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Los
cafés o cafeterías probablemente se originaron en la Turquía del siglo
XVI y se expandieron rápidamente a Persia, Arabia, Egipto y otras
naciones islámicas. Incluso allí eran refugios para idealistas
políticos, filósofos, artistas y jugadores. Cuando los cafés se
trasladaron a Europa, aproximadamente un siglo después, se convirtieron
en lugares de encuentro para revolucionarios, los jugadores de
vanguardia, ajedrez, damas, whist, naipes y billar. batgirl
"Almehs (Egyptian courtesans) Playing Chess in a
Café" Jean´León Gérôme |
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El consumo del café se extendió al |
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Chess in a Cairo
Coffee House
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mundo laico y en 1510, los cafés (kahwe khaneh) proliferaban en las
grandes ciudades árabes de El Cairo y La Meca. En estos salones la gente
se reunía además a conversar, escuchar música o jugar al ajedrez.
Debido a los efectos estimulantes del café los imanes ortodoxos y
conservadores postulaban que el Corán prohibía el café, tal como el vino
y el hachís, y que los cafés eran amenazas a la estabilidad política y
social. En 1511, el gobernador de La Meca, Khair Bey, prohibió su
consumo e hizo cerrar todas las cafeterías; sin embargo, el sultán de El
Cairo, que tenía autoridad por sobre el gobernador, suavizó el edicto
ya que el consumo no solo era legal en la ciudad, sino también un
importante producto comercial.
En el siglo XV, los árabes introdujeron el café en Persia, Egipto, África septentrional y Turquía.
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Sobre la entrada de una cafetería de Leipzig hay una representación escultórica de un hombre con traje turco recibiendo una taza de café de manos de un chico. |
Porque
el café es un potente estimulante, al inicio de la introducción del
café en el mundo árabe hubo grandes debates. Sin embargo, el entusiasmo
era tal que una ley turca de la época sobre el divorcio precisaba que
una mujer podía divorciarse de su esposo si este no llegaba a
proporcionarle una ración diaria de café.
En 1630 había ya un
millar de cafeterías en El Cairo. La prohibición volvió de nuevo a
Europa, tras la apertura de las cafeterías y, curiosamente, por las
mismas razones, es decir, por creer que la ingesta de café desarrollaba
el espíritu crítico, favoreciendo probablemente los intercambios
intelectuales entre los consumidores.
Llegada del café a Europa
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Kofetarica (La bebedora de café), de
1888.
Ivana Kobilca
Museo
Nacional de Liubliana
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El
café llegó a Europa alrededor del año 1600, mediante los mercaderes
venecianos. Se aconsejó al papa Clemente VIII prohibir el café, pues
creían que representaba una amenaza de los infieles. Después de haberlo
probado, bautizó la nueva bebida, declarando que dejar sólo a los
infieles el placer de esta bebida sería una lástima. El café fue bien
recibido por los monjes por las mismas razones que por los imanes: les
permitía mantenerse despiertos durante mucho tiempo, y además, mantenían
el espíritu limpio. En 1650, un peregrino musulmán, Baba Budan,
consiguió siete plantas en la India que plantó en Mysore y cuyas plantas
descendientes subsisten todavía hoy.
En
1583, Leonhard Rauwolf, un médico alemán recién llegado de un viaje de
diez años por Oriente Medio, fue el primer occidental en describir la
bebida.
Francis Bacon también mencionó al café en una obra
llamada Sylva Sylvarum, publicada póstumamente en el año 1627. Bacon
describió unos locales en los que los turcos se reunían a beber café y
los comparó con las tabernas europeas.
El café resultó
especialmente reprobado por los sectores protestantes, aunque no
produciría reacciones tan ásperas como el tabaco. Ya en 1611 algunos
terratenientes alemanes pusieron en marcha un sistema para prohibir su
difusión. Estas medidas se mantuvieron durante al menos un siglo en el
norte y este de Alemania, hasta que Federico II de Prusia despenalizó su
consumo, y lo sometió al pago de un fuerte impuesto. El malestar frente
al café prosiguió en el norte de Europa hasta bien entrado el siglo
XIX.
Algunos sacerdotes católicos lo llamaron «una amarga
invención de Satanás», pues lo veían como un posible sustituto del vino,
el cual, en su opinión, había sido santificado por Cristo. Sin embargo,
según el libro Coffee, el papa Clemente VIII probó la bebida y al
instante quedó cautivado. Para resolver el dilema religioso, bautizó
simbólicamente el brebaje, y lo hizo así aceptable para los católicos.
Primeras cafeterías
En
el sur y oeste de Europa se observó una mayor tolerancia. En la década
de 1650 comenzó a ser muy importado y consumido en Inglaterra, y se
comenzaron a abrir cafeterías en Oxford y en Londres. La primera
cafetería en Londres se abrió en 1652.
Las cafeterías se
convirtieron en lugares donde nacieron las ideas liberales, debido a la
visita frecuente a esos lugares (donde, por cierto, se distribuían
panfletos) por parte de filósofos y letrados. En 1676, esta agitación
incitó al fiscal del rey Carlos II de Inglaterra a pedir el cierre de
las cafeterías, arguyendo crímenes de ofensa contra el propio rey y
contra el reino. Las reacciones en contra de esta decisión fueron tales
que el edicto de cierre debió revocarse. Los flujos de ideas alimentadas
por el café modificaron profundamente al Reino Unido. Había más de dos
mil cafeterías, según un registro del año 1700. La famosa compañía de
seguros Lloyd's de Londres fue en su origen una cafetería, fundada en
1688.
En 1670 se abrió la primera cafetería en Berlín. En París,
el café Procope fue el primero en abrir, en 1686, y allí se inventó una
nueva forma de preparar el café: haciendo pasar agua caliente a través
de un filtro con café molido.
El café estuvo prohibido en Rusia, con penas
incluso de tortura y de mutilación. Y, cuando la policía zarista
encontraba a alguna persona presa de una crisis nerviosa, se lo atribuía
al café. (WIKI)
El
café, esa deliciosa y exótica bebida, llegó a la capital austriaca
durante el cerco turco que mantuvo sitiada la ciudad todo el verano de
1683. Un espía polaco robó a los turcos unos sacos con granos de café,
confundidos al principio con forraje para camellos. Unos años más
tarde, un inmigrante armenio llamado Johan Diobato obtuvo el derecho
imperial para preparar bajo la forma de café el brebaje turco. A partir
de entonces muchos cafés abrieron sus puertas en toda la ciudad. El
café vienés cumple diversas funciones, aquí se puede leer la prensa,
comer algún bocadillo o tentempié y dependiendo de las instalaciones
jugar una partida de bridge, ajedrez o billar.
“La
desordenada retirada de las tropas turcas dejó a las milicias
victoriosas con valiosos tesoros que los turcos tuvieron que ir dejando
atrás. Entre estos tesoros los turcos dejaron 25.000 tiendas de
campaña, 10.000 bueyes, 5.000 camellos, una gran cantidad de oro y
muchos sacos de café, algo que hasta entonces era totalmente desconocido
por los vieneses y por supuesto para toda Europa por ello al principio
querían quemarlos ya que pensaban que estos sacos con unos extraños
granos eran aliento para camellos. Según cuenta la leyenda, el rey
polaco Jan III Sobieski concedió lo sacos a uno de sus oficiales de
origen polaca llamado Jerzy Franciszek Kulczycky, quien gracias al café
otorgado por el Rey fundó la primera cafetería vienesa llamada “Zurb
Blouen Flasche” (“La botella azul”)
Las
Casas de Café fueron lugares de reuniones muy populares de jugadores de
Ajedrez en los Siglos XVIII y XIX y aún hoy en día es posible jugar
partidas de Ajedrez.
"El Café Central también se llamaba "academia de ajedrez". Alfred Polgar y León Trotsky eran los jugadores más temidos. "
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Centralistas legendarios
"Al fin y al cabo, el Central no es una cafetería como las demás, sino una visión del mundo".
(Alfred Polgar)
Alfred
Polgar (1873 - 1955), dramaturgo y ensayista vienés, describió con
especial brillantez la naturaleza y el ser de los "centralistas" en su
"Teoría del Café Central". Es decir, los clientes habituales del Café
Central. Y hubo algunos famosos que consideraron este remanso de
paz/descanso, puros, café, ajedrez y billar su hogar.
En las
mesas de los asiduos a la competición se encontraban Polgar, Loos,
Werfel, Hofmannsthal, Altenberg, Musil, Kraus, Kuh, Schnitzler, Zweig y,
por último, uno o dos revolucionarios: Trotsky, Lenin y Stalin.
Como
bien describe Alfred Polgar: "Un verdadero centralista que, encerrado
en su café, tiene la sensación de ser empujado a la vida ruda,
abandonado a los accidentes salvajes, a las anomalías y a las crueldades
de las tierras extranjeras." "El Café Central se encuentra por debajo
de la latitud vienesa en el meridiano de la soledad. Sus habitantes son,
en su mayoría, personas cuya misantropía es tan feroz como su deseo de
que la gente quiera estar sola pero necesite compañía para hacerlo".
Esta
aura de euforia intelectual, naturalmente, también atrajo mágicamente a
las damas. Así que uno o dos corazones se rompieron ciertamente.
Ciertamente, la de Peter Altenberg, que adoraba a Lina -esposa de Adolf
Loos- casi de forma idolátrica.
Cuando no había un debate
acalorado, se jugaba al ajedrez. ¡Y al más alto nivel! Alfred Polgar era
una persona temida y vencer a León Trotsky (alias "Herr Bronstein") era
un honor increíble y, por tanto, poco frecuente.
Peter Altenberg
ha permanecido en el Café Central hasta el día de hoy. Aunque sólo sea
como figura de cartón piedra. Sin embargo, se sienta justo a la entrada
del café y mira con algo de mala leche, pero sin embargo con curiosidad,
a los invitados que van llegando.
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En 1686, François
Procope (Procopie Cotelli), oriundo de Sicilia, abrió el Café de
Procope, que pronto se convirtió en un lugar de encuentro de
ajedrecistas. El Café Procope es el más antiguo de París y está situado
en el corazón del famoso Barrio Latino. El Café Procope afirma ser el
restaurante más antiguo del mundo. El Café Procope se convirtió en un
lugar de encuentro para la clase intelectual del siglo XVIII, como
Voltaire, Benjamin Franklin y Thomas Jefferson. Napoleón jugaba al
ajedrez en el Café de Procope cuando era un joven oficial de artillería.
En 1989, el Café Procope fue reformado al estilo del siglo XVIII.https://sites.google.com/site/caroluschess/chess-cafes-and-clubs |
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El Café de la Regence,
tal vez sea la Casa de Café ajedrez más famosa en el mundo, abiertos al
público por primera vez en el año de 1670 en Paris cuando varios
jugadores se mudaron aquí del Café Procope y fue frecuentado por
Voltaire, Robespierre y Napoleón. Ignazio Calvi, (1792-1872), famoso
jugador de la época, dio clases de Ajedrez tradicional aquí ganando
40,000 Francos durante un periodo de cuatro años. | | |
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Fue
inaugurado en 1692 por Thomas Slaughter, por lo que se le conoció
primero como Slaughter's o The Coffee-house on the Pavement, ya que en
aquella época no todas las calles de Londres estaban pavimentadas.
Estaba en el número 74-75; sin embargo, hacia 1760, tras la muerte del
propietario original, se abrió un New Slaughter's rival en el número 82,
y el primer establecimiento pasó a conocerse como Old Slaughter's
El
establecimiento era frecuentado por jugadores de ajedrez, damas y
whist. Entre los jugadores más destacados se encuentran Abraham de
Moivre, Benjamin Franklin y Philidor. También era popular entre los
artistas de todo tipo: arquitectos, pintores, poetas, escultores, etc.
Esta comunidad artística incluía a Dryden, Gainsborough, Hogarth y
Roubiliac. Slaughter´s
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Fue en el café Foy de París, el 12 de julio de 1789, donde Camlle Desmoulins, subido en una mesa de mármol, desenvainando su espada gritó: "A las armas ciudadanos" y desde allí partió el gentió para tomar La Bastilla.
En el Zimmermann Café-Haus de Leipzig, en 1734 Juan Sebastian Bach estrenaba su célebre Cantata del café,
consisitente en una ópera cómica que narra la historia de un hombre
cuya hija es adicta al café. El padre disgustado amenaza con quitarle
todo aquello que le guste, la comida. la ropa ... al ver que no le
importan sus amenazas le prohibe casarse a menos de abandone dicha
dependencia, lo que hace que ella acepte por lo que el hombre comienza a
buscarle pretendientes. Ella en secreto le dice a cada uno de ellos
que no se casará a menos que le permitan tomar café.
https://www.historiacocina.com/es/prehistoria_del_cafe
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El londinense Cigar Gran Divande
Samuel Reiss, abrió sus puertas en 1828. El establecimiento pronto se
desarrolló como una cafetería, donde los caballeros fumaban cigarros con
su café, hojeaban diarios y periódicos, se entretenían en largas
conversaciones sobre la política del día y jugaban al ajedrez, sentados
en cómodos divanes o sofás. |