lunes, 26 de julio de 2021

GUERRAS NAPOLEONICAS


Presentaré algunos detalles de la Campaña Rusa de Napoleón, cuyo símil más reciente es la Operación Barbarroja, ideada por Hiltler, como un homenaje a Federico I "Barba Roja" emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que en el s. XII dirigiera una cruzada para liberar lugares santos del cristianismo del control  musulmán, y  cuyo nombre está unido al nacionalismo alemán del S. XIX.  La acción militar que tomaría desprevenidas a las tropas soviéticas a pesar de que Richard Sorge, espía soviético en Tokio había advertido a Stalin sobre la Operación alemana, cuyo desenlace al llegar el invierno del año 1941 significó que al no tomar ni Leningrado ni Moscú, la Operación Barbarroja había fracasado y que a Hitler le esperaba una larga guerra de desgaste, similar a la de Napoleón en 1812.   

El propio Stalin ordenó a Molotov, el 22 de junio de 1941, día de la invasión, dar un discurso en su nombre y entre otros puntos le indico que debía comparar la invasión de Hitler  con la de Napoleón y hacer un llamado a una guerra patriótica en defensa de la patria. (Las guerras de Stalin).  

Por otro lado conoceremos anécdotas y  rasgos del emperador, entusiasta ajedrecista.

(actualización enero 2023)
 
Iniciaremos la entrega con una noticia reciente, que dá cuenta de un hecho acaecido hace más de 200 años, justamente en la invasión al imperio ruso.

El largo viaje del general perdido de Napoleón: dos siglos bajo tierra y un regreso con honores a Francia

Charles-Étienne Gudin de la Sablonnière murió en Rusia en 1812 y allí quedó en el olvido. La historia de un hallazgo arqueológico.


Fernando Salcines
14/07/2021 10:01 Clarín.com  Actualizado al 15/07/2021 9:59

 
Soldados vestidos como en la era napoleónica rodean el féretro con los restos del general francés Charles Etienne Gudin, en una ceremonia oficial en el aeropuerto de Le Bourget, cerca de París, este martes. Foto: AFP
 
El general Charles-Étienne Gudin de la Sablonnière, uno de los militares más cercanos de Napoleón, fallecido hace más de 200 años durante la campaña rusa, reposará finalmente en su patria. Rusia entregó este martes sus restos a Francia.
 
Nacido en Montargis el 13 de febrero de 1768 en el seno de una familia con tradición militar, Gudin estudió en la escuela militar de Brienne, donde fue compañero de quien se convertiría en emperador de Francia y donde ambos entablaron una amistad.
...
El 7 de julio de 2019 un grupo de arqueólogos franco-rusos encontró cerca de la ciudad rusa de Smolensk un esqueleto. Luego de practicarle pruebas de ADN se demostró que se trataba de Charles-Étienne Gudin de la Sablonnière, uno de los generales más cercanos de Napoleón.
 
El general Charles-Etienne Gudin de la Sablonniere volvió este martes a Francia con honores desde Rusia, donde murió hace más de 200 años. Foto: EFE
El general Charles-Etienne Gudin de la Sablonniere
volvió este martes a Francia con honores desde Rusia,
donde murió hace más de 200 años. Foto: EFE
Gudin tuvo una brillante carrera militar y con 44 años luchó en la batalla de Smolensk durante la campaña rusa de 1812.

Pocos días después tuvo que apoyar con su división al mariscal Michel Ney en la batalla de Valútino, unos 20 kilómetros al este de Smolensk, y allí fue alcanzado por un cañonazo ruso que le arrancó la pierna izquierda y destruyó la pantorrilla derecha hasta el hueso.

Tres días después falleció de gangrena y fue enterrado.

Su muerte impactó a Napoleón, quien fue a ver al general directamente después de la batalla y le cedió a su médico privado para que tratara de salvar su vida.

Su corazón fue llevado a París, donde reposa en una capilla del cementerio Père Lachaise y su nombre inscrito en el Arco de Triunfo. 

 
 



FOTOGRAFIA: CAMILA COELLAR MEDINA- AGOSTO 2014

Trebejos de ITALFAM elaborados en resina y pintados a mano. (https://fotografiadelacoleccion.blogspot.com/2014/11/napoleonics-vs-russians.html). En el link los amigos tendrán más información de nuestro anterior posteo.
 
 
 
 


FOTOGRAFIA: SERGIO COELLAR MIDEROS - JULIO 2021

"Napoleón Bonaparte utilizó con éxito durante su legendaria carrera esa habilidad para adaptarse a las circunstancias. Era famoso por usar el factor sorpresa en el campo de batalla, sobre todo porque seguía presionando y atacando, cuando parecía que estaba estancado. Pero también era capaz de hacer uso de esa fama para atacar y tender una trampa a sus enemigos.

Napoleón planeó la batalla de Austerlitz de 1805 retirando a sus fuerzas de una posición excelente, y dejando de forma intencionada que el ejército del zar ruso avanzara y viera que las débiles posiciones francesas se batían en retirada. El joven zar Alejandro decidió que aquélla era su oportunidad para la gloria, y preparó un ataque en todos los frentes, exactamente lo que Napoleón quería. Había congregado refuerzos en secreto en aquella zona que hizo creer indefensa a los rusos, y derrotó a las huestes del zar en un solo día. 
 
FOTOGRAFIA: CAMILA COELLAR MEDINA
Aquello no fue únicamente un truco inteligente que dio resultado. Primero, Napoleón se dio cuenta de que le superaban en número y que una operación directa no sería suficiente. Sabía que su oponente era joven e impulsivo y ansiaba la gloria. También sabía que nadie creería que el gran Napoleón retrocedía de una posición de forma voluntaria. Napoleón combinó estratégicamente todos esos factores y obtuvo una gran victoria. Mijail Kutuzov, el general ruso tuerto, fue la única voz a favor de la prudencia, pero el zar hizo caso omiso de sus advertencias. Sin embargo, incluso un zar puede aprender de sus errores. Siete años después, la Grande Armée de Napoleón avanzó sobre Moscú en lo que los rusos llamamos la Guerra Patriótica de 1812. En aquella ocasión, Alexander escuchó a Kutuzov y optó por la táctica de acosar a las fuerzas francesas y jugar una partida expectante. Moscú ardió por los cuatro flancos, pero al final Napoleón se vio forzado a una retirada desastrosa."(Kasparov, G. "Cómo la vida imita al ajedrez"- DEBATE- Barcelo-España, 2007)

 
National Geographic nos obsequia, en 10 cuadros la campaña de Napoleón en Rusia.

La fatídica campaña de Napoleón en Rusia

La audaz invasión de Rusia, que provocó un pavoroso incendio en Moscú, constituyó el mayor fracaso de Napoleón.
 

Alejandro I, Emperador y Autócrata de todas las Rusias

Zar del imperio ruso desde 1801 hasta 1825. Estableció amistad con Napoleón por un período de tiempo. Sin embargo, por presión de la nobleza rusa y de algunos familiares,  la alianza se rompió y Alejandro se convirtió nuevamente en enemigo de Francia. En unas ambiguas relaciones diplomáticas con los galos, el zar se negaba cada vez más abiertamente a seguir los dictados del emperador francés. Napoleón decidió entonces invadir el Imperio del zar con un colosal ejército formado por más de 600.000 hombres.


Foto: Musée d`Orsay

La marcha sobre Moscú

Óleo sobre Lienzo de Jean-Louis-Ernest Meissonier. En junio de 1812, la Grande Armée de Napoleón, formada por 691.500 hombres, el mayor ejército jamás formado en la historia europea hasta ese momento, cruzó el río Niemen y enfiló el camino de Moscú. En ese momento, la Grande Armée se componía de una fuerza central de asalto de 250.000 soldados bajo el mando personal del Emperador, otras dos líneas de frente bajo el mando de Eugène de Beauharnais -con 80.000 hombres- y Jérôme Bonaparte (con 70.000). Además constaba de dos cuerpos de ejército separados al mando del mariscal Jacques Macdonald, con 32.500 hombres y Karl Philipp de Schwarzenberg, con 34.000 soldados austriacos. Por último, la Grande Armée constaba de una reserva de 225.000 soldados.



La batalla de Borodinó

Óleo sobre lienzo por Auguste-Joseph Desarnod Desarnod. El 7 de septiembre de 1812, el ejército de Napoleón derrotó a las tropas rusas dirigidas por Kutúzov en la sangrienta batalla de Borodinó, que se cobró un saldo de 75.000 bajas entre imperiales y rusos. La victoria abrió a los franceses el camino hacia Moscú.


 

Su Alteza Serenísima y Príncipe de Smolensk Mijaíl Ilariónovich Goleníshchev-Kutúzov

Retrato del pintor R.M. Volkov del militar ruso Goleníshchev-Kutúzov más conocido como Kutúzov a secas, reconocido como un militar de gran valía y famoso por sus enfrentamientos contra las tropas napoleónicas. A lo largo de su carrera militar Kutúzov ocupó diferentes cargos en la cadena de mando. Se le consideraba una persona de mente fría y calculadora que sabía esperar y no apresurarse. Kutúzov, además de ser ingenioso, fue muy galante. Se hizo indispensable tanto en la corte de la emperatriz Catalina II, como en la de su sucesor, Pablo I. Catalina siempre lo llamaba "mi Kutúzov". Sin embargo, nunca fue del agrado del zar Alejandro I.

 
 

Napoleón avanza en una Moscú en llamas con sus tropas

Óleo sobre lienzo del pintor Viktor Mazurovsky. En junio de 1812, la Grande Armée de Napoleón, formada por 691.500 hombres, el mayor ejército jamás formado en la historia europea hasta ese momento, cruzó el río Niemen y enfiló el camino de Moscú. La invasión comenzó el 23 de junio de 1812. Napoleón había enviado una oferta final de paz a San Petersburgo poco antes del inicio de las operaciones, de la que nunca recibió contestación. Al llegar a la capital rusa Napoleón entró finalmente en una ciudad fantasma, desalojada de habitantes y vaciada de suministros. Conforme a las reglas clásicas de la guerra relativas a la captura de la capital enemiga -aunque en aquel momento San Petersburgo era la capital real de Rusia- Napoleón esperaba que el mismo Zar Alejandro I le ofreciera la capitulación en la colina Poklónnaya, pero muy lejos de esto, los comandantes rusos no se rindieron. En lugar de ello, prendieron fuego a Moscú y vaciaron la ciudad entre el 2 y el 6 de septiembre.

 
 

Kutúzov en la Conferencia de Filí decide rendir Moscú a Napoleón

Óleo sobre lienzo datado del año 1880 y realizado por el pintor ruso Aleksey Kivshenko. En él se puede observar al comandante en jefe del ejército ruso en el extremo izquierdo Kutuzov, con sus generales en las conversaciones que decidirían entregar Moscú a Napoleón.

 
 

La retirada de Moscú

Óleo sobre lienzo realizado por Adolph Northen, pintor de la escuela de pintura de Düsseldorf.  En su cuadro titulado "El retiro de Napoleón de Rusia" podemos observar al Petit Caporal a su regreso a Francia tras alcanzar  y saquear Moscú. 

 
 

Ofensiva y retirada en Moscú

Mapa figurativo de las pérdidas humanas sucesivas del ejército francés durante la campaña rusa de 1812-1813 dibujado por Charles MInard, Inspector General de Puentes y Caminos en París a 20 de noviembre de 1869. 

El número de hombres está representado por el ancho de las zonas coloreadas a razón de un milímetro por cada diez mil hombres; además están escritas en números en cada zona. El marrón designa los hombres que entran en Rusia, el negro, aquellos que la dejan. La información utilizada para la elaboración de este mapa ha sido extraída del trabajo de M. M. Thiers, de Segur, de Fezensac, de Chambray, y del diario inédito de Jacob, farmacéutico del ejército desde el 28 de octubre. Para facilitar la valoración visual de la disminución del ejército, he asumido que las tropas del príncipe Jérôme y del mariscal Davoust que se habían separado en Minsk y Moguilev y se han vuelto a juntar cerca de Orcha y Vitebsk, han marchado al mismo tiempo que el ejército". 

La escala se muestra a la derecha en «lieues communes de France» (leguas comunes francesas), que equivalen a 4.444 metros. La porción inferior del gráfico se debe leer de derecha a izquierda. Muestra la temperatura ambiental durante el regreso del ejército desde Rusia, en grados bajo cero en la escala de Réaumur (para convertir a grados Celsius, se debe multiplicar por 1,25.

 
 

 Foto: Museo Histórico de Moscú

El vivaque nocturno del gran ejército

La Grande Armée fue devastada por los elementos antes de llegar a Krasnoi. A pesar del éxito de Napoleón en el ahorro de parte de su ejército, en general el encuentro de Krasnoi fue desastroso para los franceses. Durante los cuatro días de combate los comandantes subordinados de Napoleón sufrieron graves derrotas en las acciones individuales, y un gran número de rezagados franceses fueron capturados por los rusos. La Grande Armée se vio obligada también a abandonar gran parte de su artillería restante y suministros.

 

La batalla de Krasnoi

Lienzo al óleo atribuido al pintor Peter von Hess en el cual se representa una escena de la batalla de Krasnoi acontecida entre el 15 y el 18 de noviembre de 1812, durante la etapa final de la retirada de Napoleón de Moscú. Los rusos al mando del general Mijaíl Kutúzov infligieron grandes pérdidas a los restos de la Grande Armée. A falta de artillería, suficiente caballería y suministros para la batalla, el objetivo de Napoleón en Krasnoi era reunir a sus tropas dispersas y reanudar su retirada. A pesar de la enorme superioridad de sus fuerzas, Kutúzov se abstuvo de lanzar una ofensiva a gran escala durante los primeros cuatro días de combate.

 https://historia.nationalgeographic.com.es/a/fatidica-campana-napoleon-rusia_6461/4

 
 
La Columna de Zeón Franco, en nota del 27 de julio de 2003, complementa la visión que seguramente, ahora, ya tenemos.

"Napoleón invadió Rusia en 1812 con un ejército de 600.000 hombres, el general ruso Kutúzov, héroe nacional, en contra de la opinión de los restantes generales y hasta del Zar, decidió no presentar batalla y retirarse con la política de "tierra arrasada", de modo que los invasores no tuvieran cómo alimentarse y, al entrar más profundamente en el territorio ruso, quedaran lejos de su base de aprovisionamiento. El terrible invierno estepario haría el resto. Para que semejante estrategia tuviera éxito, se necesitaba la colaboración total de la población, y los rusos dieron un ejemplo grandioso, tal vez único, de patriotismo y desinterés; es tremendo imaginar a los campesinos quemando sus pocas y pobres pertenencias para retirarse con lo que podían llevar, hacia ninguna parte y por tiempo indefinido. Lo hicieron de manera admirable. 
 
LAS CASES,IL MEMOMERIALE DI SANTÉLENA, 
ANTON MARCHI GLI ULTIMI GORNI DI NAPOLEONE, 
GHERARDO CASINI EDITORE, ROMA 1962

La presión de los demás generales llevó a Kutúzov a presentar una batalla que él no quería, a las puertas de Moscú, la batalla de Borodino, pero Napoleón los barrió, tal cual estaba previsto por Kutúzov. Desde ese momento su estrategia ya no fue discutida, en parte porque no había alternativa, Napoleón ocupó Moscú, pero la ciudad estaba vacía y ardiendo por los cuatro costados, de modo que el "vencedor" quedó aislado en el Kremlin, enviando patéticas exigencias de rendición al Zar Alejandro y al propio Kutúzov, que no se dignaron a contestarle. Finalmente, al aproximarse lo peor del invierno y sabiéndose derrotado, Napoleón emprendió una de las retiradas más catastróficas de la historia. Su ejército, desmoralizado, desertado por miles de hombres y hambriento, recorrió lastimosamente la estepa acosado por los guerrilleros cosacos, que le infligieron grandes pérdidas.

Al llegar al río Beresina, sobre el cual se tendía un gran puente, el desastre quedó completo: los rusos habían minado el puente con pólvora y éste voló en pedazos cuando los franceses estaban pasando; al mismo tiempo los cosacos atacaron desde los cuatro costados e hicieron una matanza. Napoleón cruzó de vuelta la frontera rusa derrotado por primera vez en su gloriosa carrera militar. 
 
Durante el desastre del cruce del Beresina, los rusos probablemente pudieron, si se lo hubieran propuesto, destruir totalmente el ejército invasor y capturar al propio Napoleón; la conexión con el ajedrez abarca el inicio de la retirada y este último episodio.
La Batalla de Maloyaroslavets- Óleo de Peter von Hess
https://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Maloyarosl%C3%A1vets

Agradezco la aportación de estos datos históricos al Profesor de Historia uruguayo, periodista, y amigo, Lincoln Maiztegui Casas." Columna de Zenón Franco


La Retirada de Napoleón Bonaparte I de Moscú

 


Petrov
Aleksandr Dmítrievich Petrov, ajedrecista y compositor de ajedrez que analizó (junto a Carl Jaenisch) la Defensa Petrov o Defensa Rusa, es recordado como el primer maestro de ajedrez de Rusia y junto a Jaenisch son considerados como los padres del ajedrez ruso.

  "Petrov fue considerado el más fuerte jugador de Rusia, pero su real categoría es difícil de apreciar, pues nunca se midió conn ningún jugador internacional de nota. Como analista y teórico gozó de gran reputación internacional.  Petrov publicó en ruso una edición crítica de la famosa obra de Philidor" (Kotov y Judovich. "Maestros del ajedrez ruso". Editorial Sopena Argentina S-A. Marzo 1958)


Alexander Dmitrievich,
uno de los mejores jugadores rusos en la época en que se empezó a estudiar seriamente al ajedrez en su país. Petroff recomendó a los ajedrecistas esforzarse en dominr la teoría del juego y escribió el primer manual que apareció en Rusia: El juego del ajedrez, San Petersburgo, 1 824. A tacó algunas opi niones de Philidor y marcó el desarrollo de la teoría de apert uras en el siglo XIX. Junto con Jaenisch introdujo e investigó la apertura conocida como defensa Petroff.

Aunque hoy en día se le aprecia sobre todo por su obra teórica,  Petroff obtuvo también algunos triunfos importantes como jugador, a pesar de que en su época los torneos ajedrecísticos se celebraban con poca frecuencia.  Derrotó en encuentros a Jaenisch. S. Urusov y Shumov y ya a los quince años se le consideró el más eficiente jugador de Petrogrado. Entre sus obras destacan, aparte de la ya mencionada, el primer manual ruso sobre el juego de Damas y un libro de recuerdos titulado Escenas de la vida de varios ajedrecistas, San Petersburgo, 1844. Golombek, H. "Enciclopedia del ajedrez". Instituto Parramón Ediciones, Barcelona, 1977

Su problema de ajedrez más conocido es "La Retirada de Napoleón Bonaparte I de Moscú", magníficamente recreado por Enrique Negrete Lopez en el siguiente video.

 https://www.youtube.com/watch?v=vU5T9UYjDgM


FOTOGRAFIA: SERGIO COELLAR MIDEROS - JULIO 2021


El emperador Napoleón como rey rojo - G Williams
Gareth Williams, da cuenta de la gran demanda por productos orientales en Europa y Estados Unidos. Especialmente porcelana, marfil tallado y antigüedades.   En Cantón se fundaron talleres de tallado para elaborar artículos tradicionales de marfil y juegos de ajedrez para la exportación. 
Los primeros juegos fueron encargados por oficiales de la Compañía de las Indias Orientales y aunque eran tallados en el estilo chino, casi en la totalidad del Rey blanco era el rey ingles Jorge III, datando estos juegos hacia finales del siglo XVIII
 


En algunos juegos, el emperador Napoleón aparece como rey, en pie, orgulloso sobre su zócalo, con la familiar postura de la mano cruzada sobre el pecho.

 

"Napoleón era un ardiente jugador de ajedrez, asiduo del Café de la Régence de París.  En su exilio en Santa Elena pasaba gran parte del tiempo jugando al ajedrez con sus guardias. Uno de sus habituales oponentes era lady Malcolm. En «La historia de Santa Elena» se cuenta la siguiente anécdota de ajedrez.
 

"Napoleón la mandó buscar a ella en especial (una joven llamada Betsy) para que viera “unos juguetes preciosos”. Cuando ella llegó a la sala de billar, un alegre emperador la recibió con su habitual pellizco en la oreja y un abrazo envolvente. En la mesa había unas piezas de ajedrez.

Él las había colocado en fila y las estudiaba detenidamente con excitado deleite. Se había sentado después de comer a jugar con lady Makolm, una buena jugadora (le contó a Betsy), y la belleza de las figuritas le distrajo del juego, por lo que lady Malcolm ganó la partida. Las figuras estaban ejecutadas con una destreza exquisita y representaban todos los oficios chinos. Napoleón examinando las maravillosas figuras, le dijo a Betsy que eran demasiado bonitas para Santa Elena y que se las enviaría al rey de Roma para que jugara con ellas."

 
Otra historia de ajedrez con Napoleón como protagonista fue escrita por William, 15° barón Elphinstone, en El catálogo (hacia 1870): 
 
“Como Napoleón se hubiera portado correctamente con el capitán J. D. Elphinstone, del 7° de húsares, al ser herido y hecho prisionero en Quatre Bras, la ilustre señora Elphinstone, su madre, escribió a su hijo John, entonces jefe de las factorías de la Compañía de las Indias Orientales en Cantón, para que visitara al emperador en Santa Elena cuando regresara de la China. John llegó el día de Napoleón, cuando era costumbre darle un pequeño regalo al emperador. Le regaló unos chales de seda y supo que el emperador deseaba un juego de ajedrez. Al no tener ninguno a bordo, envió órdenes a Cantón para que mandaran un ajedrez. Cuando éste llegó a la isla, sir Hudson Lowe, el gobernador, no permitió que le fuera entregado, ya que el rey estaba ungido con lo que le pareció la corona imperial. Por consiguiente, el ajedrez fue devuelto a J. F. Elphinstone.”


Los partidarios de Napoleón le regalaron otro ajedrez especialmente diseñado para él.  Hasta 1933, en una exposición clebrada en Austerlitz sobre artículos napoleónicos, no se descubrió que dentro de las piezas de ajedrez hechas de marfil y madreperla, había un plan para rescatarlo de Santa Elena.  Napoleón nunca supo que las piezas de ajedrez contenían un mensaje secreto, pues oficial que le traía el ajedrez falleció durante la travesía y no le pudo decir el secreto que ellas contenían.” Williams, Gareth (2001). "Jaque mate  El ajedrez: historia e iconografía de una pasión".
  
 
Acompañemos el testimonio de uno sus acompañantes hasta el día de su muerte, el Conde Las Cases, en MEMOIRS OF THE LIFE, EXILE, AND CONVERSATIONS, OF THE EMPEROR NAPOLEON, relacionadas sobre la afición de Napoleón al ajedrez.
 
"El emperador había aumentado el número de sus diversiones con un juego de piquet, que jugaba regularmente alrededor de las tres. Esto fue sucedido por algunas partidas de ajedrez con el Gran Mariscal, el señor de Montholon o algún otro individuo, hasta la hora de la cena. No había un buen jugador de ajedrez a bordo del barco.  El Emperador era un jugador indiferente; ganó con unos y perdió con otros, circunstancia que una noche le llevó a decir: “¿Cómo es que muchas veces pierdo con los que nunca son capaces de vencer a quien casi siempre le pego? ¿No parece esto contradictorio? ¿Cómo se va a resolver este problema? " dijo, guiñando el ojo, para demostrar que no era víctima de la constante cortesía de quien era realmente el mejor jugador. "
...

"El Doctor le trajo un juego de piezas de ajedrez, que había  comprando a bordo de los barcos de China; el Emperador había deseado tener uno. Por esto había pagado treinta Napoleones: era objeto de gran admiración por parte del digno Doctor; y, al mismo tiempo, nada parecía más ridículo para el Emperador. Todas las piezas, en lugar de parecerse a las nuestras, eran imágenes toscas y torpes de las figuras indicadas por los nombres: así, un caballero estaba armado en todos los puntos, y el castillo descansaba sobre un enorme elefante, etc. El Emperador no pudo hacer uso de ellos, diciendo, amablemente, que cada pieza necesitaría una grúa para moverla.
"
 
"El Rey cae al suelo" se llama la litografia que muestra a Napoleón tras su exilio 
en Santa Elena, en una de sus ocupaciones favoritas.   Finkenzeller, Roswin 
y otros (1989) "AJEDREZ 2000 años de historia".
 
“Si el rey hubiera permanecido más tiempo en Francia”, continuó, “probablemente habría perdido la vida en alguna insurrección; pero, si hubiera caído en mis manos, me habría creído lo suficientemente fuerte como para permitirle disfrutar de algún retiro de su propia elección; como se trató a Ferdinand en Valencia ".

Inmediatamente antes de esta conversación, el Emperador estaba jugando al ajedrez, y habiendo caído su rey, gritó: "¡Ah! ¡Pobre rey mío, estás caído!" Alguien lo recogió y se lo devolvió en un estado mutilado: "¡Horrible!" el exclamó; "Ciertamente no acepto el presagio, y estoy lejos de desear tal cosa: mi enemistad no llega tan lejos"
 
 
 
BIBLIOGRAFIA:

Cases Las. "MEMOIRS OF THE LIFE, EXILE, AND CONVERSATIONS, OF THE EMPEROR NAPOLEON"
CASES,IL "MEMOMERIALE DI SANTÉLENA", MARCHI "GLI ULTIMI GORNI DI NAPOLEON"
Finkenzeller, Roswin y otros (1989) "AJEDREZ 2000 años de historia"
Golombek, H. "Enciclopedia del ajedrez".
Kotov y Judovich. "Maestros del ajedrez ruso".
Williams, Gareth (2001). "Jaque mate El ajedrez: historia e iconografía de una pasión".

lunes, 19 de julio de 2021

AJEDREZ: DÍA MUNDIAL

FELICIDADES AMIGOS AJEDRECISTAS

Diseño y fotografía: Sergio Coellar Mideros
https://fotografiadelacoleccion.blogspot.com/

 
 ONU- Sapiens.cat
El 12 de diciembre de 2019, la Asamblea General proclamó el 20 de julio como el Día Mundial del Ajedrez para conmemorar la fecha de la fundación de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) en París en 1924.

Por iniciativa de la FIDE, el 20 de julio ha sido observado como el Día Internacional del Ajedrez por los ajedrecistas de todo el mundo desde 1966.

La designación del Día Mundial del Ajedrez no sólo reconocerá el importante papel de la FIDE en el apoyo a la cooperación internacional para la actividad ajedrecística y el objetivo de mejorar la convivencia respetuosa entre todos los pueblos del mundo, sino que también brindará un importante soporte para fomentar el diálogo, la solidaridad y la cultura de la paz.
 
El ajedrez, al ser un juego mental, estimula el pensamiento lógico complejo que mejora la acción responsable. Por ello, la promoción de la práctica del ajedrez y el vincularlo con cuestiones de sexo y sexualidad puede ser una forma creativa y estratégica de afrontar el desafío del VIH/SIDA.
 
Desde su inicio, la pandemia del COVID-19 se ha extendido a casi todos los países del mundo. Las medidas de distanciamiento social y físico, el cierre de empresas, escuelas y la vida social en general, también han perturbado muchos aspectos habituales del día a día, incluidos el deporte y la actividad física. En este documento se destacan los desafíos que el COVID-19 ha planteado tanto al mundo del deporte como a la actividad física y el bienestar.

 

"La Federación Internacional de Ajedrez (más conocida por FIDE, del acrónimo de su nombre en francés: Fédération Internationale des Échecs) es una organización internacional que conecta las diversas federaciones nacionales de ajedrez. Se fundó en París, Francia el 20 de julio de 1924 y su lema es Gens una sumus​ (‘Somos una familia’). Su actual presidente desde 2018 es el ajedrecista, político ruso Arkady Dvorkovich, que también es economista.

Actualmente la FIDE cuenta con 195 federaciones nacionales inscritas, de las cuales 176 corresponden a países integrantes de la ONU y 19 a otras federaciones.

Además de organizar el campeonato del mundo de ajedrez, la FIDE calcula el rango Elo de los jugadores, redacta las reglas del ajedrez, publica libros y nombra a maestros internacionales, grandes maestros y árbitros.

En 1999, la FIDE fue reconocida por el Comité Olímpico Internacional (COI) y dos años después se introdujeron las normas contra el dopaje​ del COI en el ajedrez. La FIDE quiere que el ajedrez sea parte de los Juegos Olímpicos."
WIKI
 


 
"París, en el verano de 1924. La capital de Francia es sede de los VIII Juegos Olímpicos de Verano (del 4 de mayo hasta el 27 de julio de 1924) y con este motivo, la Federación Francesa organizó un torneo inaugural de ajedrez con la participación de 54 jugadores de 18 países. En el marco de dicho torneo, los participantes decidieron poner en práctica una idea, que ya había surgido en varias ocasiones antes de la Primera Guerra Mundial: la fundación de una Federación Internacional de Ajedrez. Así, el 20 de julio de 1924 (el último día de la primera Olimpíada de Ajedrez oficiosa) se colocó la primera piedra para la fundación de la organización global "FIDE" (Fedération Internationale des Echecs). Pierre Vincent, el Presidente de la Federación Francesa de Ajedrez, anunció la fundación de la misma. Alexander Rueb, el representante de los Países Bajos en el torneo de París, fue nombrado primer presidente de la FIDE y ocupó este cargo hasta el año 1949. "
 
https://www.hipstamp.com/listing/trinidad-and-tobago-60th-anniversary-of-international-chess-federation-4v/16546600
 
Amigos, visiten mi página Olimpiadas https://cutt.ly/QpAJgEY en la que observarán imágenes y videos relacionados con todas  las Olimpiadas de Ajedrez organizadas por la FIDE.
 

martes, 13 de julio de 2021

SEMBLANZA DE MORPHY

EL MAXIMO AJEDREDECISTA DEL SIGLO XIX *

 

10 julio, 2021ajedrezlatitudsur

Por Sergio Negri 

"El más ínfimo peón de la partida entre Murphy y sus estrellas realiza su insignificante movimiento: pone en marcha una maniobra y se le barre del tablero. Puede concebirse que Austin Ticklepenny sirva todavía para el rompecabezas de un niño o las palabras cruzadas de un crítico literario, pero para el ajedrez ha pasado su día. No se da partida de revancha entre un hombre y sus astros” (Samuel Beckett, Murphy, 1938)


El jugador de ajedrez más genial del siglo XIX, al menos hasta que apareciera a su segunda mitad Wilhelm Steinitz (1836-1900), fue sin dudas el norteamericano Paul Charles Morphy (1837-1884). Y, sin embargo, lo suyo fue una ráfaga, que duró apenas un par de años en los que se dedicará al juego, un tiempo en el que vencerá claramente a todos los jugadores de la época que lo enfrentaron, primero en su país y, más tarde, en una Europa que se rendiría incondicionalmente al poder de su genio.

Morphy nació en Nueva Orleans, el principal puerto del río Mississippi, urbe multicultural que dio a buena parte de los músicos más famosos del jazz, donde se celebra el clásico Festival Mardi Gras. En sus orígenes fue un centro del comercio de esclavos que provenían de África, en lo que mucho tuvo que ver el hecho de ser un enclave algodonero. Una situación dramática puso en el radar a esta ciudad hace poco tiempo: en el 2005 fue devastada por el huracán Katrina, con su conocida secuela de muerte y destrucción.

Su padre era de origen español (el abuelo paterno era de Madrid) y, por la fecha en que ocurrió, si bien nació en territorio que luego será norteamericano, por lo pronto tendrá la nacionalidad española, ya que por entonces era territorio de ese país. Su madre, quien era una reconocida pianista, tuvo un origen francés, nación que desde fines del siglo XVII había tenido fuerte presencia en la región.

Por lo visto, sangre latina, además de la irlandesa que venía por vía paterna, corría por las venas de un niño que se crío en una familia económicamente acomodada. Además, había otros mandatos: el amor por la música de su progenitora (alguna vez el ajedrecista podrá recrear íntegramente una ópera que se estrenó en París, apelando para ello a su prodigiosa memoria) y el amor por las leyes que heredó por vía paterna (y ambos serán abogados).

Paul será el tercero de los cuatro hijos: la hermana mayor era seis años y medio más grande; le seguía un hermano de algo más de dos2 años y medio de diferencia respecto del futuro ajedrecista y, por último, tuvo otra hermana menor en dos años y fracción.

Habría que recordar, como se sugirió antes, y ese entorno íntimo del futuro ajedrecista era toda una evidencia, que esa ciudad era un crisol de culturas. La urbe fue fundada en 1718 como colonia francesa, mas tuvo un buen tiempo de dominación española (entre 1766 y 1801), hasta que volvió a manos galas. Finalmente Napoleón Bonaparte (1769-1821) cedió en venta a los EE. UU. los territorios más amplios a los que esa urbe pertenecía, integrándose a partir del 30 de abril de 1812 a la nueva nación en el marco del estado de Luisiana.

Es interesante recordar que los primeros exploradores de la región, en el lejano 1528, habían sido Álvar Nuñez Cabeza de Vaca (1490-1559) y Hernando de Soto (1500-1542). Este, más tarde, ya instalado en lo que por entonces aún era el imperio inca, será quien introducirá a Atahualpa (c. 1497-1533) en las reglas del ajedrez, gracias a lo cual, muy probablemente, el soberano se convertiría en el primer ajedrecista nacido en continente americano. O sea que de Soto, de alguna manera, es el factor eficiente que establece una línea imaginaria, en el tiempo y en el espacio, mediada por el ajedrez, que unirá a Atahualpa con Morphy.

El padre del jugador fue un destacado letrado, legislador e integrante de la Corte Suprema del Estado de Luisiana. Le gustaba el ajedrez, que practicaba con su hermano (un buen aficionado de la época). Lo cierto es que se cree que el niño aprenderá a jugarlo más bien por la fuerza de la observación, habiendo casi inmediatamente de vencer al progenitor, como puede derivarse de la lectura de estos versos:

“To teach the young Paul chess, / His leisure he´d employ; / Until, at last, the old man / Was beaten by the boy.”

El tío paterno, Ernest, era considerado el mejor ajedrecista de la ciudad, pero será rápidamente superado por su sobrino (incluso este lo vencerá a poco de andar sin ver el tablero). Más adelante, aquel será quien más lo impulse a seguir ese camino, mientras que su padre, en cambio, no habría de alentarlo ya que veía a la actividad como algo muy menor, una consideración que habrá de transmitir a su vástago, a quien alguna vez le dijo:

“Un caballero de buena familia sólo juega ajedrez por diversión y recibir dinero por mover unas cuantas piezas es indigno y propio de un tahúr”.

A los 12 años, en prueba de su talento temprano, vencerá en el mes de agosto de 1850 al fuerte jugador húngaro Johann Löwenthal (1810-1876) en un match a tres partidas, con dos victorias del niño y un empate. 

Retrato de Morphy
 
Durante los siguientes años Morphy, conforme algunos análisis que pusieron foco en su compleja personalidad, se pudo haber refugiado en el ajedrez en forma de intensa práctica, alejándose por un lado de las relaciones sociales (fundamentalmente las vinculadas a expresiones sexuales tan típicas de la adolescencia) mientras que, por el otro, le pudo haber servido de escudo protector de cierto estado de psicosis aún en cierne.
 

En ese sentido se ha explicado que, en años próximos, cuando su éxito en el ajedrez le planteará que ya dejará de ser la actividad lúdica que lo amparaba, para potencialmente convertirse en una profesión más exigente, ese muro defensivo que habría de construir con el juego, habría de derrumbarse, con sus inevitables consecuencias.

Por lo pronto, se dedicó a sus estudios, graduándose en el Spring Hill College de Mobile, estado de Alabama, en 1854, una institución católica de perfil jesuita, donde se quedará otro año estudiando matemáticas y filosofía.

Estudió derecho en la Universidad de Luisiana, una entidad por entonces pública que, tras la Guerra de Secesión, se transformó en un ente privado y laico, tomando el nombre de Tulane. Allí Morphy se habrá de recibir prontamente: se decía que, durante sus estudios, memorizó el Código Civil del Estado, demostrando una capacidad innata que, evidentemente, le fueron también muy útiles para el ajedrez; y también para la música, de la que será un entusiasta aficionado en su carácter de espectador, y para los idiomas, habiendo aprendido a los veinte años cuatro lenguas que hablará fluidamente.

Justamente, el hecho de que obtuviera su graduació antes de cumplir la edad exigida para ejercer la profesión (que era de veintiún años), le dio la posibilidad de dedicarse al ajedrez, en un hiato de casi dos años, en espera de poder comenzar la actividad laboral.

Teniendo veinte años se consagra campeón de los EE. UU., al triunfar en el denominado First American Chess Congress que se realizó entre el 6 de octubre y el 10 de noviembre de 1857, bajo la modalidad de matches por eliminación, en la ciudad de Nueva York, en los que participaron dieciséis ajedrecistas de todo el país. En principio no iba a asistir, pero terminó por aceptar la invitación, siempre a instancias de su entusiasta tío.

En la instancia final, a la que accede tras fácilmente desembarazarse de sus rivales en etapas previas, confronta con el reconocido jugador alemán Ludwig (Louis) Paulsen (1833-1891), quien pudo participar ya que la competencia era para residentes y no sólo para nativos, imponiéndose tras cinco triunfos, dos tablas y una derrota.

De ese modo Morphy se convierte en el segundo campeón norteamericano de la historia. El primero se había consagrado en 1845, Charles Henry Stanley (1819-1901), un residente que era de nacionalidad inglesa.

Avalado por este gran triunfo, se genera un desafío para que el inglés Howard Staunton (1810-1874), la mayor figura de ese país, y a quien se consideraba un virtual campeón del mundo en la pasada década del 40, fuera a los EE. UU. para enfrentarse. Como este no acepta, y simétricamente propone que en todo caso el encuentro se haga en Europa, será Morphy quien rumbeará para el Viejo Continente.

En Londres se lo recibe primero con algo de expectación, ya que no se sabía con certeza la capacidad de su juego. Pero, con el tiempo, tras sus triunfos y sesiones de exhibición que resultaron tan impactantes como extraordinarias (sobre todo las simultáneas a ciegas), se lo verá casi como si de un fenómeno se tratase.

Su principal objetivo era, por supuesto, confrontar con Staunton, quien pese a sus pergaminos exitosos de otrora había de alguna manera defraudado a sus seguidores al no poder triunfar en el Torneo que en 1851 se organizó en la ciudad de Londres.

En la isla lo recibe al norteamericano el St. George´s Chess Club, entidad de la que Staunton era miembro. Al arribo de la figura invitada, este se las ingeniará para no aceptar el convite, una y otra vez, oscilando desde una primera etapa en la que parecía subestimar a su rival para, más tarde, evidenciar implícitamente el temor a una derrota al apreciar su poderío. Comenzaron las desinteligencias, los malentendidos y, de alguna manera las excusas.

En una primera misiva el inglés pidió tiempo para prepararse. A partir de allí, habrá un intercambio epistolar en un sentido y en otro (que era puntualmente recogido en los diarios de la época, por ejemplo en el Illustrated London News, en el cual Staunton era editor de la columna sobre ajedrez), incluyendo adicionalmente la publicación de algunas cartas anónimas de terceros (amigos de cada parte), generando más confusión que solución a la propuesta concreta de que se generara el esperado match entre ambos.

En se contexto la discusión pasó de la expectativa al estancamiento, y de esta al fracaso. Hubo problemas con las condiciones económicas (compatriotas de Morphy aseguraron una suma para ponerla en juego en la ocasión, que pasó de 1.000 a 500 libras esterlinas), con la probable oportunidad y sede del encuentro para, en definitiva, decantar en cuestiones que comenzaron a rozar asuntos personales. Staunton dijo que Morphy se daba excesivos aires de importancia y este replicó que había que “jugar y no hablar”, aumentando la inquina entre ambos.
 

Retrato de Staunton

 

Staunton habrá de argumentar que estaba ocupado en otro proyecto extra ajedrecístico (lo que en rigor de verdad era cierto y se vinculaba con su pasión por la literatura), que la visita del norteamericano a Inglaterra fue imprevista, que estuvo afectado de cuestiones de salud, que últimamente no estaba abocado a la práctica ajedrecística y que, en todo caso, tenía cosas más importantes entre sus manos.

Y en efecto, en 1853 Staunton había comenzado un match en Bruselas, Bélgica, contra el poderoso jugador e historiador ajedrecístico germano Tassilo von Heydebrand und der Lasa (1818-1899), el cual aquel abandonó por razones de salud, cuando prevalecía este por la mínima diferencia. Allí el inglés había tenido palpitaciones en su corazón, un problema que ya había sentido asimismo en el marco de su segundo encuentro en París contra el francés Pierre-Charles Fournier de Saint-Amant (1800-1872), el que se había disputado en 1843.

El encuentro entre Morphy y Staunton en principio parecía que podía darse ya que ambos iban a participar del Torneo de Birmingham, que reunía a dieciséis jugadores que se enfrentaban a pares por eliminación, hasta una instancia final que se iba a dirimir al mejor de ocho partidas, a la que se suponía que ambos llegarían. Pero el norteamericano no apareció en la primera ronda, que se disputó el 24 de agosto de 1858, por lo que quedó perdiendo por ausencia ante el irlandés Charles French Smith (1828-1868). La demora habría sido generada por temas de agenda, aunque se dijo que lo que quería Morphy era jugar directamente contra Staunton, sin mediaciones algunas, por lo que no quería involucrarse en una competencia en la que algunos participantes eran muy inferiores en su perspectiva (decía que les podía ganar incluso dándole ventaja de material).

Pero de haber sido de la partida, tampoco se habría de dar el encuentro deseado ya que Staunton pierde en segunda ronda 2 a 0 contra Löwenthal, quedando consiguientemente eliminado. Al cabo de todo, este jugador húngaro se impondrá al austriaco Ernst Falkbeer (1819-1885) quien, en segunda ronda, había prevalecido sobre Saint-Amant, otro de los favoritos.

Por ende, podría decirse que es del todo inexacto que Staunton estuviera fuera de actividad ajedrecística para entonces. Pero sí es cierto que, en su otro andarivel de intereses, que era el del mundo de las letras, estaba incurso en un proyecto muy ambicioso, el que será a la sazón alabado por sus resultados, en aras de editar la obra integral de William Shakespeare (1564-1616). Ese gran trabajo decantará en la aparición de seis volúmenes, entre 1857 y 1860, es decir en contemporaneidad de este entuerto ajedrecístico no resuelto con Morphy.

Quizás el mayor error del inglés fue el de haber generado la expectativa de la realización efectiva del encuentro, en vez de rechazarlo de plano, si esa era su intención basada en las limitaciones profesionales por las que objetivamente atravesaba. Por la forma en la que se manejó, quedó flotando la sensación que, más allá de esas razones, lo suyo tuvo más que ver con el temor reputacional de ser vencido claramente por el jugador proveniente del otro lado del Atlántico, una vez que comprobó su fortaleza ajedrecística.

Cabría hacerse otra consideración: Staunton se comportaba como un virtual campeón del mundo, por lo que se autoadjudicaba la decisión final y creía poder establecer las condiciones de cara a un eventual enfrentamiento. Morphy, en ese enfoque, debía ser considerado un mero retador.

De hecho en la década del 40 se lo consideraba al inglés como el mejor de Europa, continente que siempre había prevalecido en la actividad, particularmente a través del eje establecido entre París y Londres. Esa consideración suprema venía de cuando Staunton había batido a Saint-Amant en el match disputado en París entre el 14 de noviembre al 18 de diciembre de 1843, por 13 a 8. Y esa consideración se mantuvo hasta su defección en el Torneo de Londres de 1851, en el que participaron buena parte de los máximos referentes de la época (a excepción de von der Lasa y algunos otros), en el que se impuso el compatriota de este, Adolf Anderssen (1818-1879) quien, en la semifinal, venció a Staunton, algo inesperada y del todo ampliamente, por 4 a 1.


No obstante la ausencia de un match directo hubo dos partidas, bajo la modalidad en consulta, que tuvieron de un lado del tablero a Morphy y del otro a Staunton: aquel junto a Thomas Barnes (1825-1874) y el local con el Reverendo John Owen (1827-1901). En ambos casos se impuso el norteamericano y su por entonces compañero de contienda.

En su tiempo, y esa imagen se proyectó a la historia, quedó un sabor muy amargo: el de un “match que no fue”, una prueba no consumada en la que se pretendía dirimir supremacías entre dos de los mejores jugadores de la época. La mentada negativa, la pagará Staunton en términos de una capitis deminutio de su reputación definitiva en el mundo del ajedrez, aunque tendrá también un impacto psicológico en Morphy al generársele una gran frustración, máxime que su viaje a Europa estuvo principalmente motivado para concretar esa porfía.

Conforme la mirada profesional del psicoanalista y neurólogo inglés Ernest Jones (1879-1958), este tema pudo haber influido en la psiquis del norteamericano ya que el rival que no fue, de algún modo, era el supremo padre imago, siguiendo el modelo del psiquiatra y psicólogo suizo Carl Gustav Jung (1875-1961), es decir, era la imagen del referente al que debía necesariamente vencer para reforzar su propio yo (Nota: El estudio de Jones apareció en la revista The International Journal of Psycho-Analysis, Volumen XII, enero de 1931, Parte 1, bajo el título: The Problem of Paul Morphy – A Contribution to the Psycho-Analysis of Chess; en http://www.edochess.ca/batgirl/Jones.html).

Este vínculo traumático se superpone con otro de similares alcances, aunque vinculado ahora al plano familiar: el del propio padre quien, a diferencia del hijo, será un exitoso abogado, y acumulará una pequeña fortuna familiar con el producido de su profesión, cosa que el vástago siempre reconocería en comparación con su propia pobre performance que le deparará la vida en ese rubro.

Podríamos decir que Morphy, entonces, no podrá superar ambas barreras: la de su padre (rival en la vida) y la de Staunton (rival en el ajedrez).

Podría desplegarse otra alternativa de análisis, poniendo el acento en un componente político basado en valores nacionales: las excolonias, los EE. UU., debían poder demostrar ser mejores en algún rubro que simbólicamente pudiera ser atractivo, venciendo a un Imperio del que antes dependían. En esas condiciones Staunton, en caso de ser derrotado, como era bastante posible, podía sentirse en su carácter de pieza sacrificial, por lo que no se prestará al juego.

Morphy logrará confrontar, en cambio, con otros grandes jugadores europeos, siendo el punto culminante su viaje a Francia, el otro centro ajedrecístico mundial de la época, lo que hace exactamente el 1° de agosto de 1858, al arribar a París tras un paso por la ciudad portuaria de Calais. El Café de la Régence, el lugar más influyente de ese tiempo de todo el mundo en donde el ajedrez se practicaba, estaría esperándolo, en la bellísima Ciudad Luz…

En los extremos del cielorraso del Café, más que alegóricamente, se podían ver, en uno de ellos, la fecha de fundación del local y, en los otros tres, aparecían los nombres de los máximos ajedrecistas del pasado: François-André Danican Philidor (1726-1795); Alexandre Deschapelles (1780-1847), y Louis-Charles Mahé de La Bourdonnais (1796-1840). 

Retrato de Morphy jugando a ciegas en el Café de la Régence

En la capital francesa vencerá a Anderssen, el mismo que había sido el triunfador del Torneo de Londres de 1851, la primera prueba en la historia mundial del ajedrez en su etapa moderna. En esas condiciones, tras ese resonante éxito, se lo consideró al tímido matemático alemán como natural sucesor de Staunton en la consideración de a quién le correspondía la calidad de poder ser conceptuado como el mejor jugador del mundo.

El encuentro se dio entre el 20 y el 28 de diciembre de 1858. Morphy prevalece claramente, con un marcador a su favor de 8 a 3, tras siete triunfos (cinco de ellos consecutivos), dos empates y dos derrotas, una de ellas en la primera ronda. Europa, tras este claro resultado, se habrá de rendir definitivamente a los pies del visitante extracontinental.

El propio derrotado, y también lo será en partidas informales que se jugaron después del match (en las que perdió cinco juegos, habiendo ganado el nacido en la ciudad alemana de Breslau, hoy Wroclaw, en Polonia, sólo uno), admitirá su admiración por el juego desplegado por su rival. Un reconocimiento que el norteamericano mucho valoraría al comparar ese gesto de caballerosidad (y de aceptación de la verdad, por otro lado) con los tratos poco gratos y/o esquivos que habían marcado sus vínculos previos con Staunton en Londres y también con Daniel Harrwitz (1821-1884) en la propia París. Partida N° 11 (y última) del match Morphy vs. Anderssen. Blancas el norteamericano. En https://www.chessgames.com/perl/chessgame?gid=1019049

El americano jugó en condiciones muy precarias de su salud, ya que fue afectado por una gripe y, el tratamiento con sanguijuelas aplicado (típico de la época), le produjo una importante pérdida de sangre (se llegó a afirmar que había perdido ¾ partes de ella), provocándole un estado de debilidad general, estando incurso en la lenta recuperación en vísperas de su match con Anderssen, quien había por su lado viajado especialmente desde su ciudad de residencia.

Por ello el encuentro se disputó en el Hotel Breteuil (en la Rue du Dauphin), que ya no existe más (hay otro homónimo actualmente), y no en el Café de la Régence donde hubiera tenido una multitudinaria asistencia. También se dijo que el prusiano estuvo afectado por alguna enfermedad, aunque no se dieron detalles de ella; en todo caso, el propio jugador habló de su falta de forma ajedrecística mas, a diferencia de Staunton, habrá de seguir participando en importantes competencias en el futuro, como en la de Londres en 1862, en la que también se impondrá, por lo que volverá a estar en el centro del escenario, tras la defección de Morphy y el retiro progresivo de Staunton.

Entre ese año de 1858, y comienzos del próximo, a ambos lados del canal de la Mancha Morphy hará exhibiciones de partidas simultáneas, incluso bajo la modalidad de “a ciegas”. En este último rubro, en Londres, lo hizo en el contexto del mentado torneo de Birmingham, con seis triunfos, un empate y una derrota; mientras que, en París, será en el emblemático Café de la Régence que lo haga, también ante ocho rivales, un número del todo desusado, en una sesión que duró diez horas, ganando seis partidas y empatando las restantes, y sin siquiera tomar un vaso de agua en el transcurso de la exhibición.

En la capital británica, antes de esta excursión parisina, sucumbirá ante el norteamericano el conocido Löwenthal, por 10 a 4 (+9; -3; =2), en match disputado entre los meses de julio y agosto de 1858. Es el mismo jugador húngaro que lo había visitado en su casa de Nueva Orléans cuando niño (quien venció al experimentado rival) y quien triunfará poco después en Birmingham dejando atrás a Staunton.

Morphy, en esos tiempos, iba mucho al The Divan Club, el mismo que frecuentaba Staunton. Allí generalmente se desarrollaron muchas partidas informales en las que dio claras muestras de su superioridad.

El rival que más fuerza le hizo fue Samuel Boden (1826-1882), al que batió por 6,5 a 2,5 (+5; -1; =3), a quien Morphy calificó como el mejor ajedrecista de ese tiempo (¡teléfono para Staunton!). Pero hay muchos otros resultados favorables ante rivales connotados, a saber: el buen ajedrecista y excelente historiador del juego Henry Bird (1830-1908), a quien le gana diez partidas, pierde una y empatan otra; y ante Thomas Wilson Barnes (1825-1874); Thomas Hampton (1806-1875); James Kipping (1822-1899); el nacido en Bohemia Edward Löwe (1794-1880); George Medley (1826-1898) y Augustus Mongredien (1807-1888), a quien volverá a enfrentar más formalmente en París. También, siempre en la capital inglesa derrotará, y dándole ventaja de peón y salida, a John Owen (1827-1901) por 6 a 1 (+5; =2), en contienda hecha en el mes de julio (en algunas fuentes se da un resultado distinto: como algunas partidas tuvieron un tono informal, es lógico que haya diferencias en las respectivas contabilizaciones, aunque en ninguna se pone en tela de juicio el éxito del norteamericano en estas contiendas).

Ya en París su primer rival será Harrwitz. Primero jugaron una partida informal, en la que Morphy perdió, lo que envalentonó a su rival. Ya en el match, el norteamericano perdió dos juegos consecutivos, lo que aumentaba los pronósticos peligrosos contra su suerte. Pero luego se recuperará, y vencerá claramente a su rival por 5,5 a 2,5 (+5; -2; =1), antes del abandono del prusiano, pese a que se había pactado que el match se decidiría tras siete triunfos obtenidos por el vencedor. Esta muy esperada contienda se realizó entre el 5 de septiembre y el 4 de octubre de 1858.

Harrwitz era considerado el mejor exponente del Café de la Régence. De hecho era el único profesional ya que vivía absolutamente de sus ingresos obtenidos por el ajedrez. Si bien había perdido un match contra Staunton, en 1846, dos años más tarde logra igualar otro ante Anderssen. De su estancia londinense quedó como legado la célebre revista British Chess Review por él creada.

Las relaciones entre Morphy y Harrwitz, si bien no llegaron a los extremos de conflicto que había tenido aquel en su vínculo con Staunton, tampoco fueron agradables (incluso el match debió postergarse por pedido del de Breslau, quien quiso retomarlo rápidamente cuando el norteamericano estaba exhausto tras su sesión de simultáneas a ciegas de la que ya dimos cuenta). Quizás el norteamericano, algo joven e idealista, luego de estos entuertos, y en el marco de su propia hipersensibilidad, iba a comenzar a ver los límites de un ajedrez en el que no todo eran éxitos, halagos y rosas.

Siempre en la capital de Francia, además de este encuentro y el ya consignado con Anderssen, batirá al local Jules de Rivière (1830-1905) por 7,5 a 0,5 (+7; =1), con quien se reencontrará Morphy en un próximo viaje en 1863, y a Mongredien (Mongredieu), el Presidente del London Chess Club, quien viajó especialmente a París para enfrentarlo, por 7,5 a 0,5 (+7; =1, la primera fue tablas y luego vinieron siete triunfos consecutivos), en este caso jugándose en el Hotel du Louvre (allí se alojaba el británico), aunque ya en 1859, entre los meses de febrero y marzo.

Hay muchas partidas menos formales jugadas en París por Morphy, incluyéndose varias en las que da ventaja de peón y salida e, incluso, hasta dos peones y salida. Bajo otra modalidad, la de en consulta, gana dos y empata dos contra el histórico Saint-Amant, quien jugó junto al ajedrecista y notable escultor Eugène-Louis Lequesne (1815-1887).

Bajo este formato, hay una partida que adquirió una connotación histórica por su espectacular desarrollo. Se disputó el 2 de noviembre de 1858, en la Ópera de París, en un entreacto mientras se presentaba El barbero de Sevilla, siendo los rivales Karl II, el duque de Brunswick (1804-1873)y el conde Gonzague d´Isoard de Vauvenargues (1838-1913). Se la suele presentar bajo el título “Una noche en la Ópera”. "Una noche en la Ópera", partida que Morphy disputa en París frente a dos rivales en el intervalo de una obra. En https://www.chessgames.com/perl/chessgame?gid=1233404

 

Retrato que recrea la partida de Morphy en la Opera de Paris

El 26 de abril de 1859, en una prueba de la gran diferencia de nivel que registraba Morphy respecto de sus contemporáneos, brinda una sesión de simultáneas en el Club St. James’s de Londres ante cinco grandes jugadores locales: pierde con Thomas Barnes (1825-1874), pero le gana a Boden, Bird, de Rivière y Löwenthal. Simplemente mágico.

Sus éxitos europeos harán que se lo tilde de celebridad, dejando atrás la polémica con Staunton. Se le dará tratamiento de estrella y, tras su exitosa excursión europea, la afición ajedrecística lo comenzará a considerar un virtual nuevo campeón mundial. La propia reina Victoria de Inglaterra (1819-1901) lo habrá de recibir en la primavera de 1859 en audiencia privada, habiéndose especulado que el norteamericano, muy gentilmente, en ese contexto le deja ganar al ajedrez a una soberana que, se cree, apenas sabía mover las piezas.

Al regresar a los EE. UU., el 11 de mayo de 1859, fue recibido con todos los honores. Se lo consideraba un héroe que había triunfado en Europa: el Nuevo Mundo demostraba que podía entonces imponerse al Viejo.

Un club de béisbol y marcas de cigarrillos habrán de llevar el nombre de Morphy en prueba de celebración. En la capilla de la Universidad le obsequian un tablero y un juego de piezas de oro y plata representando, aquellas, las fuerzas de la civilización y, estas, las de la barbarie.

En un banquete en su honor dirán: “Morphy es más grande que Julio César ya que vino y venció, sin siquiera ver”, una clara alusión al famoso apotegma “Veni, vidi, vinci”, reformulado ahora teniendo en cuenta el deslumbramiento causado por el hecho de que el jugador pudiera enfrentar a sus rivales a ciegas y, claramente, vencerlos.

Pero Morphy, más allá de este entusiasmo de tono nacionalista, decide abandonar el ajedrez, en forma del todo inesperada e inexplicable, desde la perspectiva de quienes lo observaban, mas no si se ahonda en su profunda personalidad.

Antes de adoptar esa extrema decisión primero hizo un desafío a cualquier jugador del mundo para que lo enfrente, ofreciendo la ventaja de salida y peón, en una prueba de alta consideración de sus propias fortalezas. Pero nadie respondió, por lo que ese será virtualmente su fin frente a un tablero que comenzaba a serle esquivo, tras una excursión europea en la que, en no más de un semestre de practicar el juego a nivel competitivo, tan rápida y plenamente se consagraría. Ya no tenía rivales a la vista. El ajedrez se le agotó rápidamente al genial jugador.

En su tiempo, y en el marco de la guerra entre los estados del norte y los del sur de su país, mientras su madre y una de sus hermanas se exilian en la capital de Francia en busca de paz, el propio jugador partirá al exterior habiendo de retomar la actividad deportiva, aunque muy ligeramente, al recalar en La Habana, en 1862 y 1864, y en París, en 1863, ciudad que lo había visto otrora brillar, pero que ahora será escenario de encuentros del ajedrecista de tono muy menor.

A la capital francesa regresará en 1867, habiendo de permanecer en esa oportunidad casi dieciocho meses aunque, esta vez, sin actividad vinculada al juego. Por caso, no se lo vio como espectador, menos como participante, en el contexto del importante torneo que se disputó del 4 de junio al 11 de julio de ese año, en el que se impuso el eslovaco Ignác Kolisch (1837-1889) delante del polaco Szymon Winawer (1838-1919) y del futuro campeón del mundo Wilhelm Steinitz (1836-1900).

Este, con el paso del tiempo y el título en su alforja, en 1883, al visitar la ciudad de Morphy, querrá conocerlo personalmente, cosa que logra no sin esfuerzo, dada la reticencia del norteamericano, dándose un encuentro histórico por las personalidades involucradas. Mas la entrevista no habría sido de las mejores (duró apenas diez minutos) y, para peor, el de Nueva Orleans exigió que el ajedrez no fuera parte de las conversaciones. En cierto momento, paradojalmente, cuando se le dijo a Morphy que Steinitz estaba en la ciudad, su respuesta fue: “Lo conozco. Su gambito no es bueno”.

El año anterior el otro gran jugador de la época, Johannes Zukertort (1842-1888) lo vio a Morphy en su ciudad, momento en el que le entregó una tarjeta personal que este, sin mirarla, puso en su bolsillo, para de inmediato hablarle en francés. Sorprendido por la actitud del local, este le dice al jugador polaco, muy sorprendido por el uso de la lengua de los francos, que lo recordaba de cuando, en 1867, lo había visto en París. En el episodio advertimos, una vez más, la vigencia de una memoria que siempre fue prodigiosa en un genio que, ya para entonces, daba no obstante algunas señales de extravío. Y de manifiesto desinterés por todo aquello que remitiera al ajedrez.

En el mismo acto de reconocimiento a su logro, al regresar a su país en aquel año de 1859, cuando fue considerado como un héroe nacional, se molestó porque públicamente se lo consideró como profesional del ajedrez, una actividad que, ya sabemos, no revestía esa condición de privilegio por mandato paterno. Morphy, a pesar de su talento específico evidenciado en el juego, o quizás precisamente por ello, no llegó a justipreciar en toda su entidad ni a valorar al mundo de 64 escaques.

Contrariamente, la que sí consideraba una profesión, y respetable, la de abogado, no le dio ninguna satisfacción a lo largo de su vida. Primero no pudo ejercerla por las consecuencias de la guerra de secesión norteamericana, que se desató de 1861 a 1865, en la que sumó su apoyo a los Estados Confederados, como era lógico por su pertenencia geográfica, los que fueron los derrotados en el conflicto. Pareciera que se ofreció como voluntario en combate, aunque no hay evidencias de que hubiera sido reclutado. Y luego no pudo ni supo destacarse en el mundo de los letrados. Siempre se lo veía como ajedrecista, muy a su pesar, y no como un profesional, como pretendía. En igual sentido, una joven que le resultaba atractiva pareciera que lo rechazó, justamente, por ser “un simple jugador de ajedrez”.

En 1871, cuando se disputa el Segundo Congreso de Ajedrez Americano, en el que se impondrá George Henry Mackenzie (1837-1891), jugador nacido en Escocia, Morphy será invitado a sumarse pero, desde luego, no aceptará el convite. El ajedrez para él era parte de un pasado muy remoto.

Con el transcurso del tiempo, en el contexto de su fracaso laboral, y tal vez existencial, incurso en cierto estado de soledad y melancolía, decantó en un estado autoimpuesto de reclusión individual y creciente extravío emocional y, muy probablemente, mental.

Al menos antes de que cumpliera los 40 años de edad, se sentía perseguido e injuriado dando muestras de manías y de cierto estado de enajenación. Ya para 1875 existen reportes periodísticos (por ejemplo en el periódico escocés The Scotsman) dando cuenta de sus probables problemas de salud mental.

Llegó a decir que un amigo de la infancia lo estaba acosando, imputándolo supuestamente por destruirle sus preciadas ropas (era muy coqueto en la vestimenta). Lo fue a buscar a sus oficinas y lo tomó por asalto. Se ha creído que en este vínculo tal vez existiera la frustración de una relación homosexual, una tendencia en Morphy que también podía ser vista en su esmerado cuidado personal y en un extraño hábito que habrá de adquirir: en su cuarto, todos los días procedía a disponer en forma de semicírculo numerosos zapatos de mujer.

Asimismo, también injustificadamente, acusó al esposo de su hermana mayor de querer quedarse con su fortuna personal y de pretender envenenarlo (desde entonces pidió que todas sus comidas fueran hechas por su madre y la menor de sus hermanas, quien permanecerá soltera), y lo batió a duelo. Esas imputaciones serán desechadas judicialmente por considerárselas infundadas, una humillante derrota de un Morphy abogado. Una clase de derrota que nunca hubiera tenido en el mundo escaqueado.

Las acciones extrañas iban agudizándose en un Morphy que, en el aspecto exterior, siempre mantenía su estilo atildado y sus maneras caballerescas pero, en el interior, daba muestras de desequilibrios que podían advertir con agudeza los suyos, preocupados porque en el ajedrecista se estaba difuminando crecientemente el límite entre fantasía y realidad.

Que fuera todos los días a la ópera con su madre (actitud que se quiso ver como una evidencia de cierta tendencia al voyeurismo), que a cierta hora diera las mismas caminatas exclamando a viva voz una frase de sentido incomprensible (“He will plant the flag of Castille on the walls of Madrid with the cry of the city won and the little King will go away all abashed”, es decir: “Colocará la bandera de castillo en los muros de Madrid con el grito de la ciudad ganada y el pequeño Rey se irá abrumado”) y su mentada obsesión con los calzados femeninos (la pretensión de un orden extremo en un contexto sexualmente equívoco), eran procesados con preocupación por su familia en términos de manías que había que intentar de alguna manera corregir.

Por ello, en junio de 1882, deciden internarlo en el Louisiana Retreat, un centro médico para afectados de enfermedades mentales, erigido bajo ideario católico. Pero no logra su familia concretar sus propósitos ya que Morphy se opone, en un rapto de extrema lucidez, con sólidos argumentos (allí sus dotes de abogado lo ayudaron), por lo que las monjas del sitio deciden no admitirlo. 

 

Imagen del asilo mental en el que se pretendió internar a Morphy

Se ha creído que el camino de Morphy hacia la mentada oscuridad mental pudo haber sido agudizado muy tempranamente desde el mismo abandono de la actividad de ajedrez. Es sabida la capacidad de sublimación de ese juego el cual, en su primera etapa de vida, pudo haber sido una barrera de contención de desvíos más profundos. Al dejarlo, y al no poder prosperar en la profesión que había elegido, es muy posible que su psiquis, algo frágil, tomara la senda que en definitiva lo condujo al desvarío.

En todo caso, hay que admitir que muchas veces los genios son así, que el exotismo de muchos de sus comportamientos esconde en el fondo la necesidad de escapar a las normas, romper los paradigmas, vencer la mediocridad circundante. Y, al hacerlo, se alejan de las pautas convencionales a las que solemos denominar normalidad.

Dos años antes de su muerte, lo contactaron a Morphy para una publicación en la que se incluirían las grandes personalidades del estado de Luisiana. Apenas le comentaron que se lo iba a incluir por su vínculo con el ajedrez, respondió en forma airada, que ese juego no era relevante, insistió en el punto de que no era una profesión, que su padre, a diferencia suya, había sido un exitoso abogado y había sabido acumular una fortuna personal, por lo que se negó a acceder al requerimiento. Un ajedrecista que, evidentemente, en esas circunstancias sacó a relucir el peso de toda su hipersensibilidad y de un sentimiento de frustración y fracaso general en la vida.

El 10 de julio de 1884, tras volver de dar un largo paseo, se lo hallará muerto en la bañera de su casa, siendo la causa del deceso una congestión del cerebro. Se habla de una apoplejía, haciendo en ese caso la parábola perfecta del ciclo de su padre, quien murió de igual forma, provocada por el shock térmico ocasionado por el agua fría ante un cuerpo muy caliente.

Paul Morphy, para su compatriota Robert Bobby Fischer (1943-2008), otro gran exponente del tablero, y entre ellos pueden establecerse fuertes líneas de contacto (que van desde la nacionalidad, al genio ajedrecístico, pasando por los desvíos de los convencionalismos), fue uno de los diez mejores jugadores de todos los tiempos. Es más, a su juicio se lo debía considerar como “el jugador más preciso que haya existido jamás“.

La de Morphy fue una vida vertiginosa. Así como aprendió a jugar al ajedrez en forma muy temprana, con buenos resultados inmediatos, también concretará sus estudios con rapidez. Se dedicará más seriamente cuando se le dio la oportunidad de hacerlo y, en un raid por su país y Europa de poco más de un año, vencerá a todos sus connotados rivales, ingresando definitivamente en la historia de la disciplina, muy a su pesar.

Su estilo de juego fue tan poderoso como original. Su apabullante superioridad respecto de sus contemporáneos, dio testimonio de la existencia de una personalidad que se adelantó a su época, como quizás sólo se diera en la historia del ajedrez en el caso del francés François-André Danican, por siempre Philidor (1726-1795).

Su vértigo existencial lo llevó a abandonar el ajedrez casi de inmediato y, años más tarde, fue quemando etapas en sus vínculos con la vida, conduciéndose por los caminos del extravío emocional que fueron el preludio de una muerte también temprana.

El pensador argentino Ezequiel Martínez Estrada (1895-1964), en el diario de la ciudad de Buenos Aires La Nación, en su edición del 16 de abril de 1939, presenta una nota sobre la figura del norteamericano bajo el título: Pablo Morphy, un artista de la afinación intelectual, habiendo de definirlo:

“… ajedrecista norteamericano cuya aparición meteórica dejó una estela de las que llega hasta nosotros, poseyó una inteligencia poderosa y fina que participaba a la vez, y en justas proporciones, de la exactitud del geómetra y de la fantasía del poeta”.

Continúa con algunas de las conocidas precisiones sobre su vida, resaltando su virtual desprecio por el juego, al tiempo que señala que se hundirá en la misantropía, la tristeza, el delirio persecutorio. Ajedrecísticamente lo ubica como creador de una escuela en la que se apoyaron todos los grandes jugadores ulteriores:

“No (fue) un jugador extraordinario, sino el más completo, profundo y elegante de toda la historia del ajedrez. De él se conservan alrededor de 300 partidas (…) Directa o indirectamente se apoyan en el ejemplo de sus producciones aquellos ulteriores avances hacia más amplios horizontes, que se conocen con el nombre de escuelas…”.

Considera que Morphy fue una necesidad de su época, ya que había que poder hallar una expresión de juego la cual, mediante una concepción de mayor alcance y riqueza de posibilidades, hiciera que los principios estratégicos reemplazaran definitivamente al dogma de los textos y a la fantasía de carácter poético de los jugadores. El norteamericano fue la respuesta histórica a ese desafío:

“Con Morphy terminan la tiranía del dogma y el señorío de la inspiración, y el gusto ordinario que se complacía en los pequeños ardides y en la entrega espectacular de piezas mayores. Sin dejar de ser, él mismo, el más acabado exponente del ajedrez de su época, Morphy inaugura una nueva era de estrategia trascendental y de belleza genuinamente ajedrecística, consistente en la afinación musical y en la exactitud matemática de las ideas” (…) Mientras sus rivales emplean líneas de juego y movimientos consagrados como óptimos, él trabaja sobre la partida viva para cerciorarse por el razonamiento, guiado a la manera cartesiana, de la bondad de las jugadas (…) si hay algo original y supremo en la inteligencia de Morphy es cuanto se desvincula de la teoría canónica y obedece a las directivas de su propio estilo. Por ello se le ha comparado acertadamente con Mozart y se le puede comparar mucho más acertadamente con Paganini y Poe (…) Con Morphy la partida de ajedrez adquiere su “forma” completa, como la mecánica y la estética del violín con Paganini. El sentido del ajedrez en Morphy es superior a su capacidad personal de jugarlo bien, como el oído de Paganini es superior al prodigio de sus manos. Paganini encarna una sensibilidad neta y exclusivamente violinística, como Morphy encarna una mentalidad y una técnica neta y exclusivamente ajedrecística”.

En cuanto al estilo del ajedrecista norteamericano advierte, en una suerte de incompleto decálogo:

1) Que elegía posiciones abiertas, de rápido desarrollo y máximo dinamismo, con lo que la partida tiene un signo dramático desde el comienzo;

2) Que esas posiciones abiertas no ofrecen debilidades estratégicas y son tan correctas en su estructura teórica como las posiciones cerradas de la escuela naturalista o de posición;

3) Que la combinación se realiza siempre teniendo como punto de partida el sentido funcional de la posición y no la posición misma como punto final de una serie anterior que acaba en ella;

4) Que trata las posiciones por el método y con el criterio del problemista que ve, bajo la posición real de las piezas: “la posición ajedrecística verdadera”, es decir, el comienzo de una serie y no el final;

5) Que crea el concepto de valor relativo e intercambiable del espacio (casillas) y de las fuerzas (piezas), bien distinto del concepto estático;

6) Que consideró digno de mucho cuidado cada movimiento, desde el inicial, haciendo: “vibrar todo el tablero”;

7) Que subordinó todo el valor a la sencillez, la claridad y la exactitud, procurando acumular las pequeñas ventajas tácticas (se apoya al decir esto en un juicio del excampeón mundial Emanuel Lasker);

8) Que procedía siempre según dos planes simultáneos: uno táctico, de ataque directo; otro estratégico, con horizonte de todo el tablero, para obtener mejor posición;

9) Que creó la noción de fuerza conforme al desarrollo, del desarrollo conforme al plan y del plan conforme a la realidad de la posición.

Concluye Martínez Estrada su análisis asegurando que, en esa transición de una mentalidad estática y cerrada a otra abierta y dinámica, es donde se advierte el principal valor de Morphy. Uniendo, tal vez, las miradas estética y ética del autor, sobre el admirado ajedrecista terminará por aportar:

“Por mucho que el ajedrez actual haya progresado en la dirección de un mayor ajuste en su estrategia general y en la solidez de los conocimientos teóricos, en el dominio a fondo de las particularidades de la táctica y en la complejidad de los planes, el genio de Morphy debe ser visto como el de un creador en quien se dieron juntos los más altos poderes de la fantasía y de la precisión. Ningún jugador ha dejado en su obra un caudal tan grande, noble y puro de emociones de belleza verdadera y de afinaciones de pensamiento. En este sentido se le debe situar en la misma línea de los artistas que, desde Dante hasta Baudelaire, con Paganini y Poe como ejemplos supremos, exigieron al arte no sólo la fuerza de la expresión y la originalidad, sino además la exactitud como deber de conciencia”.

Su ciudad natal, en prueba de reconciliación con uno de sus hijos más pródigos y admirables, inauguró el 5 de abril de 2019 el Morphy Chess & Cultural Center. En Nueva Orleans hay, además, una calle con su nombre, una placa en la casa que vivió y murió –hoy tiene un restaurante- y un tablero que le perteneció se exhibe en el Museo local.

Morphy no fue campeón del mundo de ajedrez, simplemente porque esa clase de título no existía en su tiempo. Morphy, en su corta aunque deslumbrante trayectoria, demostró ser el mejor de su tiempo, y con margen, respecto de cualquiera de sus rivales. Morphy, en una experiencia frente al tablero que en cuanto a la continuidad en el tiempo fue tan frágil como la calidad de su salud mental sobreviniente fue, sin dudas, un ajedrecista genial que estableció una forma de juego que se adelantó a su tiempo. Morphy, como muy pocos ajedrecistas a lo largo de toda la historia, será una celebridad de su tiempo que excederá el ámbito específico del juego, siendo idolatrado en París y Londres por sus triunfos y las impresionantes sesiones de partidas simultáneas a ciegas que lo transformaron en un fenómeno social, habiendo sido recibido por la reina de Inglaterra en una implícita admisión de que era el mejor del mundo en lo suyo, y será considerado un héroe en los EE. UU. ya que pudo demostrar, por vez primera, que la nueva nación estaba en condiciones de prevalecer respecto de todas las de la Vieja Europa.

En un sentido específicamente ajedrecístico podría asegurarse que Morphy puede ser considerado el primer jugador moderno, siendo por ende el precursor de Steinitz, el primer campeón mundial de la historia, título que obtendrá ya avanzado el siglo XIX.

El norteamericano es un principal eslabón de la cadena de evolución del ajedrez, habiendo nacido en vigencia de la escuela romántica (basada en la táctica), mas sabiendo decantar hacia la escuela clásica (sustentada en la estrategia), que de alguna manera se creó con su estilo de juego (lo que será perfeccionado por el nacido en Praga y los referentes posteriores).

Es que el norteamericano, si bien será preferentemente recordado por sus espectaculares y rápidos triunfos, en los que empleaba una técnica más agresiva (generalmente para vencer con rapidez a adversarios muy inferiores), también hizo gala de un estilo de juego más posicional y reposado (el que le sirvió para prevalecer ante ajedrecistas más competitivos).

Y todo ello será a pesar de que la actividad ajedrecística no era precisamente valorada en toda su dimensión por alguien que, casi sin proponérselo, casi a su pesar, casi sin saberlo, se habrá de transformar en referente ineludible a la hora de intentarse, por cierto vanamente, de determinar quién fue el más influyente y el mejor ajedrecista de toda la historia.

Paul Morphy

©ALS, 2021

Notas relacionadas:
Análisis astrológico de Morphy. Por Silvia Méndez. En https://ajedrezlatitudsur.wordpress.com/2021/01/08/analisis-astrologico-de-paul-charles-morphy/.
Semblanza de Staunton. Por Sergio Negri. En https://ajedrezlatitudsur.wordpress.com/2021/01/01/semblanza-de-staunton-por-sergio-negri/.


* COLECCIÓN DE PAPÁ publica íntegramente el texto editado, el 10 de julio de 2021,  por nuestra página amiga AJEDREZ LATITUD SUR Semblanza de Morphy. El máximo ajedrecista del siglo XIX del escritor y querido amigo Sergio Ernesto Negri.