jueves, 25 de agosto de 2022

CASAS DE CAFE Y AJEDREZ


Los cafés o cafeterías probablemente se originaron en la Turquía del siglo XVI y se expandieron rápidamente a Persia, Arabia, Egipto y otras naciones islámicas. Incluso allí eran refugios para idealistas políticos, filósofos, artistas y jugadores. Cuando los cafés se trasladaron a Europa, aproximadamente un siglo después, se convirtieron en lugares de encuentro para revolucionarios, los jugadores de vanguardia, ajedrez, damas, whist, naipes y billar. batgirl

"Almehs (Egyptian courtesans) Playing Chess in a Café"

Jean´León Gérôme

  
El consumo del café se extendió al

batgirl

Chess in a Cairo Coffee House

mundo laico y en 1510, los cafés (kahwe khaneh) proliferaban en las grandes ciudades árabes de El Cairo y La Meca. En estos salones la gente se reunía además a conversar, escuchar música o jugar al ajedrez. ​ Debido a los efectos estimulantes del café los imanes ortodoxos y conservadores postulaban que el Corán prohibía el café, tal como el vino y el hachís, y que los cafés eran amenazas a la estabilidad política y social. En 1511, el gobernador de La Meca, Khair Bey, prohibió su consumo e hizo cerrar todas las cafeterías; sin embargo, el sultán de El Cairo, que tenía autoridad por sobre el gobernador, suavizó el edicto ya que el consumo no solo era legal en la ciudad, sino también un importante producto comercial.

En el siglo XV, los árabes introdujeron el café en Persia, Egipto, África septentrional y Turquía. 
 
Sobre la entrada de una cafetería de Leipzig hay una representación escultórica
de un hombre con traje turco recibiendo una taza de café de manos de un chico.

 
Porque el café es un potente estimulante, al inicio de la introducción del café en el mundo árabe hubo grandes debates. Sin embargo, el entusiasmo era tal que una ley turca de la época sobre el divorcio precisaba que una mujer podía divorciarse de su esposo si este no llegaba a proporcionarle una ración diaria de café.

En 1630 había ya un millar de cafeterías en El Cairo. La prohibición volvió de nuevo a Europa, tras la apertura de las cafeterías y, curiosamente, por las mismas razones, es decir, por creer que la ingesta de café desarrollaba el espíritu crítico, favoreciendo probablemente los intercambios intelectuales entre los consumidores. 

 

Llegada del café a Europa 

 

Kofetarica (La bebedora de café), de 1888.

Ivana Kobilca

Museo Nacional de Liubliana

El café llegó a Europa alrededor del año 1600, mediante los mercaderes venecianos. Se aconsejó al papa Clemente VIII prohibir el café, pues creían que representaba una amenaza de los infieles. Después de haberlo probado, bautizó la nueva bebida, declarando que dejar sólo a los infieles el placer de esta bebida sería una lástima. El café fue bien recibido por los monjes por las mismas razones que por los imanes: les permitía mantenerse despiertos durante mucho tiempo, y además, mantenían el espíritu limpio. En 1650, un peregrino musulmán, Baba Budan, consiguió siete plantas en la India que plantó en Mysore y cuyas plantas descendientes subsisten todavía hoy. 
 
En 1583, Leonhard Rauwolf, un médico alemán recién llegado de un viaje de diez años por Oriente Medio, fue el primer occidental en describir la bebida.

Francis Bacon también mencionó al café en una obra llamada Sylva Sylvarum, publicada póstumamente en el año 1627.  Bacon describió unos locales en los que los turcos se reunían a beber café y los comparó con las tabernas europeas.

El café resultó especialmente reprobado por los sectores protestantes, aunque no produciría reacciones tan ásperas como el tabaco. Ya en 1611 algunos terratenientes alemanes pusieron en marcha un sistema para prohibir su difusión. Estas medidas se mantuvieron durante al menos un siglo en el norte y este de Alemania, hasta que Federico II de Prusia despenalizó su consumo, y lo sometió al pago de un fuerte impuesto. El malestar frente al café prosiguió en el norte de Europa hasta bien entrado el siglo XIX.

Algunos sacerdotes católicos lo llamaron «una amarga invención de Satanás», pues lo veían como un posible sustituto del vino, el cual, en su opinión, había sido santificado por Cristo. Sin embargo, según el libro Coffee, el papa Clemente VIII probó la bebida y al instante quedó cautivado. Para resolver el dilema religioso, bautizó simbólicamente el brebaje, y lo hizo así aceptable para los católicos. 
 

Primeras cafeterías 

 

En el sur y oeste de Europa se observó una mayor tolerancia. En la década de 1650 comenzó a ser muy importado y consumido en Inglaterra, y se comenzaron a abrir cafeterías en Oxford y en Londres. La primera cafetería en Londres se abrió en 1652.

Las cafeterías se convirtieron en lugares donde nacieron las ideas liberales, debido a la visita frecuente a esos lugares (donde, por cierto, se distribuían panfletos) por parte de filósofos y letrados. En 1676, esta agitación incitó al fiscal del rey Carlos II de Inglaterra a pedir el cierre de las cafeterías, arguyendo crímenes de ofensa contra el propio rey y contra el reino. Las reacciones en contra de esta decisión fueron tales que el edicto de cierre debió revocarse. Los flujos de ideas alimentadas por el café modificaron profundamente al Reino Unido. Había más de dos mil cafeterías, según un registro del año 1700. La famosa compañía de seguros Lloyd's de Londres fue en su origen una cafetería, fundada en 1688.

En 1670 se abrió la primera cafetería en Berlín. En París, el café Procope fue el primero en abrir, en 1686, y allí se inventó una nueva forma de preparar el café: haciendo pasar agua caliente a través de un filtro con café molido.

El café estuvo prohibido en Rusia, con penas incluso de tortura y de mutilación. Y, cuando la policía zarista encontraba a alguna persona presa de una crisis nerviosa, se lo atribuía al café. (WIKI)
 
 
El café, esa deliciosa y exótica bebida, llegó a la capital austriaca du­rante el cerco turco que mantuvo sitiada la ciudad todo el verano de 1683.  Un espía polaco robó a los turcos unos sacos con granos de café, confundidos al principio con forraje para ca­mellos. Unos años más tarde, un inmigrante armenio llamado Johan Diobato obtuvo el derecho imperial para preparar bajo la forma de café el brebaje turco.  A partir de entonces muchos cafés abrieron sus puertas en toda la ciudad.  El café vienés cumple diversas funciones, aquí se puede leer la prensa, comer algún bocadillo o tentempié y dependiendo de las instalaciones jugar una partida de bridge, ajedrez o billar. 
 
“La desordenada retirada de las tropas turcas dejó a las milicias victoriosas con valiosos tesoros que los turcos tuvieron que ir dejando atrás. Entre estos tesoros los turcos dejaron 25.000 tiendas de campaña, 10.000 bueyes, 5.000 camellos, una gran cantidad de oro y muchos sacos de café, algo que hasta entonces era totalmente desconocido por los vieneses y por supuesto para toda Europa por ello al principio querían quemarlos ya que pensaban que estos sacos con unos extraños granos eran aliento para camellos. Según cuenta la leyenda, el rey polaco Jan III Sobieski concedió lo sacos a uno de sus oficiales de origen polaca llamado Jerzy Franciszek Kulczycky, quien gracias al café otorgado por el Rey fundó la primera cafetería vienesa llamada “Zurb Blouen Flasche” (“La botella azul”) 

 

 

 

Las Casas de Café fueron lugares de reuniones muy populares de jugadores de Ajedrez en los Siglos XVIII y XIX y aún hoy en día es posible jugar partidas de Ajedrez.

"El Café Central también se llamaba "academia de ajedrez".  Alfred Polgar y León Trotsky eran los jugadores más temidos. "


Centralistas legendarios
"Al fin y al cabo, el Central no es una cafetería como las demás, sino una visión del mundo".
(Alfred Polgar)

Alfred Polgar (1873 - 1955), dramaturgo y ensayista vienés, describió con especial brillantez la naturaleza y el ser de los "centralistas" en su "Teoría del Café Central". Es decir, los clientes habituales del Café Central. Y hubo algunos famosos que consideraron este remanso de paz/descanso, puros, café, ajedrez y billar su hogar.

En las mesas de los asiduos a la competición se encontraban Polgar, Loos, Werfel, Hofmannsthal, Altenberg, Musil, Kraus, Kuh, Schnitzler, Zweig y, por último, uno o dos revolucionarios: Trotsky, Lenin y Stalin.

Como bien describe Alfred Polgar: "Un verdadero centralista que, encerrado en su café, tiene la sensación de ser empujado a la vida ruda, abandonado a los accidentes salvajes, a las anomalías y a las crueldades de las tierras extranjeras." "El Café Central se encuentra por debajo de la latitud vienesa en el meridiano de la soledad. Sus habitantes son, en su mayoría, personas cuya misantropía es tan feroz como su deseo de que la gente quiera estar sola pero necesite compañía para hacerlo".

Esta aura de euforia intelectual, naturalmente, también atrajo mágicamente a las damas. Así que uno o dos corazones se rompieron ciertamente. Ciertamente, la de Peter Altenberg, que adoraba a Lina -esposa de Adolf Loos- casi de forma idolátrica.

Cuando no había un debate acalorado, se jugaba al ajedrez. ¡Y al más alto nivel! Alfred Polgar era una persona temida y vencer a León Trotsky (alias "Herr Bronstein") era un honor increíble y, por tanto, poco frecuente.

Peter Altenberg ha permanecido en el Café Central hasta el día de hoy. Aunque sólo sea como figura de cartón piedra. Sin embargo, se sienta justo a la entrada del café y mira con algo de mala leche, pero sin embargo con curiosidad, a los invitados que van llegando.

En 1686, François Procope (Procopie Cotelli), oriundo de Sicilia, abrió el Café de Procope, que pronto se convirtió en un lugar de encuentro de ajedrecistas. El Café Procope es el más antiguo de París y está situado en el corazón del famoso Barrio Latino. El Café Procope afirma ser el restaurante más antiguo del mundo. El Café Procope se convirtió en un lugar de encuentro para la clase intelectual del siglo XVIII, como Voltaire, Benjamin Franklin y Thomas Jefferson. Napoleón jugaba al ajedrez en el Café de Procope cuando era un joven oficial de artillería. En 1989, el Café Procope fue reformado al estilo del siglo XVIII.https://sites.google.com/site/caroluschess/chess-cafes-and-clubs

El Café de la Regence, tal vez sea la Casa de Café ajedrez más famosa en el mundo, abiertos al público por primera vez en el año de 1670 en Paris cuando varios jugadores se mudaron aquí del Café Procope y fue frecuentado por Voltaire, Robespierre y Napoleón. Ignazio Calvi, (1792-1872), famoso jugador de la época, dio clases de Ajedrez tradicional aquí ganando 40,000 Francos durante un periodo de cuatro años.  

 

Fue inaugurado en 1692 por Thomas Slaughter, por lo que se le conoció primero como Slaughter's o The Coffee-house on the Pavement, ya que en aquella época no todas las calles de Londres estaban pavimentadas. Estaba en el número 74-75; sin embargo, hacia 1760, tras la muerte del propietario original, se abrió un New Slaughter's rival en el número 82, y el primer establecimiento pasó a conocerse como Old Slaughter's

El establecimiento era frecuentado por jugadores de ajedrez, damas y whist. Entre los jugadores más destacados se encuentran Abraham de Moivre, Benjamin Franklin y Philidor.  También era popular entre los artistas de todo tipo: arquitectos, pintores, poetas, escultores, etc. Esta comunidad artística incluía a Dryden, Gainsborough, Hogarth y Roubiliac. Slaughter´s

Fue en el café Foy de París, el 12 de julio de 1789, donde Camlle Desmoulins, subido en una mesa de mármol, desenvainando su espada gritó: "A las armas ciudadanos" y desde allí partió el gentió para tomar La Bastilla.

En el Zimmermann Café-Haus de Leipzig, en  1734 Juan Sebastian Bach estrenaba  su célebre Cantata del café, consisitente en una ópera cómica que narra la historia de un hombre cuya hija es adicta al café.  El padre disgustado amenaza con quitarle todo aquello que le guste, la comida. la ropa ... al ver que no le importan sus amenazas le prohibe casarse a menos de abandone dicha dependencia, lo que hace que ella acepte por lo que el hombre comienza a buscarle pretendientes.  Ella en secreto le dice a cada uno de ellos que no se casará a menos que le permitan tomar café.

 https://www.historiacocina.com/es/prehistoria_del_cafe


El londinense Cigar Gran Divande Samuel Reiss, abrió sus puertas en 1828. El establecimiento pronto se desarrolló como una cafetería, donde los caballeros fumaban cigarros con su café, hojeaban diarios y periódicos, se entretenían en largas conversaciones sobre la política del día y jugaban al ajedrez, sentados en cómodos divanes o sofás.

Philidor dando una exhibición de ajedrez con los ojos vendados para el embajador turco en el club Perloe´s Londres, 1793 (G. Williams, Jaque mate)
 
Desde 1774, Philidor frecuentaba el Parsloe's Coffee House en St. James Place (al lado de la Thatched House Tavern) en Londres. En 1774, Parsloe's fue el escenario del primer club de ajedrez organizado en Inglaterra, limitado estrictamente a 100 jugadores con una suscripción de tres guineas.  Las cuotas se utilizaban para pagar los gastos de Philidor durante su estancia en Londres. Parsloe's existió desde 1772 hasta 1825. (caroluschess/chess-cafes-and-clubs)


Otros clubes en Lóndres del pasado incluyen: Londres: 01 Slaughter's. 02 Parsloe's. 03 White's Choclate House. 04 Tom's. 05 Salopian. 06 Huttman's Garrick Chess Divan. 07 Gatti's. 08 Cafe Caro. 09 Kilpack's Divan. 10 Starie's Philidorian Chess Rooms. 11 Purssell's. 12 Gliddon's Divan. 13 Gambit Chess Rooms (Budge Row). 14 Dr Butler's Head.

Otros países: 01 Amsterdam: Roode Leeuw. 02 Berlin: Bauer, Belvedere, Konig. 03 Ginebra: Cafe de la Couronne. 04 Madrid: Cafe du Levant. 05 Leipzig: Hanisch. 06 Nueva York: International. 07 Roma: Palazzo de' Cinque. 08 Viena: Rabel, Central. 09 Riga: Reuter.
 
Café de la Couronne

  

El autor/artista Richard Seewald escribió un ensayo titulado "En el Café Stefanie" que puede encontrarse en la recopilación "La era del expresionismo alemán" de Paul Raabe. Seewald describió el aspecto del ajedrez: "En la sala más pequeña, los jugadores de ajedrez se sientan en silencio sobre sus tableros: Gustav Meyrink, que popularizó la magia y el horror, está jugando con Roda Roda, que sustituye el uniforme de oficial que solía llevar por el obligatorio chaleco rojo y el monóculo en su rubicunda cara de bulldog".

El Café Stefanie atraía a bohemios de todo tipo, poetas, autores, artistas, activistas y ajedrecistas. Hombres como el escritor Gustav Meyrink, el dramaturgo Frank Wedekind, los artistas Alfred Kubin y Paul Klee acudían allí. Hugo Ball, fundador del movimiento dadaísta (en otro café, el Café Voltaire de Zúrich), y su esposa Emmy Hennings, artista de cabaret y poetisa, frecuentaron el lugar durante un tiempo, mientras que Else Lasker-Schuler solía pasar por allí cuando estaba en Múnich. Como dice Peter Watson en "The German Genius: El Tercer Renacimiento de Europa", lo expresó así: "El Café Stephanie, conocido como Café Megalomanía, era el lugar donde los poetas y artistas se reunían, jugaban al ajedrez, pedían dinero prestado e intentaban no desear a Lotte Pritzel, "la amoralista más entrañable jamás conocida".

Erich Mühsam escribió en "Unpolitische Erinnerungen" : "El Café Stefanie estaba situado en la periferia del Distrito de las Artes, ubicado en el Barrio Latino de Múnich. Era la guarida de artistas, escritores y genios en ciernes de todo tipo, ya fueran muchos artistas extranjeros, rusos, húngaros y eslavos de los Balcanes, o simplemente lo que los muniqueses denominan con el nombre colectivo de "granuja". Una mesa de la esquina estaba reservada para una serie de celebridades, algunas pagaban el ajedrez, otras discutían los acontecimientos del día en los campos de la literatura, el arte y el teatro. Allí conocí a Max Halbe know y Max Dauthendey que durante años en la mesa de la esquina jugaban casi a diario al ajedrez con Roda Roda y Gustav Meyrink del Consejo General y con el profesor Eugen von Stieler de la Academia de Bellas Artes de Múnich, así como con el "Mayor", el pintor y escritor August Hoffmann-Bestenhof, el pintor Max Nonnenbruch y muchos otros". 

https://www.chess.com/article/view/of-cafeacutes-politics-atrs-and-chess


 Vista del café famoso Bauer en la calle del tilo den Berlín. circa 1911.

Aunque el café preferido en el último cuarto del siglo XIX en Berlín era el Kaiserhof, también se menciona el Bauer. Pero cuando el Kaiserhof cerró en 1906, los jugadores se dirigieron en masa al Café Bauer.  Según Kurt Richter (que habría llegado a la escena después de la Primera Guerra Mundial):
"Además, sin embargo, había en aquella época en Berlín una serie de cafés de ajedrez en zonas donde había un tráfico diario. El más significativo en el período anterior a la Guerra Mundial fue sin duda el Café Bauer Unter der Linden. Allí se reunían todos los ajedrecistas de la ciudad, muchos maestros, buenos y malos jugadores".
https://www.chess.com/article/view/berlin-schach-cafeacutes


Jugadores de ajedrez en el Café du Levante; boceto del cuadro pintado hacia 1839 por Alenza para decorar el frontis de la puerta del Café de Levante.

Mesonero Romanos, erudito cronista de Madrid, dejó escrita en sus Memorias de un setentón esta instantánea que parece fiel copia de la escena pintada por Alenza:

...los ahumados y estrechos aposentos del café de Levante (calle Alcalá, frente al Buen Suceso), donde engolfarse en una interminable partida de chanquete o ajedrez...  Café du Levant

 
 
. . y también el verdadero Oriental Coffee House and Casino de Boston, situado en la calle Washington entre las calles Dover y Elliot, un intento de reproducir el Café de la Régence en América en 1881. Constaba de una "sala de caballeros" con "camareras" y una sección de billar; una "sala de damas" sólo para mujeres, a menos que un hombre estuviera acompañado por una mujer, y un escenario con un piano en lugar de la sección de billar; una sala de lectura; y una sala de juegos para cartas, damas, ajedrez, backgammon y dominó.
Curiosamente, la Boston Oriental Coffee House Company fue diseñada originalmente para formar parte del movimiento antialcohólico y competir con los 2.000 salones de la zona de Boston. Se consideró un éxito y en 1892 había 4 locales en Boston que atendían a 2.400 clientes al día. batgirl


Historia  del café

 

"Cuenta la leyenda que Kaldi sacaba sus cabras a pastar por las abruptas laderas de Kaffa, en Abisinia.  Un día sus animales se extraviaron y, tras mucho buscar, los encontró. No tardó en percatarse de que las cabras se hallaban en un estado de agitación extraña. ¿Será por los frutos rojos de esos arbustos que están comiendo?, se preguntó. Intrigado, un día decidió probar él mismo aquellas bayas.

Pronto notó que él también estaba inquieto y esa noche le costó conciliar el sueño. El pastor lo contó en su pueblo y el immam de una mezquita próxima se interesó por aquellos frutos silvestres. Decidió probarlos en infusión y comprobó que podía mantenerse despierto toda la noche. De esta manera, decidió dar la bebida a sus discípulos para que se mantuviesen despiertos durante la oración nocturna. Después, el boca a boca propagó sus efectos hasta nuestros días.

Sea como fuere el verdadero origen del café, lo que se sabe a ciencia cierta es que su consumo empezó en Etiopía, de allí se extendió el consumo al resto del mundo musulmán y en 1583, Léonard Rauwolf, un médico alemán recién llegado de un viaje de diez años por Oriente Medio, fue el primer occidental en describir el brebaje: 

´Una bebida tan negra como la tinta, útil contra numerosos males, en particular los males de estómago. Sus consumidores lo toman por la mañana, con toda franqueza, en una copa de porcelana que pasa de uno a otro y de la que cada uno toma un vaso lleno. Está formada por agua y el fruto de un arbusto llamado bunnu.´
 


Palacio Herberstein, sede del Club de Ajedrez de Viena
 
"Las competiciones de ajedrez las organizaban los clubes de ajedrez y normalmente se celebraban en cafeterías. Un ejemplo famoso es el Café Central donde, además de campeones de ajedrez, también se reunieron los líderes del sindicato. El revolucionario Trotsky jugó aquí su partida diaria de ajedrez antes de partir hacia Rusia en 1914. En 1910, el gran Palacio Herberstein abrió sus puertas. En este edificio, los 700 miembros del Club de Ajedrez de Viena tenían muchas comodidades a su disposición:

 "‘Amplias salas de conversación y lectura, comedores para fumadores y no fumadores, salón de damas, sala de billar y salones de ajedrez (¡con paredes correderas!). Además, hay dieciséis espaciosas salas de juegos además de guardarropas, cocinas y salas laterales, todas las cuales ocupan dos pisos completos de este hermoso edificio: el entrepiso y el primer piso. Los muebles son abundantes, discretos y sin pretensiones. Todo irradia comodidad. Los techos altos de las habitaciones del club son impresionantes. Las áreas igualmente amplias y distinguidas brindan la comodidad que naturalmente corresponde a una asociación de nuestra residencia, prominente tanto en carácter como en composición ”, dice el ajedrecista Georg Marco ese año en el Wiener Schachzeitung.

El ajedrecista un poco menos acomodado siguió jugando su juego diario en la cafetería.
 
Conocida cafetería vienesa
 
 
 
 
Los cafés eran los lugares de encuentro más importantes de la ciudad. Grupos de amigos o personas de ideas afines se reunían todos los días en la misma mesa de su "bar favorito". A los clientes habituales incluso se les entregaba la ropa limpia o el correo en su cafetería. Estos cafés no solo estaban abiertos a los hombres; las mujeres también podían reunirse allí. Los cafés estaban tan entrelazados con la vida cotidiana de la clase media alta que el Café Cultura de Viena está en la lista de patrimonio inmaterial de la UNESCO desde 2011. Esto incluye el mobiliario centenario y la taza de café ofrecida junto con un vaso de agua y el periódico. El Palacio Herberstein todavía existe, aunque ya no alberga el club de ajedrez. Viena ya no es la meca del ajedrez, a diferencia de hace cien años." https://www.schaakstukkenmuseum.nl/?p=3513&lang=en
 
 
 
 
 
 
El café llegó a América en 1689, con la apertura del primer establecimiento en Boston. La bebida ganó popularidad y obtuvo el rango de bebida nacional, después de que los rebeldes lanzaron al mar el té objeto de impuestos por la corona británica durante el motín del té (1773) en Boston. Esta operación clave se preparó en la cafetería Dragón verde. En esta taberna se reunían Los hijos de la LIbertad, germen independentista que contaban el apoyo de taberneros y trabajadores de muelles.
Contaron los Hijos de la Libertad con el favor de taberneros y trabajadores de los muelles. En Boston alcanzó notoriedad la taberna del Dragón Verde como centro de reunión.

Leer más: https://www.historiarum.es/news/los-hijos-de-la-libertad-y-el-poder-popular-en-la-revolucion-norteamericana-por-victor-manuel-galan-tendero/
Contaron los Hijos de la Libertad con el favor de taberneros y trabajadores de los muelles. En Boston alcanzó notoriedad la taberna del Dragón Verde como centro de reunión.

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Contaron los Hijos de la Libertad con el favor de taberneros y trabajadores de los muelles. En Boston alcanzó notoriedad la taberna del Dragón Verde como centro de reunión.

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El café alcanzó su completa aceptabilidad social en Occidente en el siglo XVIII, cuando surgió la costumbre de tomar una taza con leche como desayuno. Pronto los grandes cultivos se desplazaron a Ceilán e Indonesia, y se consolidaron posteriormente en América del Sur. 

En 1696, los holandeses lo hicieron cultivar en Indonesia y en Java. En 1714, el capitán de infantería Gabriel Mathieu de Clieu ocultó un esqueje de una planta de café, que había sido ofrecida por Holanda al rey Luis XIV de Francia y se había conservado en los invernaderos reales, y trajo el esqueje a Martinica. A continuación se implantó el cafeto en las laderas del Monte Pelée en Martinica, en Santo Domingo y en Guadalupe. Cincuenta años más tarde, había ya 19 millones de plantas en Martinica.

Los holandeses llevaron semillas a la Guayana Neerlandesa y de allí a la vecina Guayana Francesa. La primera plantación en Brasil se estableció en 1727 con plantas sustraídas de la Guayana Francesa a pesar de fuertes medidas de seguridad impuestas por las autoridades coloniales. Su cultivo dependía de la práctica de la esclavitud, que se suprimió en 1888.

En 1784 los misioneros capuchinos llevaron las primeras semillas de café a Venezuela desde el Brasil, mientras que a Colombia llegaron desde las Antillas francesas. Los primeros cultivos en pequeña escala se registraron en los últimos tiempos coloniales, sobre todo en el departamento del Magdalena, en 1785. 
 
En Ecuador, los primeros cultivos documentados datan de 1830, cuando se plantaron diversos ejemplares de cafetos de la variedad Típica, de café Arábica, en los recintos de Las Maravillas y El Mamey, en el cantón de Jipijapa, en la provincia de Manabí.
 
 

 La pasión por el ajedrez y el café

DISEÑO: SERGIO COELLAR MIDEROS - RENATO SALAZAR (2002)