Fotografía: http://ajedrezlaluchacontinua.blogspot.com/ |
¿El talento, nace o se hace?
En tanto, Judit, la más pequeña y la más brillante de las hermanas, en 1988, a los 12, ganó el Mundial Infantil Sub14 en Rumania. A los 15 logró el título de gran maestro masculino superando en dos años a Kasparov que lo consiguió a los 17, y en tres meses a Bobby Fischer, que ostentaba el record de precocidad, con 15 años y 6 meses. A los 16, obtuvo el Magistral de Hasting, a los 17, el de Madrid, a los 24, el Najdorf en Buenos Aires, y en su palmarés cuenta victorias ante diez campeones mundiales, Smislov, Spassky, Karpov, Kasparov, Ponomariov, Kasimdzhanov, Topalov, Kramnik, Carlsen y Anand. Además, en 2005, su fuerza ajedrecista se ubicó entre los ocho mejores varones del ranking de la FIDE, y en 2016, dos años después de su retiro profesional, la organización norteamericana, Super Scholar la seleccionó entre las 10 mentes más inteligentes del siglo XX. Su C.I. (170) es superior al de Bill Gates y Stephen Hawking.
Kasparov
junto a las hermanas Polgar
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Las hermanas Polgar |
La experimentación consistía en que las niñas no concurrirían al colegio (pero darían sus exámenes libres cada año) y recibirían educación en su propia casa. No sólo aprenderían los conocimientos básicos de las materias sino que además el esperanto sería la lengua utilizada para la enseñanza y el ajedrez la asignatura complementaria pero con una excepción. Los educadores y ocasionales rivales de ajedrez serían exclusivamente varones. Las niñas no jugarían con otras mujeres. Para no descuidar el ejercicio físico, la rutina incluía que las tres hermanas practicaran tenis de mesa o ping pong. Más tarde sus padres confiarían que aquello se debió a que era el deporte más barato y el que tenían a mayor alcance en esos días austeros.
“En aquellos años todo pasaba por nuestra casa. Las horas de estudio y de diversión, pero al final las tres niñas aprobaron cada uno de los ciclos de la escuela y demostraron que un gran maestro de ajedrez puede ser un hombre o una mujer” contó con orgullo, Klara, la mamá con un rubor permanente sobre su rostro ovalo y sin arrugas.
“En esa época había mucha gente que no quería aceptar que una mujer fuera intelectualmente igual que un hombre, por eso sufrimos muchas advertencias de parte del Estado. No sólo amenazaron con encerrarme en un psiquiátrico sino que también nos querían quitar a nuestras hijas”, señaló, Laszlo, con calvicie incipiente, rostro redondo y barba blanca, abundante y prolija.
Tal vez hoy sólo sea un mal recuerdo, pero a mediados de los años ochenta, durante los mandatos de Pal Losonczi (entre 1967 y 1987)y Karolv Nemeth (1987-1989), a cargo de la presidencia del Consejo húngaro, los Polgar debieron sortear diversas trabas burocráticas y amenazas de toda índole, ante cada solicitud de autorización para acompañar a sus hijas al exterior para que pudieran competir. “Temían que nos marcháramos y no regresáramos a nuestra patria”, aseveró Klara.
Afortunadamente las aguas se calmaron, los permisos fueron aprobados y las chicas sacaron lo mejor de cada enseñanza y efectuaron una jugada para la memoria; uno de los grandes orgullos en la historia del ajedrez húngaro. Las hermanas Polgar, Susan, Judit y Sofía, representando a su país ganaron las medallas doradas en las Olimpíadas de Ajedrez en Tesalónica (1988) y Novi Sad (1990) relegando a la segunda colocación a las jugadoras soviéticas que acumulaban 25 años de reinado ininterrumpidos en las competencias femeninas. El logro de las niñas fue acompañado por la prensa especializada que tituló “El equipo Polgaria” como sinónimo de Hungría. Tras el regreso triunfal, el Clan Polgar fue recibido como héroes en su país y eso incluyo un ascenso en la escala social.
Cuando Judit Polgar se casó (con un veterinario de Budapest), un periodista le preguntó si debía informar a los jugadores de ajedrez que debían abandonar toda esperanza de conquistar su corazón. Judit contestó: "Lo cierto es que deben de haberla abandonado hace tiempo, porque siempre he dejado muy claro que no me casaría con un ajedrecista." ¡Algo que ciertamente da que pensar! (Antonio Gude)
Consultadas sobre el método utilizada por sus padres, si ellas, como madres, lo repetirían frente a sus hijos, las tres respondieron de la misma manera, pero Judit, la menor tomó la palabra.
“No creo, aunque no lo sabemos, no lo debatimos; el mundo de hoy es distinto pero creemos que nuestros padres hicieron lo correcto. Tal vez mis hijos y mis sobrinos no lleguen a ser grandes ajedrecistas, pero intentaremos que todos jueguen de manera razonable”.
Tras el éxito del laboratorio familiar, el papá Laszlo Polgar decidió publicar y contar los detalles de su fórmula en una nueva obra con diversas traducciones, bajo el título, “Criar Talentos” que se vendió “como pan caliente” de a miles y en varios idiomas desde húngaro hasta inglés.
Incluso, atrapados por la curiosidad del método, dos grandes maestros húngaros Peter Leko (fue subcampeón mundial) y Ferenc Berkes se interiorizaron por el método Polgar para mejorar su entrenamiento, aunque nunca hicieron públicas sus opiniones. Un argentino, el gran maestro Gerardo Barbero, nacido en Lanús, criado en Rosario y fallecido en Hungría en 2001, también utilizó la técnica de los Polgar para la crianza de su hijo Janos. Si bien el niño no brilló en el ajedrez supo destacarse como ingeniero y hoy trabaja en un proyecto en Silicon Valley. El multimillonario holandés Joseph Van Oosteron -creador del festival de ajedrez Melody Ambers, en Mónaco, y fallecido en 2016- fue otro de los interesados en el Proyecto Polgar. Mantuvo una serie de reuniones con Papá Laszlo y ofreció hacerse cargo de los costos para que el estudio se replicara con tres niños varones de Aruba, que fueran adoptados y criados en el mismo hogar de los Polgar. Si bien la propuesta fue aceptada por el matrimonio húngaro, la idea no pudo llevarse a la práctica por cuestiones burocráticas.
Más allá del Caso Polgar resulta curioso que frente a los beneficios y virtudes de la práctica de este juego, un campo versátil en la toma de decisiones, concentración, planificación y resolución de problemas, no fuese aún valorado por las autoridades educativas frente a los tiempos modernos de la inmediatez y celeridad de los videos juegos. Los especialistas llaman “crisis de atención” la provocada por la exposición desmedida de los chicos a las pantallas de celulares, tabletas y consolas de juego. Si bien ya en 1995, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) recomendó la inclusión del ajedrez en los niveles primario y secundario de todos los países miembros, la sugerencia todavía duerme en un cajón de algún oscuro despacho.
Ya no se trata de si el genio nace o se hace, lo sucedido en Hungría hace 40 años sirvió para sumar un nuevo indicio de la importancia y del valor pedagógico del ajedrez en la formación de los más chicos. No se trata de crear prodigios o genios en el aula, sino en transformar al ajedrez en esa herramienta educativa para estimular la enseñanza. Un método transversal e interdisciplinar que permita que con el juego (ajedrez educativo) los niños aprendan matemáticas, geometría, historia, geografía, lengua, informática e idiomas. Existen diversos estudios que avalan los hechos.
Se trata de una jugada innovadora en la educación y que los investigadores analizan desde hace casi un siglo, la que sin embargo hoy parece descuidada o lo que es peor, amenazada por un jaque al olvido.
Tibor Karolyi- WIKI |
Cuando se disputó esta partida, la economía del país había mostrado ya claros signos de crisis. Judit vivía su vida en familia, pero su carrera no puede separarse de sus hermanas, Zsuzsa y Zsofia (por cierto, en húngaro “zs” se pronuncia como la “j” francesa). De modo que su carrera, en cierto modo, había dado comienzo antes de que naciese.
Nota de Colección de papá: Karolyi se refiere a la primera partida de Judit Polgar, en la que con menos de ocho años derrota con negras, jugando una Siciliana, a su rival en 24 movimientos.
Tengo dos formas de describir a los Polgar. Una es la forma que me recuerda a mis abuelos. Sus voces, sus movimientos han quedado para siempre en mi memoria, pero esa memoria refleja la visión de un niño. Nunca he tenido la oportunidad de verlos como un adulto.
Cuando telefoneé a los Polgar, hace algunos años, Klara cogió el teléfono. Dije buenos días y me identifique como Tibor Károlyi. Al instante me dijo: “Tibor, no tiene que presentarse. Reconozco perfectamente su voz”. Por entonces cuando me encontraba a menudo con la familia, no apreciaba aún lo natural que me resultaba hablarles. Por otro lado, ahora, desde la distancia, puedo apreciar plenamente sus logros.
Los padres de Judit hicieron un enorme esfuerzo por sus hijas. La educación requiere que comience por Klara, la madre. Se trata de una persona encantadora con quien es verdaderamente agradable charlar, porque es muy risueña. Es una persona muy educada, que habla con fluidez varios idiomas. Hay un área en el oeste de Ucrania que habla húngaro, y aunque creo que fue su lengua materna, no lo habla como nosotros, sino con un acento diferente. Es interesante que cuando hablé con ella la última vez, percibí que ya no tenía ese acento, sino que hablaba como mucha gente de Budapest.
Creo que la amabilidad natural de Judit está heredada de su madre. Siempre he encontrado a Judit amistosa y siempre he disfrutado de su compañía. Todos los padres, por supuesto, hacen un gran esfuerzo por sus hijos, pero Klara hizo más que la mayoría de las madres. Puesto que no juega al ajedrez, debe haber sido tremendamente aburrido para ella estar sentada durante horas, mientras esperaba a sus niñas, mientras éstas juegan en algún torneo, sin entender en absoluto lo que está pasando en el tablero. Desde mediados de los ochenta, esos lugares son habitualmente hoteles de lujo, de los que puede disfrutarse cuando los participantes perciben un cachet decente. Había mucho por celebrar, pero la cosa no empezó así.
En la primera década la gente jugaba al ajedrez en clubes y en parques o plazas de cada ciudad. Solían hacerlo a diario, año tras año. Un poco después, cuando las hermanas Polgar ya habían tenido éxito, Klara me dijo en una conversación: “Lo único que le pido a la vida es que mis hijas sean felices”. Le deseé lo mejor y manifesté mi esperanza de que su deseo se cumpliese. Ahora, cuando Judit es alguien tan importante en el ajedrez húngaro y puede ocuparse de sus propios intereses, espero que no solo ella sea feliz, sino también que lo sea la gente que la rodea.
Hasta que Judit se casó, Klara acompañó a su hija a la mayoría de los torneos dándole todo su apoyo. Yo mismo lo he visto. Los padres deben ser respetados por el incansable esfuerzo que han desplegado por sus hijos.
Laszlo Polgar (cuyo apellido, por cierto, significa ciudadano en húngaro) fue la persona clave de la familia. Creo que su espíritu luchador y la imaginación de Judit – elementos clave de su éxito- se los debe directamente a su padre. Siempre que veo fotos de las chicas en alguna revista, siento que deberían estar acompañadas de una pequeña foto de Laszlo. Casi todas las ideas e iniciativas procedían de él. Fue quien verdaderamente más luchó y tomó todas las decisiones.
A tan corta edad, los niños juegan ya mejor que las niñas. Esto realza debidamente los resultados obtenidos por Judit contra hombres. Personalmente, no entiendo por qué los chicos son más fuertes que las chicas, ni trataré de explicármelo, pero lo cierto es que es así.
También subraya la impotancia de su educación. Hasta ahora, ninguno de los jugadores educados exclusivamente para jugar al ajedrez han conseguido nada especial fuera del juego.
Las tres hermanas Polgar alcanzaron un nivel muy alto en ajedrez. Sin embargo, no hay que olvidadr que el ajedrez es un deporte que requiere cualidades como hambre por el éxito y contar con un fuerte sistema nervioso, capaz de soportar la gran tensión de las partidas.
La fuerza de voluntad también tiene un papel importante, porque no todo el mundo tiene la capacidad de resistir un entrrenamiento de muchas horas, un día tras otro, durante muchos años. Aunque no hubiese demostrado ciertas ideas, el esfuerzo de Laszlo no fue en balde.Respetamos a la Revolución Francesa por su lema Libertad, igualdad, fraternidad, aunque estos ideales no lograsen materializarse del todo. Ahora está demostrado que la libertad y la igualdad no pueden coexistir al mismo tiempo en la sociedad. En las sociedades igualitarias, no todos los individuos son libres, y en una sociedad libre, no todos los individuos son iguales.
A Laszlo siempre se le ocurrían nuevas ideas, algunas de ellas grades y realizables. Otras no tan buenas. Pero simpre era él el cerebro de las empresas. Era maestro de profesión pero, por supuesto, ambos padres dejaron la escuela hace mucho tiempo. Tenían una buena educación y eso, por supuesto, ejerció un beneficioso efecto sobre las chicas.
La familia solía vivir en un barrio de clase trabajadora, en el distrito de Angyafold. Tenían una casa un tanto destartalada, del tipo de las que suele tener la gente de modesto nivel de vida. En aquellos días, un maestro tenía un sueldo de unos 150 dólares mensulaes, nunca más de 200.
Al mismo tiempo, por supuesto, las cosas eran artificialmente baratas. Los maestros cobraban menos, en general, que los obreros. Recúerdese, por favor, que Hungría estaba entonces bajo el régimen dictatorial de la clase obrera.
Sentí que en los últimos quince años del sistema socialista, los húngaros eran tratados como los estudiantes universitarios de los paises más libres. Tenían un dinero limitado, los modestos salarios solo permitían un modesto estándar de vida y pocas posibilidades de hablar con libertad.
“Quien no está con nostros, está contra nosotros", decía el lider Janos Kadar. Así se mantubieron, aunque algunos sectores de la sociedad eran menos importantes para las autoridades. Por ejemplo: nadie podía llegar a dirigir una importante factoría, si era abiertamente religioso, o si no se unía al gobernante Partido Socialista. Dicho Esto, las autoridades no se molestaban por la gente corriente, que vivían sus vidas. El estado podría proveer una pequeña mejora en los estándars de vida cada año.
Cuando la familia Polgar decidió dedicarse al ajedrez, los estándares de vida aún no se habían deteriorado, de modo que la motivación procedía del interior: no era el sentido de la deseperación lo que implementaba el proyecto.
Cuando recuerdo ese período de mi vidda, me siento agradecido. Pude jugar, aprender y analizar. Esto último es lo que más me gustaba. Por otra parte,también hubo algo que me estristeció. Una vida fácil hizo que todos los jugadores juveniles se volviesen blandos. En 1981,el equipo Húngaro ganó la medalla de bronce en el Campeonato Mundial para menores de 26 años, a sólo 4 puntos de la URSS, que alineaba a jugadores del calibre de Kasparov, Dolmatov, Psajis y Yusupov, y a 2 puntos de Inglaterra, con sus numerosos talentos, como Speelman, Mestel, Hodgson y Plasket, pero 2 puntos por delante de Estados Unidos (Fedorowicz, Benjamin, D. Gurevich y Kudrín). Todos nuestros rivales eran grandes maestros y algunos de ellos eran, además, grandes jugadores, mientras que el equipo húngaro sólo alineaba a dos grandes maestros de nivel mediano y a cuatro maestros internacionales. El socavón no era accidental. Los jugadores occidentales se mostraban bajo una fuerte presión para hacer dinero mientras que nosotros conseguíamos nuestro modesto salario mensual y con eso nos contentábamos. Las chicas Polgar se fijaronn mucho tiempo en el tablero contra esos curtidos jugadores, pero relativamente poco con los mejores.
Esta crítica hace que los logros de Laszlo Polgar sean aún más encomiables. Porque pudo conseguir que siguieran avanzando, después de que se hicieran rocas. Hizo una gran labor, pero el entorno ajedrecísitico de Hungría también era ideal. Había muchos jugadores fuertes, había muchos clubes y plazas en los que la gente jugaba casi todo el tiempo al ajedrez. Lo que es importante es que no costaba dinero en absoluto. De modo que las chicas podían practicar contra una oposición adecuada. Ahora esos jugadores han desaparecido, la gente está más preocupada conn la necesidad de ganarse la vida.
Entre 1977 y 1987, entrené regularmente con Zsuzsa. No sé cúantas horas invertí con ella, analizando y jugando Blitz, pero desde luego, fueron varios miles. La mayor parte del tiempo, yo era el más fuerte. Nunca conseguí un céntimo por eso, pero el dinero no era lo más importante. Iba a su casa porque era ajedrez y me gustaba estar allí, era divertido. No era el único.
Me encontré con muchos jugadores de ajedrez en casa de los Polgar. Actualmente, solo gente pagada invierte mucho tiempo con cualquiera. No importa si la familia del alumno es o no agradable. Me beneficié indirectamente, cuando empecé a entrenar a Peter Leko. Podía mejorar, y lo hice, algunas cosas que ví con los Polgar. Hoy en día ningún jugador de ajedrez puede permitirse la diversión durante millares de horas, sin ser retribuido. Antes, incluso entrenadores muy buenos era muy baratos o el club los pagaba.
MTK era un club que contribuyó y ayudó a la familia. Si mi memoria no me es infiel, hasta grandes jugadores como Laszlo Szabo entrenaron a Zsuzsa. El club les facilitó también otros fuertes grandes maestros, como Levente Lengyel. En casa de los Polgar, como ya dije me encontré con muchos jugadores de distinto niveles. Quizá sea posible hoy copiar el método Polgar, pero desde luego no es posble hacerlo de la misma forma. Hoy, en Hungría,el trabajo de calidad es costoso, de modo que se necesitaría mucho dinero y nadie aportaría la debida asistencia, libre de cargo. Es cierto que la Federación Húngara de Ajedrez y las autoridades no les ayudaron, cosa que deberían haber hecho. Quizá hasta incluso trataron de contener el talento de las hermanas. No obstante, los resultados de la familia demostraron que las condicioes existían. Aunque el sistema en Hungría era malo y la economía estaba en bancarrota, no todo era desagradable. Había algo que era bueno: el estado daba la oportunidad de recibir una educación adecuada. Actualmente, nadie tiene la menor posibilidad de salir de su casa como hicieron las Polgar y Leko, en su temprana infancia. Los chicos y chicas están casi destinados a permanecer allí el resto de sus vidas, sea cual sea el talento que posean.
La economía húngara se basaba en la utilización de barato petróleo soviético, pero en los setenta los precios del petróleo se dispararon. La Unión Soviética también se aprovecho de ello, y no siguió vendiendo el producto a esos precios a Hungría. Para evitar una caída drástica de los estándares de vida, y una posible revolución como en 1956, los soviéticos consiguierron préstamos de bancos occidentales. Puedo recordar que en una dictadura todas las cosas son retorcidas.. ¿Sirvieron de ayuda los gobiernos occidentales, al permitir que sus bancos sostuvieran el sistema socialista, o salvaron vidas, impidiendo un baño de sangre de personas inocentes?
Después de la histórica cumbre de Helsinki, las autoridades húngaras mostraron mayor respeto por los derechos humanos básicos.
Por ejemplo: a la gente ya no se le impedía que viajasen a Occidente. La familia Polgar se vió, desde entonces, desposeída de ese privilegio, lo que psicológicamente debe haber sido duro. Por otra parte, la progresión de Zsuzsa fue muy rrápida por entonces y sólo ralentizó un poco cuando tuvo la ocasión de visitar paises occidentales. Comenzó a dar numerosas exhibiciones de simultáneas y a jugar en torneos de gran categoria, lo que fue un poco precipitado para ella. Aquellos duros torneos transformaron su estilo de ataque en otro defensivo.
Para muchos de nosotros, había pasado el tiempo de la infancia y eran los años de la juventud. En general, era malo para Hungría, pero de nuevo me permito enfatizar en que los tiempos tenían su parte buena. Nuestras actuales superestrellas, las Polgar y Peter Leko, se aproveceharon de sus ventajas. Tenían un tablero especial y cualidades. Las Polgar sufrieron, en realidad por parte de las autoridades, pero el sistema había creado un entorno de ajedrez muy especial que las ayudó. Aunque muchos otros tenían las mismas oportunidades, fue Laszlo Polgar quien tuvo el valor, la imaginación, el talento y la determinación de explotarlas. Hay que decir que eso le reportó un gran respeto a Hungría, reconocida de muchos modos por su enfoque del ajedrez y la educación, que obtuvo, por tales motivos, numerosos premios especiales. Han sido números uno del mundo y campeonas olímpicas. La familia también ha adquirido el satatus de millonarios. Se lo merecen. No creo que Laszlo hubiese soñado con conseguir tanto en su casa de Angyafold." Károlyi, Tibor- Judit Polgar princesa del ajedrez, Ediciones Tutor, Madrid-2005