se aprecia el uso del ajedrez como esquema conceptual que representaba a la sociedad. Allí se dan abundantes precisiones técnicas sobre el juego. A la pieza de la reina se le dedica un capítulo específico como prueba de su apabullante inclusión14.

Figura 5.
Imagen de la reina y el rey, Ludus Scacchorum, de Jacopo da Cessole.
En: The Book of Chess by Jacob de Cessolis (2008), Nueva York: Italica Press.
(Fuente: https://ajedrezlatitudsur.wordpress.com/)

Pero la pieza de dama también fue crecientemente contemplada en otras geografías. En Francia, como ya se ha visto, vinculándola al culto mariano. Y también en Inglaterra, en textos como De Rerum Naturis ("De la naturaleza de las cosas") de Alexander Neckam (1157-1217), un tratado filosófico y de tono moral15, donde no se dejará de plantear el dilema ético sobre la posibilidad de la bigamia o la poligamia16 (por la coronación de los peones), o de transexualización (el masculino peón convertido en la femenina reina). Dilema, que se resolvió dándole otro nombre al peón coronado: ferzia, muy emparentado fonéticamente con los orientales farzin y firzan con los que se ldenominaba en la cultura oriental al visir17.

A España, quizá por influencia de la cultura musulmana cuyo poder cayó en la Península sólo en el siglo XV, como en su ajedrez la pieza femenina seguía sin existir, vemos que la evolución de visir en reina se dio previa la aceptación de la aún masculino "alferza" (jefe de los estandartes reales) y que, cuando la reina apareció en coincidencia con la expulsión del invasor, en un proceso cultural muy correlacionado desde lo temporal con la figura de Isabel la Católica, se la dotará rápidamente del movimiento ampliado, como sucede en el poema anónimo valenciano que se lo suele datar en 1475 (aunque podría ser posterior) Scachs d'amor, muy probablemente en el texto perdido en ese idioma de Francesch Vincent (1450-1512)
18 de 1495, con toda certeza en el libro de Lucena19 de 1497 publicado en Salamanca20 y, en igual sintonía, con el texto de Luca Pacioli (1445-1517) que incluye imágenes muy posiblemente debidas al genio de Leonardo da Vinci (1452-1519), y con el De Ludo Scachorum que aparece en Italia, en un momento algo impreciso de finales del siglo XV.

En todos ellos, exclusivamente o incluso registrando partidas bajo el esquema anterior con la dama y también el alfil, y sin los movimientos ampliados que desde ahora se habrán de reconocer uniformemente; se dará el inicio de la etapa moderna del ajedrez, de su dinamismo, de su universalización; en suma, del juego que hoy nos cobija y apasiona.

Y las reinas comienzan a aparecer en los diseños de los sets del juego, existiendo hallazgos muy tempranos desde los comienzos del segundo milenio, en particular, en la tradición nórdica, incluida la Inglaterra dominada por Guillermo el Conquistador, aunque también en expresiones que provienen de Italia, Francia y Alemania; pero no así en una España que aún no la reconocía. La mayor expresión, que desde luego está lejos de ser la única, son las hermosas piezas de Lewis halladas al oeste de Escocia, en la isla homónima; corresponden al siglo XII cuando las reinas son presentadas con toda claridad y con una sugerente mueca de asombro en sus rostros.

Figura 6.
Fragmento de reina en los juegos encontrados en la isla de Lewis (Escocia, Reino Unido).
Museo Británico.
(Fuente: https://www.britishmuseum.org/)


No es casualidad que ese dinamismo renovado que adquiriría un juego que estaba entrando en un estado de anquilosamiento por su su extrema lentitud y su falta de adaptación al mundo de las nuevas ideas que empezaban a dar en busca de la modernidad, se debiera a una mujer, a la pieza de la reina (o la dama, como se la conocerá, preferentemente en los países latinos), en su forma empoderada. La mujer, esa que había estado ausente en las versiones orientales, apareció entonces en Occidente.

Se trata de una pieza con rostro de mujer que permitía un mejor reflejo de la sociedad medieval y que hacía más factible la asociación del juego con la metáfora literaria y artística. Una pieza que se haría notar, con su poder de seducción, de revolución, de agresión ,de protección, ganándose un espacio que será definitivo.


Paradoja moderna: presencia en el tablero y ausencia social


Ya en el Renacimiento, época en la que se apuesta a un mayor individualismo, la mujer será algo más reconocida, siempre poniendo el foco en lo que ocurría en el mundo occidental, ahora integrando a América, ponderándose especialmente las cualidades prototípicas de pureza y honestidad. Sin embargo, su desempeñó siguió concentrado ámbito íntimo, sin que tuviera acceso a espacios sociales más amplios y sin el ejercicio pleno de los derechos plenamente ejercidos por los varones.

En tiempos sucesivos, irían a gestarse los Estados nacionales y a difundirse los valores del capitalismo centrados en el trabajo y la producción, dentro del marco de procesos preindustriales e industriales en el contexto de un modelo de acumulación.

El varón, en esta situación, en tanto fuerza laboral, tendrá protagonismo (como antes los caballeros y guerreros y, antiguamente, cazadores y recolectores) mientras que la mujer seguirá en un segundo plano.

Algunas damas podrán tallar, más bien hacia el siglo XVII, en los salones de palacios, haciendo gala de sus conocimientos culturales y, algunas veces, por su cualificación para las intrigas políticas o cortesanas, a las que podrían aficionarse disfrutando de más tiempo de ocio que aquellos. Algunas, por supuesto, como antes, podrán llegar a ser reinas prominentes y ser aficionadas al ajedrez, como María Estuardo, reina de Escocia (1542-1587), e Isabel I de Inglaterra (1533-1603); dándose un caso especial de relevancia a finales de la Edad Moderna con Catalina II, "la Grande", en la Rusia imperial, coincidiendo con la popularización en ese territorio de la aceptación de la pieza de la reina en sustitución del viejo visir.

En 1575, en las proximidades de Madrid, tiene lugar el primer torneo internacional en el que no se apreciarán mujeres. Tampoco ellas se destacarán en un juego que, a partir de ahora, iba dejando de ser estrictamente social para formar parte del espacio de las competencias y de los viajeros que lo practicaban a fin de que les sirviera de sustento, como en el caso italiano del Il Greco en el siglo XVII. Las mujeres permanecían en sus hogares, por lo que no ingresaron en los crecientes circuitos competitivos, y el ajedrez continuó siendo sólo parte de su intimidad.

Y aquí vemos el centro de la paradoja de esta época. Si la Edad Media estuvo lejos de marginarlas, la Edad Moderna los aparta del escenario. Y si hubo que esperar a bien avanzado el Medioevo para que un pieza de rostro femenino ingresara en el universo de los sesenta y cuatro escaques, y virtualmente a su finalización para que se empoderara ese trebejo, no ocurría lo propio en una Edad Moderna que parecía olvidarlas.

A lo sumo, se las verá vinculadas con expresiones de la cultura, por ejemplo en la pintura, con la renacentista Sofonisba Anguissola (1535-1625), quien retratará a sus hermanas jugando al ajedrez. O en relatos escritos como, por ejemplo, "Camino de perfección" de Santa Teresa de Ávila o de Jesús (1515-1582), en la "La Tempestad" de William Shakespeare (c. 1564-1616)21, o en "Mujeres cuídense de las mujeres" de otro gran dramaturgo inglés de la época, Thomas Middleton (1580-1627), y en algunas de las tantas obras de un Lope de Vega (1562-1635) convertido en un fénix del ajedrez que incluía desde luego a la mujer en esos contextos. 

Figura 7.
Lucía, Minerva y Europa Anguissola jugando al ajedrez, 1555, Sofonisba Anguissola.
Museo Nacional, Poznan, Polonia.
(Fuente: https://www.arthistoryproject.com/)

La mujer reducirá en su calidad de pieza de la reina dentro del tablero. Su movilidad ampliada, sin embargo, despertará suspicacias y revolucionará el ajedrez que podrá llamarse "alla rabiosa" en Italia o "de la dame enragée" en Francia, denotando su carácter enojado rabioso (quizá al no ser debidamente comprendida en sus deseos de hacerse notar).

Con todo su valía, a diferencia del insustituible rey, la reina podrá ser capturada, lo que ahora era muy posible; ya que, dada su agresividad, salía “de casa" ¿con demasiada? frecuencia y en la muy habitual circunstancia de que pudiera ser sacrificada a fin de que el jugador obtuviera un objetivo superior ( el de ganar la partida), po lo que podía desaparecer del juego, que estaba condenada a cseguir tal vez extrañándola o, más crudamente, agradeciéndole los servicios prestados, esos que posibilitaron la continuidad de la partida.

En cambio como persona, fuera del tablero, la mujer quedará confinada a ámbitos caseros, siendo excluida de la práctica competitiva y de los espacios sociales, en particular, de los cafés en los que se practicará el ajedrez, ámbitos varoniles que irán apareciendo en las principales ciudades europeas desde fines del siglo XVII.

La Edad Media, siempre reputada por su aparente oscurantismo, había sido mucho más benefactora con una mujer que, en esos otros tiempos, a diferencia de lo que sucedía ahora, había compartido los espacios de ajedrez con los varones en absoluto plano de equidad. Y este apartamiento de la mujer tendrá consecuencias, ya que consolidará una situación de marginación que perrmeará en la cultura durante mucho, demasiado tiempo...

Mujeres tras su lugar en la Edad Contemporánea


En el contexto de la Revolución Francesa, el pensador galo Montesquieu (1689-1755) llegó a considerar que las mujeres se habían constituido en "un nuevo Estado dentro del Estado". Su colega Voltaire (1694-1778) se atrevió a denunciar la injusticia de su suerte. El estado de conciencia sobre el rol de la mujer podía estar cambiando.

Sin embargo, se le negaba el derecho al sufragio que se iba imponiendo como modelo en las democracias nacientes. En Francia, donde las mujeres estaban llegando más lejos que en otros Estados, sin embargo se seguirá diciendo "el marido gobierna, la mujer administra y los hijos obedecen". Al menos, a ellas se les concedía un rol algo más comprometido que otrora.

Con el advenimiento de la Edad Contemporánea, la igualdad proclamada en tantos órdenes, incluso como uno de los tres principios revolucionarios, no fue óbice para que la mujer continuara siendo relegada en otros planos, entre ellos, el del ajedrez.

Los ajedrecistas siguen figurando compitiendo en la esfera internacional, aunque siempre sin presencia femenina. Y los cafés, en donde se departía, se filosofaba, se hacía política y se jugaba al ajedrez eran cenáculos del todo masculinos, como en el célebre Café de la Régence de París y cualquier otro en las principales ciudades europeas.

A lo sumo, se podría ver a Claire Élisabeth Jeanne Gravier de Vergennes, Madame De Rémusat (1780-1821) jugar contra Napoleón, uno de sus cultores. Sin embargo, al mismo tiempo, aparecerá desnuda en una pintura de la época, lo que comunica desde el punto de vista simbólico que de lo que de verdad se trataba era de satisfacer los deseos del emperador.

Figura 8.
Pintura de 1805, una partida de ajedrez 
que enfrentaba a Napoleón Bonaparte...
desnuda.
(Fuente: http://deludoscachorum.blogspot.com/)

Al otro lado del Atlántico, tenemos en los EE.UU. a Ellen E. Strong Gilbert en (1837-1900) quien, junto a su marido, en la ciudad de Hartford, capital del estado de Connecticut, funda hacia 1860 un club de ajedrez llamado Queen's Chess Club, por lo que la dama habrá de recibir un mote que se convertirá en un clásico: "La reina del ajedrez".

Años atrás, Benjamin Franklin (1706-1790) realizaba diálogos diplomáticos no exentos de espionaje a ambos lados del Canal de la Mancha, donde se ganaba la confianza en residencias de políticos locales, y entre partida y partida obtenía información, incluida la que le proporcionaba alguna que otra mujer, a la que también podía enamorar.

En el ámbito cultural, ya que no en el deportivo que comenzaba a insinuarse, en particular desde la aparición de François-André Danican, "el gran Philidor", considerado el mejor jugador del siglo XVIII, quien marcó un escenario que se profundizaría en los tiempos venideros, la mujer pudo estar presente en el contexto ajedrecístico. Sin duda, el mayor hallazgo es el del escritor inglés Lewis Carroll (1832-1898) quien, en A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, mostraría a su niña preferida en el rol de pieza en un juego que tiene lugar en un tablero gigantesco al que accede una vez que se atreve a cruzar el límite del espejo, donde ingresará en una realidad alternativa.

Una mujer espléndida del siglo XIX, Cristina Trivulzio Belgiojoso (1808-1871), conocida en Francia como Christine de Belgiojoso, importante figura patriótica del Risorgimiento italiano, además de escritora y periodista, sería homenajeada por el escritor francés Joseph Méry (1797-1866), quie le dedicó un poema en 1836 titulado Une revanche de Waterloo ou Une partie d'échecs (Una revancha de Waterloo o Una partida de ajedrez). Méry tiene un gran mérito, ya que, junto al gran jugador Louis-Charles Mahé de la Bourdonnais (1795-1840), fundó la primera revista mensual especializada en ajedrez, la mítica Le Palamède, que apareció en París en 1836 por impulso de los jugadores que frecuentaban el no menos mítico Café de la Régence. En el poema en cuestión, se toma como eje del relato el encuentro protagonizó que el propio de la Bourdonnais con el irlandés Alexander McDonnell (1798-1835). Y, si en la batalla el que había perdido había sido Napoleón, ahora en esta otra lucha sobre el tablero, un francés reinvindicaría el honor de su pueblo. Lo relevante a los efectos que estamos analizando en este trabajo es que una obra literaria vinculada al ajedrez iba a ser dedicada a una mujer notable de su tiempo.

El poeta irlandés William Butler Yeats (1865-1939), por su parte, en The time and the Witch Vivien (“El tiempo y la bruja Vivien”), obra publicada en 1889, discurre sobre la muerte de una mujer que acontece tras perder en una partida de ajedrez contra el "padre Tiempo".

Con todo, lo dicho para la Edad Moderna sigue siendo válido y continuará vigente con apenas diferencia de matices para la Contemporánea. Con los valores que ahora remiten a la reivindicada (con el Iluminismo) masculinidad y la emoción propia atribuida a la femineidad, habida cuenta de que el ajedrez se va perfeccionando en su práctica y adquiriendo aires de cientificismo vinculado al intelecto, y visto que en forma creciente que el juego ya no era solamente un pasatiempo puertas adentro, sino una actividad que se podía realizar fuera de la intimidad, una mujer demasiado confinada al hogar y atada a los dictados del corazón, seguiría modelando así un exilio tan exigente como excitante, mientras el ajedrez se enriquecía en el espacio público donde iba perfeccionándose en círculos competitivos.

Su ingreso competitivo en el siglo XIX e inicios del XX


Sólo con el maquinismo que, al no exigir mayor fuerza, impide al varón prevalecer de modo natural, será cuando la mujer saldrá a trabajar a desempeñarse en la fábrica y, con ello, acceder a nuevos espacios del mundo social y comenzar un trayecto que la hará progresivamente, ocupar territorios que le eran ajenos.

Ahora, en todo caso, la liberación será exigente en términos laborales, y ya no estrictamente los roles femeninos anteriormente determinados; y en este nuevo desempeño, ahora será más explotada que el varón en el ejercicio de la tarea productiva. Trabajará lo mismo que los varones, pero nunca habrá de ganar lo mismo. Son tiempos en los que surge el ideario de Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895): más que una lucha de sexos, la mujer pasa ahora a formar parte de una lucha de clases. Sin embargo, y no sin cinismo, comenzó a afirmar: "La mujer trabaja mejor y más barato". Paradojas de este tipo de modernismo: el trabajo, por una parte, una Sin embargo, y no sin cinismo, comenzó a afirmarse: "La mujer trabaja mejor y más barato". Paradojas de este suerte de modernismo: el trabajo, por una parte, le permite a la mujer liberarse del yugo del hogareño; pero, por otra, la enfrenta a otra situación de mayor esclavitud: la del ámbito laboral, ya sea en el campo o en la fábrica.

En este contexto, y no sin resistencia, las mujeres vuelven a tener cabida en el plano de las competiciones de ajedrez. Dos grandes pioneras serán la inglesa Mary Rudge (1842-1919) y la italo-británica Louisa Matilda Fagan (1850-1931). Rudge fue la primera mujer en asociarse al Bristol Chess Club, siendo admitida en 1872
22 para obtener la Challenge Cup of Bristol & Clifton Chess Club en 1889 y convertirse en la primera mujer en impartir una sesión de partidas simultáneas. Además, podrá jugar contra varones ganando un torneo de segunda categoría realizado en la ciudad de Clifton en 1896.

Fagan, por su parte, formará parte en Inglaterra de la creación del Ladies' Chess Club de Londres, que agrupó a unas cien jugadoras, y que ya en 1882 había ganado un torneo en la ciudad india de Bombay (actual Mumbai), venciendo a los doce rivales varones a los que tuvo que enfrentarse, pero fue descalificada... ¡ya que era mujer! Las dos disputaron en 1897, en Londres, un gran torneo internacional femenino en presencia de jugadoras de ambos lados del Atlántico, en el que Rudge
23 se impuso (con cincuenta y cinco años) sobre Fagan.

Figura 9.
Participantes en el primer torneo internacional de ajedrez femenino 
celebrado en Londres, en 1897.
(Fuente: http://www.chessarch.com/)

Habrá otros jugadoras, nacidas en un siglo con fuerte proyección en el siguiente, como: la irlandesa Frideswide Beechey24 (1843-1919), quien en 1882 fue la primera mujer en obtener un premio a la composición de ajedrecística y también la primera en escribir una columna de ajedrez25; la sueca Anna Katarina Beskow (1867-1937); Edith Martha Holloway (1868-1956), jugadora inglesa que, además de ser campeona británica en 1919 luego, aunque con escaza fortuna, fue la única mujer que hizo acto de presencia en el Torneo de las Naciones de París en 1924; su compatriota Edith Mary Ann Tapsell de Michell (1872-1951), con sendos tempranos triunfos en torneos disputados en 1906 y 1909; la también británica Edith Charlotte Price (1872-1956), pentacampeona nacional con cuatro títulos en la década de 1920 y uno algo tardío en 1948 que, al ser obtenido a la edad de setenta y seis años, constituye un caso único en el mundo; otra inglesa, Agnes Lawson-Stevenson (1873-1935), quien además de vencer en cuatro campeonatos nacionales femeninos, estuba casada con el editor de la revista British Chess Magazine, Rufus Henry Streatfeild Stevenson26 (1878-1943), y la estadounidense-inglesa-francesa Grace Alekhine27 (1876-1956), quien ganó un torneo en Tokio en 1933 donde conoció jugando simultáneas al campeón mundial Aleksandr Alejin (1892-1946), de quien termino siendoacabó siendo su cuarta esposa y que en 1944 será campeona femenina de París.

Habría Sin embargo, que mirar a los Países Bajos determinar dónde se habilitó el primer club de ajedrez específicamente femenino, hecho que aconteció en 1847, aunque su viabilidad sería escasa: duraría apenas un año. Por otro lado, el primer libro de ajedrez escrito por una mujer será uno publicado en 1859, en Inglaterra, bajo el título The ABC of Chess (El ABC del ajedrez), que se le debe a H. I. Cooke, de la que poco se sabe
28.

Dos años antes, la alemana Amalie Paulsen (1831-1869), hermana del gran ajedrecista Ludwig Paulsen (1833-1891), había derrotado a Alexander Beaufort Meek (1814-1865), uno de los principales ajedrecistas norteamericanos, en un encuentro extraoficial que se verificó en contemporaneidad al primer campeonato nacional de ese país realizado en 1857. Habría de todos modos que esperar en EE.UU. a 1894 para que se conforme la Women's Chess Association of America con setenta y cinco integrantes, siendo su primera presidenta Eliza Campbell Foot (1851-1914). Poco después, en enero de 1895, se formará el Ladies' Chess Club of London.

En 1898, en la capital inglesa, tendrá lugar la inauguración del Gambit, un club exclusivamente para varones (como es habitual y que durará unos sesenta años), que estaba paradójicamente regentado por una dama llamada Edith Price (1872-1956), quien será campeona inglesa cinco veces, entidad que permitía que las damas pudieran desempeñarse allí en su rol de camareras. La mujer comenzó a salir de sus hogares. Y, en ese camino, el ajedrez se volvía a presentar dentro del universo de sus intereses y de ciertas posibilidades de acercamiento y desarrollo. Pero, por supuesto, los eximios jugadores eran sólo hombres y los grandes torneos seguían teniendo, a lo sumo, meramente en su calidad de espectadoras o acompañantes de quienes se lucían frente a los tableros.

Vera Menchik y Judit Polgár, símbolos de la plena integración.


Ya en el siglo XX y más allá de las crueles guerras, los totalitarismos, los despotismos y las inequidades en la distribución de los bienes económicos, sociales y culturales, se dio una apuesta por una mayor apertura e integración en planos muy vastos, los que fueron posibles gracias a la revolución científica y tecnológica, en algunos casos a la democracia, y en todos a la creciente vigencia de una inevitable modernización.

En este contexto, la mujer pasó a desempeñar un rol más activo, abarcativo y sofisticado en la sociedad, e ingresó en algunas ocasiones en terrenos que en otr0s tiempos les hubieran estado del todo vedados o restringidos en su acceso. Y el ajedrez podría considerarse dentro de ese fenómeno más global.


El acceso al voto, las reivindicaciones de los movimientos feministas y una mayor conciencia global de la cuestión del segundo sexo puso el acento en cuestiones de discriminación, desamparo y misoginia, y en la necesidad de una mayor y mejor integración. Por supuesto, esta transformación se restringió al mundo occidental.


Se pasa de la emancipación a la liberación, se valora la diferencia. Se aprecia, como un gran logro, que en los nuevos tiempos "la vida de las niñas ya no se asemeja a la de sus madres". La píldora anticonceptiva permitirá a la mujer reapropiarse de su cuerpo, se generará el debate sobre el aborto y el divorcio pondrá las cosas en muchos casos en su lugar al no hacer perdurar situaciones de sumisión.

Estos profundos cambios tendrían su debido correlato en nuestro juego. Primero, en el campo deportivo, donde aparecerán ajedrecistas destacadas, particularmente, en la primera mitad del siglo XX con el ejemplo pionero de una Vera Menchik (1906-1944) que sabrá jugar muchas veces contra varones en igualdad de condiciones y que se convertirá en la primera campeona mundial femenina.

Primero, se la mirará con cierto desdén, prueba de lo cual alguna vez se hizo una propuesta de crear el club Menchik integrado por los que muy eventualmente, así lo creían, podían llegar perder ante alguien que, justamente, le ganó a muchos varones connotados, entre ellos, al neerlandes ex campeón del mundo holandés Max Euwe (1901-1981). 

Figura 10.
Vera Menchik jugando.
Margaret, Florida, EE.UU., 1935.
(Fuente: http://britishchessnews.com)

Habrá otras exponentes en esos tiempos, en particular, la alemana Sonja Graf (1908-1965), que buscará la libertad huyendo del nazismo y que por momentos asumía actitudes y ropajes masculinos para hacerse notar y respetar. Graf escribió en los años 40 sendos libros29 en Buenos Aires, los primeros dados por una mujer en lengua española referidos al ajedrez, cruzado por las experiencias tan dramáticas de su propia vida.

Con todo, hay que destacar dos hechos notables: tanto el campeonato mundial femenino (desde 1927) como la Olimpíada Femenina (desde 1957) se organizarán muchos años después que hubieran comenzado ambas clases de torneos para varones; a pesar de que, para ser justos, en ellos no estaban las mujeres impedidas de actuar, sólo que su nivel ajedrecístico no les permitía ser parte de competencias con ese nivel de exigencia. Es que las distancias que las separaban de los varones seguían siendo infranqueables.

Para el destacado ajedrecista y psicoanalista norteamericano Reuben Fine (1914-1993), todavía en tiempos posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la mujer seguía ubicada en un plano más que secundario. Después del fin de ese conflicto, las soviéticas habrán de primar y, algo más tarde, de entre ellas, particularmente las georgianas.

La aún vigente Nona Gaprindashvili (n. 1941) se habrá de convertirse en la primera Gran Maestro (absoluta y no Gran Maestra Femenina, que es un título que siempre habrá que considerar menor) de la historia, una recorrida que luego harán muchas otras, entre ellas su connacional Maia Chiburdanidze (n. 1961).

No obstante, se producirá un cambio copernicano en la concepción de la mujer frente al ajedrez a partir de la jugadora húngara Judit Polgár (n.1976), la menor de tres hermanas, todas muy talentosas. Ella se habrá de convertir, primero den la jugadora del mundo, independientemente de su sexo, en alcanzar el título de GM a una edad más temprana, destronando de esa condición nada menos que al mítico "Bobby" Fischer (1943-2008), para luego realizar una carrera brillante, pero ya jugando decisivamente contra los varones.

Nunca será campeona mundial de las mujeres, simplemente porque no se lo propuso. Venció a todos los campeones del mundo que alguna vez se le cruzaron su camino, superó la barrera de los 2.700 puntos ELO alguna vez (no hubo mujer alguna que la empardara en ello), se mantuvo en el top 10, estando en el ranking mundial y, aunque salió última, fue participante del campeonato mundial absoluto disputado en la Argentina, en 2006; por lo que nadie como ella llegó tan alto ni estuvo tan cerca de la cumbre a la se hallaron destinados exclusivamente los varones.

Figura 11.
Judit Polgár.
(Fuente: https://www.juditpolgar.com/)

A partir de su ejemplo, muchas niñas y jugadoras habrán de destacarse en geografías diversas. Ya para estos nuevos tiempos, particularmente desde la década de 1970, aquí y allá, las mujeres podían interactuar con los varones, siendo cada vez menos resonantes las miradas de recelo. Ucrania, Rusia, China, Georgia e India, entre otros países, pasarán a mostrar exponentes femeninas de fuste que se lucirán también ante los varones. La china Yifan Hou (n. 1994) y antes la india Humpy Koneru (n. 1987), se destacarán especialmente ya en el tercer milenio, figurando las primeras como participante habitual en el Top 100 mundial.

Esta evolución plantea una tendencia. Y una pregunta: ¿Podemos imaginar que, con el paso del tiempo, la brecha que siempre existió entre el varón y la mujer en ajedrez, pueda no sólo acortarse, sino cerrarse algún día definitivamente? Sumado a ello, se plantean otros desafíos, los de los géneros y los de los cambios de sexo, que ponen en tensión las clásicas competiciones diferenciadas, un modelo que subsiste en Olimpiadas y en campeonatos nacionales. ¿Y cómo influyen los factores culturales, y aún los biológicos, en la brecha por siempre establecida en el rendimiento entre hombres y mujeres
30?

Por lo demás, la mujer está muy presente en las expresiones culturales vinculadas al ajedrez. La reciente y popular miniserie Gambito de dama (Frank, A. Scott. 2020. EE.UU.: Netflix) la colocó como protagonista absoluta en su relación con el juego, el cual, si bien no se condice con la realidad de lo acontecido a lo largo del tiempo, es válido desde el punto de vista de una mirada aspiracional.

Y, por dar sólo un nombre más de un artista (y ajedrecista) cumbre de ese siglo, el gran Marcel Duchamp (1887-1968), podemos recordar que retrató a sus dos hermanos jugando al ajedrez en 1910 en una famosa pintura en el que sus esposas parecen estar ausentes de lo que podría estar sucediendo en el tablero; y rememorar aquella exhibición de 1963, en la que jugó en vivo al ajedrez con una mujer desnuda cuya belleza, no podía distraer de la concentración que exige el juego.

Figura 12.
Duchamp y su rival femenina. Fotografía de Julian Wasser, Duchamp jugando al ajedrez con una desnuda
(Eve Babitz), 1963, Retrospectiva Duchamp, Museo de Arte de Pasadena, EE.UU.
(Fuente: https://www.artsy.net/artwork/)


De todas los relatos culturales que podríamos mentar que unen el ajedrez con la mujer en el siglo XX, finalizaremos mencionando dos correspondientes a autores argentinos. El escritor Abelardo Castillo (1935-2017) tituló uno de sus cuentos con mención expresa a una variante ajedrecística en la cual la pieza principal es la reina, La cuestión de la dama en el Max Lange, planteando en la trama el crimen de la esposa de un ajedrecista, mientras que la poeta Alejandra Pizarnik (1936-1972) brindó un algo hermético poema que llevará por nombre Ajedrez31, tal como los famosos sonetos de Borges.

A esta altura, podría decirse que en el siglo XXI, aunque no uniformemente en todas las culturas y circunstancias, por lo que siempre estamos inmersos en el análisis con un sesgo centrado en lo que sucede en el mundo occidental; la mujer puede, al menos bastante más libremente que antes estudiar, votar, trabajar, expresarse, pensar, decidir su destino, amar, disfrutar de su sexualidad, opinar y tomar decisiones sobre su vida y su entorno. Posee los mismos derechos que el varón, a pesar de no ser siempre igualmente reconocida, y no hay que olvidar que también ejerce iguales responsabilidades y obligaciones, debido a lo cual este estado de cosas presupone una profunda transformación del orden sociocultural, absolutamente impensado en tiempos previos (y nada lejanos).

Se modifican las conductas, las percepciones e, incluso, por momentos, el lenguaje, adoptando rasgos exagerados y grotescos, buscando contemplar los géneros con un grado de mayor paridad. Se habla de "deconstrucción masculina", que puede ser más factible para las nuevas generaciones que para aquellos varones educados en tiempos previos. Sin embargo, también hay que decirlo, a veces por momentos los discursos son más potentes que las acciones concretas en términos de equidad real y la problemática del segundo sexo refuerza un enfoque binario que también puede ser puesto tela de juicio (aunque por diversas razones en la aparición del fenómeno de la fluidez de género), así como algunas conductas reivindicativas a veces se tornan en ocasiones ofensivas, agresivas y excluyentes, aunque en sentido contrario del que fuera tradicional.

Pero lo cierto es que las cosas están cambiando. Venimos de un escenario en el que la que la mujer supo ser partícipe central en la práctica del ajedrez en las cortes europeas medievales, para quedar luego de lado desde la Edad Moderna hasta mucho después y resurgir sólo tímidamente durante el siglo XIX para renacer con creciente enjundia en el XX, y con toda la fuerza de la reivindicación en el presente. Hoy la mujer es y quiere ser protagonista de un juego como el ajedrez que, en su estructura intrínseca, la ignoró durante demasiado tiempo, hasta que apareció y se empoderó. U mismo fenómeno que, afortunadamente, se está ocurriendo ahora fuera de los tableros escaqueados. Una mujer que está presente y potente y que deja atrás así un largo tiempo en el que padeció el mal de la ausencia.


NOTAS

1 Este episodio legendario fue mencionado en el Shāhnāma ("Libro de los reyes") obra del poeta persa Ferdowsi (935-1020), siendo años después evocado por los historiadores ingleses, desde Thomas Hyde (1636-1703) hasta Harold Murray (1868-1955).

2 Harold Murray menciona por caso otra otra historia que tiene como protagonista al emperador mongol Shah Jahan (gobernador de la India en el siglo XVII, el mismo que ordenó la construcción del Taj Mahal en Agra), que es aconsejado por sus cuatro esposas sobre cómo desenvolverse en un juego similar, una de las cuales lleva por nombre, precisamente Dilaram.

3 Este relato apareció en la revista Les Cahiers del'echiquier français, noviembre-diciembre de 1936. Siendo autor, tanto del texto cuanto del dibujo de la Fig. 3 V. Barthe

4 Sobre el fin de la Edad Media aparece Le jeu des ésches de la dame moralisé, de autor incierto, obra en la cual, en línea contrastante con la anterior, se aprecia a una dama jugando al ajedrez contra el diablo. Su alma es apostada una y otra vez, jugada tras jugada. Se juega su alma una y otra vez, jugada tras jugada. El diablo, por su parte, se encarga de tentarla en cada oportunidad, en busca de que caiga en el pecado. Virtud contra vicio: eterno dilema de la humanidad.

5 ¡Y Kaissa sería la primera computadora rusa en ganar un campeonato del mundo en 1974!

6 La poesía de Jones comienza "De ejércitos en escaqueados campos de batalla dispuestos, / y guerra sin culpas agradablemente se halla; / Cuando dos reyes audaces confrontan con vanas alarmas, / Este con armas de marfil, ese con ébano; / Cantad, criadas juguetonas,/ Que el sagrado cerro de Pindo rondan...". La hermosa Caissa es, precisamente, una de esas "”criadas juguetonas”

7 Los versos respectivos dicen: "La reina que llamamos fierge / Se parece a Venus, que no es virgen (vierge) / Es simpática y cariñosa (amoureuse) / Debonair y poco orgullosa (orgueilleuse)".

8 Si se analizan los juegos que son antecedentes directos del ajedrez, no sólo los más clásicos como el chaturanga indio, el chatrang persa y el shatranj árabe, sino también el xiangqi chino y otros de origen oriental, y extendiendo ese estudio incluso a las primeras versiones medievales generadas en Europa, podrán aparecer, además de las clásicas figuras del rey, el caballo y el elefante (que devendrá en alfil), del que alude a la condición de fuerza de la infantería (el peón posterior), del carro o barco (futura torre), otras como: el cañón; el general; el gobernador; el consejero; el anciano; el loco; el juez, y algunos otros; pero, en ningún caso, las piezas harán de remitir la mujer. Cabe interpretar que, al tratarse de un juego a imagen de una batalla, en el que las mujeres no participaban, al menos en forma directa, su exclusión del juego respondía a esa lógica.

9 "El libro del axedrez dados et tablas". Recopilación precisa de los juegos más populares de su tiempo.

10 Esta obra representa al emperador Otón IV (1175-1218) jugando al ajedrez con una mujer.

11 Por ejemplo, en el Perceval o "El cuento del Grial" de Chrétien de Troyes (1135-1183), pero también en textos alemanes y, más tarde, en Il Filocolo de Boccaccio.

12 “Empezó a jugar conmigo al ajedrez. Con sus movimientos falsos y hotiles me robo y se llevó a mi reina. Cuando vía mi reina ausente, ¡ay! No pude jugar durante más tiempo y dihe: “¡Adios cariño!; y seguramente ¡adios a todo para siempre”, así reza un pasaje muy ilustrativo y angustiante del texto.

(655/656), según el texto original en lengua inglesa de la época. Fers alude a la reina y el pasaje muestra claramente el lamento de su amante por su pérdida.

13 Liber de moribus hominum et de officiis nobilium super ludum scacchorum, es su nombre completo.

14 Dentro del tono prescriptivo de esta obra, se reconocen específicamente cuatro virtudes para la reina: en primer lugar, debe comportarse de forma madura y con modales impecables (modesta y reflexiva, pero no atrevida); en segundo lugar, debe ser pura y casta; en tercer lugar, tiene que ser reservada, hablar con cuidado y ser capaz de guardar sus secretos y, por último, debía educar a sus hijos en la virtud, los buenos modales y la castidad.

15 En el "Poema de Winchester", de autor anónimo inglés, compuesto en Inglaterra no más allá del año 1150, ya se puede apreciar que la mutación de visir en reina se estaba dandoc, onforme los siguientes versos escritos en latín: "Rex paratus ad pugnandum, prim tun locum teneat, Ejus atque dextrum latus Regina possideat. ..", describiendo la posición de la reina junto al rey y en "pedester usque summam venerit ad tabulam, / Nomen eius tunc mutetur; appelletur ferzia; / Eius interim regine gratiam obtineat...", atribuyendo el nombre de ferzia al peón coronado.

16 Otra situación no deseada se presenta en Eracle, texto del trovador flamenco Gautier d'Arras (fallecido en 1185), donde se hace mención al adulterio de una reina considerándose que el rey, ante esa infidelidad, ha recibido el correspondiente "jaque mate".

17 En la misma dirección lingüística se adscriben el alfersa catalán y fercia o fersa italianos. De este último modo se menciona a la pieza en el Bonus Socius y en Civis Bononie, textos unificados que se le atribuyen a Buoncompagno de Siena (c. 1165/1175-1240), en los que se incluyen numerosos problemas ajedrecísticos, cuya mayoría eran de origen musulmán; pero sin connotación femenina en esos casos.

18 Se trata de Llibre dels jochs partits dels schacs en nombre de 100 ("Libro de los juegos de ajedrez y partidas en número de 100"), sobre el que se especula, no sin fundamento, que sería el primer texto donde se presenta con detalle la forma moderna de jugar al ajedrez.

19 Lucena hijo del muy sapientissimo doctor y reuerendo prothonotario don Johan remirez de Lucena embaxador y del consejo delos reyes nuestros senores studiando en el preclarissimo studio dela muy noble ciudad de Salamanca, es como recuerda Antonio Gude, en castellano, que se describe el autor en la obra (en https://antoniogude.com/lucena/).

20 "Repetición de amores y arte de ajedrez, con 150 juegos de partido", título en castellano, editado en Salamanca, España, del que trascendieron en el tiempo varios ejemplares.

21 "Aquí Próspero descubre a Fernando y Miranda jugando al ajedrez" es uno de los epígrafes de esa última obra.

22 Valga comparar con el prestigioso Manhattan Chess Club de Nueva York, que recién las incorpora a partir de 1938.

23 En una sesión de partidas simultáneas, Rudge conseguirá derrotar al campeón del mundo, el prusiano Emanuel Lasker.

24 Más conocida como la señora de Thomas Rowland. Es que, en muchos casos, las mujeres de ese tiempo ni siquiera conservaban la identidad de su apellido, ya eran identificadas por el nombre de sus respectivos maridos.

25 También en los años 80 del siglo XIX llegaría a escribir varios libros.

26 Quien luego contraería enlace con Vera Menchik.

27 Su nombre completo era Grace Norton Eisler Peeke Freeman Bromley Alekhine.

28 Una de las tantas ediciones de este libro, más precisamente, en la sexta, aparecida en Londres debida a Jacques and Son (en la que se agrega la obra de Benjamin Franklin Morals of Chess), se aclara, inmediatamente después de aparecer el título: "By a Lady", por lo que no hay duda alguna de su autoría femenina. En la presentación la autora afirma: "Me gustaría ver en mi país a hombres y mujeres de todas las clases sociales jugar al ajedrez, como sucede en muchas ciudades de Alemania".

29 "Así juega una mujer" (1941), Buenos Aires: Editorial Sudamericana y "Yo soy Susann" (1946), Buenos Aires Aires: Editorial Piatti.

30 No ahondaremos en este ensayo en esta cuestión, que merece un abordaje muy delicado, y por parte de especialistas apoyados en estudios científicos y académicos, particularmente en la mayor especialización de los hemisferios cerebrales que podrían en cierta manera diferenciar a los integrantes de cada sexo, y en el hecho de cómo influye de forma diversa durante la pubertad el desarrollo de estrógenos y testosterona. Por ahora, baste decir que la escuela china de ajedrez está dando señales de que no existe diferencia alguna en la capacidad de entendimiento y en el rendimiento de los jugadores, con independencia de su sexo, cuando lse verifica el reclutamiento de los talentos se produce a edades tempranas.

31 "Todavía la enclítica no destruye / los peones reverentes ante él / millares de montañas / revientan exquisitas / delante del sol rojo / (no sol amarillo) / pensar innato en moldeadas rejas / torta trashumeante de vela sin fogón / quisiera ser masa lingüística para cortarle la barba / ondas en preciosa lumbre / alzar bandera gratuita / kilómetros de nueces / y golpes en relevante torniquete. ", Así reza el poema



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