jueves, 25 de agosto de 2022

CASAS DE CAFE Y AJEDREZ


Los cafés o cafeterías probablemente se originaron en la Turquía del siglo XVI y se expandieron rápidamente a Persia, Arabia, Egipto y otras naciones islámicas. Incluso allí eran refugios para idealistas políticos, filósofos, artistas y jugadores. Cuando los cafés se trasladaron a Europa, aproximadamente un siglo después, se convirtieron en lugares de encuentro para revolucionarios, los jugadores de vanguardia, ajedrez, damas, whist, naipes y billar. batgirl

"Almehs (Egyptian courtesans) Playing Chess in a Café"

Jean´León Gérôme

  
El consumo del café se extendió al

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Chess in a Cairo Coffee House

mundo laico y en 1510, los cafés (kahwe khaneh) proliferaban en las grandes ciudades árabes de El Cairo y La Meca. En estos salones la gente se reunía además a conversar, escuchar música o jugar al ajedrez. ​ Debido a los efectos estimulantes del café los imanes ortodoxos y conservadores postulaban que el Corán prohibía el café, tal como el vino y el hachís, y que los cafés eran amenazas a la estabilidad política y social. En 1511, el gobernador de La Meca, Khair Bey, prohibió su consumo e hizo cerrar todas las cafeterías; sin embargo, el sultán de El Cairo, que tenía autoridad por sobre el gobernador, suavizó el edicto ya que el consumo no solo era legal en la ciudad, sino también un importante producto comercial.

En el siglo XV, los árabes introdujeron el café en Persia, Egipto, África septentrional y Turquía. 
 
Sobre la entrada de una cafetería de Leipzig hay una representación escultórica
de un hombre con traje turco recibiendo una taza de café de manos de un chico.

 
Porque el café es un potente estimulante, al inicio de la introducción del café en el mundo árabe hubo grandes debates. Sin embargo, el entusiasmo era tal que una ley turca de la época sobre el divorcio precisaba que una mujer podía divorciarse de su esposo si este no llegaba a proporcionarle una ración diaria de café.

En 1630 había ya un millar de cafeterías en El Cairo. La prohibición volvió de nuevo a Europa, tras la apertura de las cafeterías y, curiosamente, por las mismas razones, es decir, por creer que la ingesta de café desarrollaba el espíritu crítico, favoreciendo probablemente los intercambios intelectuales entre los consumidores. 

 

Llegada del café a Europa 

 

Kofetarica (La bebedora de café), de 1888.

Ivana Kobilca

Museo Nacional de Liubliana

El café llegó a Europa alrededor del año 1600, mediante los mercaderes venecianos. Se aconsejó al papa Clemente VIII prohibir el café, pues creían que representaba una amenaza de los infieles. Después de haberlo probado, bautizó la nueva bebida, declarando que dejar sólo a los infieles el placer de esta bebida sería una lástima. El café fue bien recibido por los monjes por las mismas razones que por los imanes: les permitía mantenerse despiertos durante mucho tiempo, y además, mantenían el espíritu limpio. En 1650, un peregrino musulmán, Baba Budan, consiguió siete plantas en la India que plantó en Mysore y cuyas plantas descendientes subsisten todavía hoy. 
 
En 1583, Leonhard Rauwolf, un médico alemán recién llegado de un viaje de diez años por Oriente Medio, fue el primer occidental en describir la bebida.

Francis Bacon también mencionó al café en una obra llamada Sylva Sylvarum, publicada póstumamente en el año 1627.  Bacon describió unos locales en los que los turcos se reunían a beber café y los comparó con las tabernas europeas.

El café resultó especialmente reprobado por los sectores protestantes, aunque no produciría reacciones tan ásperas como el tabaco. Ya en 1611 algunos terratenientes alemanes pusieron en marcha un sistema para prohibir su difusión. Estas medidas se mantuvieron durante al menos un siglo en el norte y este de Alemania, hasta que Federico II de Prusia despenalizó su consumo, y lo sometió al pago de un fuerte impuesto. El malestar frente al café prosiguió en el norte de Europa hasta bien entrado el siglo XIX.

Algunos sacerdotes católicos lo llamaron «una amarga invención de Satanás», pues lo veían como un posible sustituto del vino, el cual, en su opinión, había sido santificado por Cristo. Sin embargo, según el libro Coffee, el papa Clemente VIII probó la bebida y al instante quedó cautivado. Para resolver el dilema religioso, bautizó simbólicamente el brebaje, y lo hizo así aceptable para los católicos. 
 

Primeras cafeterías 

 

En el sur y oeste de Europa se observó una mayor tolerancia. En la década de 1650 comenzó a ser muy importado y consumido en Inglaterra, y se comenzaron a abrir cafeterías en Oxford y en Londres. La primera cafetería en Londres se abrió en 1652.

Las cafeterías se convirtieron en lugares donde nacieron las ideas liberales, debido a la visita frecuente a esos lugares (donde, por cierto, se distribuían panfletos) por parte de filósofos y letrados. En 1676, esta agitación incitó al fiscal del rey Carlos II de Inglaterra a pedir el cierre de las cafeterías, arguyendo crímenes de ofensa contra el propio rey y contra el reino. Las reacciones en contra de esta decisión fueron tales que el edicto de cierre debió revocarse. Los flujos de ideas alimentadas por el café modificaron profundamente al Reino Unido. Había más de dos mil cafeterías, según un registro del año 1700. La famosa compañía de seguros Lloyd's de Londres fue en su origen una cafetería, fundada en 1688.

En 1670 se abrió la primera cafetería en Berlín. En París, el café Procope fue el primero en abrir, en 1686, y allí se inventó una nueva forma de preparar el café: haciendo pasar agua caliente a través de un filtro con café molido.

El café estuvo prohibido en Rusia, con penas incluso de tortura y de mutilación. Y, cuando la policía zarista encontraba a alguna persona presa de una crisis nerviosa, se lo atribuía al café. (WIKI)
 
 
El café, esa deliciosa y exótica bebida, llegó a la capital austriaca du­rante el cerco turco que mantuvo sitiada la ciudad todo el verano de 1683.  Un espía polaco robó a los turcos unos sacos con granos de café, confundidos al principio con forraje para ca­mellos. Unos años más tarde, un inmigrante armenio llamado Johan Diobato obtuvo el derecho imperial para preparar bajo la forma de café el brebaje turco.  A partir de entonces muchos cafés abrieron sus puertas en toda la ciudad.  El café vienés cumple diversas funciones, aquí se puede leer la prensa, comer algún bocadillo o tentempié y dependiendo de las instalaciones jugar una partida de bridge, ajedrez o billar. 
 
“La desordenada retirada de las tropas turcas dejó a las milicias victoriosas con valiosos tesoros que los turcos tuvieron que ir dejando atrás. Entre estos tesoros los turcos dejaron 25.000 tiendas de campaña, 10.000 bueyes, 5.000 camellos, una gran cantidad de oro y muchos sacos de café, algo que hasta entonces era totalmente desconocido por los vieneses y por supuesto para toda Europa por ello al principio querían quemarlos ya que pensaban que estos sacos con unos extraños granos eran aliento para camellos. Según cuenta la leyenda, el rey polaco Jan III Sobieski concedió lo sacos a uno de sus oficiales de origen polaca llamado Jerzy Franciszek Kulczycky, quien gracias al café otorgado por el Rey fundó la primera cafetería vienesa llamada “Zurb Blouen Flasche” (“La botella azul”) 

 

 

 

Las Casas de Café fueron lugares de reuniones muy populares de jugadores de Ajedrez en los Siglos XVIII y XIX y aún hoy en día es posible jugar partidas de Ajedrez.

"El Café Central también se llamaba "academia de ajedrez".  Alfred Polgar y León Trotsky eran los jugadores más temidos. "


Centralistas legendarios
"Al fin y al cabo, el Central no es una cafetería como las demás, sino una visión del mundo".
(Alfred Polgar)

Alfred Polgar (1873 - 1955), dramaturgo y ensayista vienés, describió con especial brillantez la naturaleza y el ser de los "centralistas" en su "Teoría del Café Central". Es decir, los clientes habituales del Café Central. Y hubo algunos famosos que consideraron este remanso de paz/descanso, puros, café, ajedrez y billar su hogar.

En las mesas de los asiduos a la competición se encontraban Polgar, Loos, Werfel, Hofmannsthal, Altenberg, Musil, Kraus, Kuh, Schnitzler, Zweig y, por último, uno o dos revolucionarios: Trotsky, Lenin y Stalin.

Como bien describe Alfred Polgar: "Un verdadero centralista que, encerrado en su café, tiene la sensación de ser empujado a la vida ruda, abandonado a los accidentes salvajes, a las anomalías y a las crueldades de las tierras extranjeras." "El Café Central se encuentra por debajo de la latitud vienesa en el meridiano de la soledad. Sus habitantes son, en su mayoría, personas cuya misantropía es tan feroz como su deseo de que la gente quiera estar sola pero necesite compañía para hacerlo".

Esta aura de euforia intelectual, naturalmente, también atrajo mágicamente a las damas. Así que uno o dos corazones se rompieron ciertamente. Ciertamente, la de Peter Altenberg, que adoraba a Lina -esposa de Adolf Loos- casi de forma idolátrica.

Cuando no había un debate acalorado, se jugaba al ajedrez. ¡Y al más alto nivel! Alfred Polgar era una persona temida y vencer a León Trotsky (alias "Herr Bronstein") era un honor increíble y, por tanto, poco frecuente.

Peter Altenberg ha permanecido en el Café Central hasta el día de hoy. Aunque sólo sea como figura de cartón piedra. Sin embargo, se sienta justo a la entrada del café y mira con algo de mala leche, pero sin embargo con curiosidad, a los invitados que van llegando.

En 1686, François Procope (Procopie Cotelli), oriundo de Sicilia, abrió el Café de Procope, que pronto se convirtió en un lugar de encuentro de ajedrecistas. El Café Procope es el más antiguo de París y está situado en el corazón del famoso Barrio Latino. El Café Procope afirma ser el restaurante más antiguo del mundo. El Café Procope se convirtió en un lugar de encuentro para la clase intelectual del siglo XVIII, como Voltaire, Benjamin Franklin y Thomas Jefferson. Napoleón jugaba al ajedrez en el Café de Procope cuando era un joven oficial de artillería. En 1989, el Café Procope fue reformado al estilo del siglo XVIII.https://sites.google.com/site/caroluschess/chess-cafes-and-clubs

El Café de la Regence, tal vez sea la Casa de Café ajedrez más famosa en el mundo, abiertos al público por primera vez en el año de 1670 en Paris cuando varios jugadores se mudaron aquí del Café Procope y fue frecuentado por Voltaire, Robespierre y Napoleón. Ignazio Calvi, (1792-1872), famoso jugador de la época, dio clases de Ajedrez tradicional aquí ganando 40,000 Francos durante un periodo de cuatro años.  

 

Fue inaugurado en 1692 por Thomas Slaughter, por lo que se le conoció primero como Slaughter's o The Coffee-house on the Pavement, ya que en aquella época no todas las calles de Londres estaban pavimentadas. Estaba en el número 74-75; sin embargo, hacia 1760, tras la muerte del propietario original, se abrió un New Slaughter's rival en el número 82, y el primer establecimiento pasó a conocerse como Old Slaughter's

El establecimiento era frecuentado por jugadores de ajedrez, damas y whist. Entre los jugadores más destacados se encuentran Abraham de Moivre, Benjamin Franklin y Philidor.  También era popular entre los artistas de todo tipo: arquitectos, pintores, poetas, escultores, etc. Esta comunidad artística incluía a Dryden, Gainsborough, Hogarth y Roubiliac. Slaughter´s

Fue en el café Foy de París, el 12 de julio de 1789, donde Camlle Desmoulins, subido en una mesa de mármol, desenvainando su espada gritó: "A las armas ciudadanos" y desde allí partió el gentió para tomar La Bastilla.

En el Zimmermann Café-Haus de Leipzig, en  1734 Juan Sebastian Bach estrenaba  su célebre Cantata del café, consisitente en una ópera cómica que narra la historia de un hombre cuya hija es adicta al café.  El padre disgustado amenaza con quitarle todo aquello que le guste, la comida. la ropa ... al ver que no le importan sus amenazas le prohibe casarse a menos de abandone dicha dependencia, lo que hace que ella acepte por lo que el hombre comienza a buscarle pretendientes.  Ella en secreto le dice a cada uno de ellos que no se casará a menos que le permitan tomar café.

 https://www.historiacocina.com/es/prehistoria_del_cafe


El londinense Cigar Gran Divande Samuel Reiss, abrió sus puertas en 1828. El establecimiento pronto se desarrolló como una cafetería, donde los caballeros fumaban cigarros con su café, hojeaban diarios y periódicos, se entretenían en largas conversaciones sobre la política del día y jugaban al ajedrez, sentados en cómodos divanes o sofás.