HOMENAJE
"Benjamín Carrión
(Loja, 1897 - Quito, 1979)
Manuel Benjamín Carrión Mora nació en la Provincia de Loja, sur del Ecuador, el 20 de abril de 1897; hijo de Manuel Carrión Riofrío y Filomena Mora Bermeo, fue el último de 10 hermanos. A los seis años queda huérfano de padre. Figura además como diputado al Congreso Nacional de 1921. Luego de graduarse, regresa a su ciudad natal Loja, donde se desempeña como docente y dirige Cultura, revista del profesorado del Colegio “Bernardo Valdivieso”.
En 1922 contrae matrimonio con Águeda Eguiguren Riofrío.
El 18 de abril de 1925 Carrión ingresa al servicio diplomático y en junio viaja a desempeñarse como Cónsul en El Havre, Francia. Ya en Europa, y gracias a su amistad con César Arroyo, establece amistad con figuras importantes de Latinoamérica como Gabriela Mistral, José Vasconcelos, Alcides Arguedas y Francisco García Calderón; a más de personalidades del ámbito europeo como Miguel de Unamuno, Romain Rolland, George Duhamel, entre otros.
En 1927, con Marcel Vuillermoz, alto funcionario de la extinta Casa Editorial Garnier de París, funda la Editora París-América, para lanzar colecciones de libros de escritores consagrados y nuevos de América Española. Una de las series debía llevar el nombre de Gabriela Mistral. La empresa fracasa. Al año siguiente, fruto de su pasión por Latinoamérica, con prólogo de Gabriela Mistral, publica en París Los creadores de la Nueva América que incluían ensayos sobre José Vasconcelos, Manuel Ugarte, Francisco García Calderón y Alcides Arguedas, y en 1929 la novela El desencanto de Miguel García.
En 1930 escribe Mapa de América, con prólogo de Ramón Gómez de la Serna y estudios sobre Teresa de la Parra, Pablo Palacio, Jaime Torres Bodet, el Vizconde de Lascano Tegui, Carlos Sabat Ercasty y José Carlos Mariátegui. Además, publicó en Francia Los que se van:cuentos del cholo y del montuvio, de Joaquín Gallegos Lara, Enrique Gil Gilbert y Demetrio Aguilera Malta, que dio comienzo a la literatura ecuatoriana del Realismo Social.
El 13 de febrero de 1933, es designado por el gobierno de Martínez Mera Ministro Plenipotenciario en México, motivo por el cual es expulsado del Partido Socialista. En tierra azteca, a más de cumplir sus funciones diplomáticas, en difíciles momentos para el Ecuador, sigue en su labor intelectual, publicando en 1934 el libro Atahuallpa.
Cuando José María Velasco Ibarra asume la presidencia, renuncia al cargo, retorna al país y hace patente su figura pública a través de la constitución, junto a Ángel Modesto Paredes, Gonzalo Escudero, Rafael Alvarado, César Carrera Andrade, Néstor Mogollón y Miguel Ángel Zambrano, de la «Escuela de cultura socialista»; es nombrado Profesor de Literatura en la Escuela Superior de Pedagogía de la Universidad Central, elegido Presidente de la Sociedad Jurídico-Literaria; además, miembro de la Comisión Nacional de Codificación del Derecho Internacional.
Para diciembre de 1936, es expatriado por la dictadura de Federico Páez a Ipiales-Colombia. De regreso al país, publica Índice de la poesía ecuatoriana, en 1937. Con la dictadura del general Alberto Enríquez Gallo, forma parte de la misión diplomática del Ecuador en Bogotá. En 1939, empieza a trabajar en una antología de relatistas ecuatorianos, que se hará realidad años después con El nuevo relato ecuatoriano: crítica y antología (1951-52).
Entre 1941 y 1943, escribe Cartas al Ecuador, una serie de artículos publicados en diario El Día.
En 1944 y en el gobierno de Velasco Ibarra, mientras se desempeñaba como presidente del Instituto Nacional de Previsión Social, prepara la Ley y Estatutos de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Proyecto que perennizará su gran labor, la Casa de la Cultura Ecuatoriana será creada el 9 de agosto y se constituiría bajo la noción de:
"Si no podemos, ni debemos ser una potencia política, económica, diplomática y menos -¡mucho menos! - militar seamos una gran potencia de la cultura, porque para eso nos autoriza y nos alienta nuestra historia"
En 1948 viaja como Embajador a Santiago de Chile, donde permanece por poco tiempo. A su retorno, se desempeña en la cátedra universitaria, y para 1950 funda con Alfredo Pareja el diario El Sol, del cual es su director.
Etapa apenas interrumpida por su candidatura a la Vicepresidencia de la República, en binomio con el Dr. Antonio Parra Velasco, en 1960. El gobierno mexicano le hace un reconocimiento con el premio "Benito Juárez" en 1968. A fines de ese mismo año, en forma definitiva, retorna al Ecuador, donde mereció el premio literario Eugenio Espejo, en 1975. Su tarea entonces se centra en la organización de la democracia. Ocupa el cargo de presidente del Tribunal Electoral, al que renuncia por razones de salud.
Muere el 8 de marzo de 1979. Sin embargo, su figura permanece hasta hoy en el panorama ecuatoriano y latinoamericano, pues fue el intelectual que estableció el puente entre el Ecuador y a través de su país, el mundo intelectual de América Latina hacia Europa. Sin duda, una de las figuras emblemáticas de la Cultura Ecuatoriana del siglo XX."
En diciembre del año pasado, concurro al CCBC para plantear el homenaje y recibo la amable atención de César Chávez, quien se interesa por el tema y me invita a mirar en una sala del Centro, las piezas que yo le relataba. ¡No podía creerlo!! Los trebejos guardados en mi memoria se exhibían ante mis ojos. Pido autorización para fotografiarlas, de modo que el reflejo que asoma en las mismas es el mio.
TREBEJOS DE PIEDRA MEXICANA DE BENJAMÍN CARRION
Motivados por estos hechos, decidimos realizar un evento en su homenaje con motivo del centésimo vigésimo segundo aniversario de su natalicio. Nos propusimos realizar un ciclo de cine, con la exhibición de películas cuyo tema central sea el ajedrez.
Propusimos el evento a Leonardo Hidalgo, Director del Centro Cultural Benjamín Carrión (CCBC), que funciona en la que fuera la residencia de Benjamín Carrión en Quito, ubicada en una zona residencial de la capital de los años 20 del siglo pasado.
El evento fue aceptado de inmediato y con César Chávez, Bibliotecario del CCBC organizamos la idea presentada.
Entre los días 15 y 17 de abril, recientemente pasados se realizó el particular Homenaje con la realización del ciclo de cine-ajedrez.
IZQ. A DER. LEONARDO HIDALGO, PEPÉ CARRIÓN Y SERGIO COELLAR MIDEROS
DISEÑO Y FOTOGRAFIA: SERGIO COELLAR MIDEROS (2019) |
(ACTUALIZACIÓN 16 DE FEBRERO DE 2023)
"Benjamín Carrión
(Loja, 1897 - Quito, 1979)
Manuel Benjamín Carrión Mora nació en la Provincia de Loja, sur del Ecuador, el 20 de abril de 1897; hijo de Manuel Carrión Riofrío y Filomena Mora Bermeo, fue el último de 10 hermanos. A los seis años queda huérfano de padre. Figura además como diputado al Congreso Nacional de 1921. Luego de graduarse, regresa a su ciudad natal Loja, donde se desempeña como docente y dirige Cultura, revista del profesorado del Colegio “Bernardo Valdivieso”.
En 1922 contrae matrimonio con Águeda Eguiguren Riofrío.
El 18 de abril de 1925 Carrión ingresa al servicio diplomático y en junio viaja a desempeñarse como Cónsul en El Havre, Francia. Ya en Europa, y gracias a su amistad con César Arroyo, establece amistad con figuras importantes de Latinoamérica como Gabriela Mistral, José Vasconcelos, Alcides Arguedas y Francisco García Calderón; a más de personalidades del ámbito europeo como Miguel de Unamuno, Romain Rolland, George Duhamel, entre otros.
En 1927, con Marcel Vuillermoz, alto funcionario de la extinta Casa Editorial Garnier de París, funda la Editora París-América, para lanzar colecciones de libros de escritores consagrados y nuevos de América Española. Una de las series debía llevar el nombre de Gabriela Mistral. La empresa fracasa. Al año siguiente, fruto de su pasión por Latinoamérica, con prólogo de Gabriela Mistral, publica en París Los creadores de la Nueva América que incluían ensayos sobre José Vasconcelos, Manuel Ugarte, Francisco García Calderón y Alcides Arguedas, y en 1929 la novela El desencanto de Miguel García.
En 1930 escribe Mapa de América, con prólogo de Ramón Gómez de la Serna y estudios sobre Teresa de la Parra, Pablo Palacio, Jaime Torres Bodet, el Vizconde de Lascano Tegui, Carlos Sabat Ercasty y José Carlos Mariátegui. Además, publicó en Francia Los que se van:cuentos del cholo y del montuvio, de Joaquín Gallegos Lara, Enrique Gil Gilbert y Demetrio Aguilera Malta, que dio comienzo a la literatura ecuatoriana del Realismo Social.
El 13 de febrero de 1933, es designado por el gobierno de Martínez Mera Ministro Plenipotenciario en México, motivo por el cual es expulsado del Partido Socialista. En tierra azteca, a más de cumplir sus funciones diplomáticas, en difíciles momentos para el Ecuador, sigue en su labor intelectual, publicando en 1934 el libro Atahuallpa.
Cuando José María Velasco Ibarra asume la presidencia, renuncia al cargo, retorna al país y hace patente su figura pública a través de la constitución, junto a Ángel Modesto Paredes, Gonzalo Escudero, Rafael Alvarado, César Carrera Andrade, Néstor Mogollón y Miguel Ángel Zambrano, de la «Escuela de cultura socialista»; es nombrado Profesor de Literatura en la Escuela Superior de Pedagogía de la Universidad Central, elegido Presidente de la Sociedad Jurídico-Literaria; además, miembro de la Comisión Nacional de Codificación del Derecho Internacional.
Para diciembre de 1936, es expatriado por la dictadura de Federico Páez a Ipiales-Colombia. De regreso al país, publica Índice de la poesía ecuatoriana, en 1937. Con la dictadura del general Alberto Enríquez Gallo, forma parte de la misión diplomática del Ecuador en Bogotá. En 1939, empieza a trabajar en una antología de relatistas ecuatorianos, que se hará realidad años después con El nuevo relato ecuatoriano: crítica y antología (1951-52).
Entre 1941 y 1943, escribe Cartas al Ecuador, una serie de artículos publicados en diario El Día.
En 1944 y en el gobierno de Velasco Ibarra, mientras se desempeñaba como presidente del Instituto Nacional de Previsión Social, prepara la Ley y Estatutos de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Proyecto que perennizará su gran labor, la Casa de la Cultura Ecuatoriana será creada el 9 de agosto y se constituiría bajo la noción de:
"Si no podemos, ni debemos ser una potencia política, económica, diplomática y menos -¡mucho menos! - militar seamos una gran potencia de la cultura, porque para eso nos autoriza y nos alienta nuestra historia"
En 1948 viaja como Embajador a Santiago de Chile, donde permanece por poco tiempo. A su retorno, se desempeña en la cátedra universitaria, y para 1950 funda con Alfredo Pareja el diario El Sol, del cual es su director.
Etapa apenas interrumpida por su candidatura a la Vicepresidencia de la República, en binomio con el Dr. Antonio Parra Velasco, en 1960. El gobierno mexicano le hace un reconocimiento con el premio "Benito Juárez" en 1968. A fines de ese mismo año, en forma definitiva, retorna al Ecuador, donde mereció el premio literario Eugenio Espejo, en 1975. Su tarea entonces se centra en la organización de la democracia. Ocupa el cargo de presidente del Tribunal Electoral, al que renuncia por razones de salud.
Muere el 8 de marzo de 1979. Sin embargo, su figura permanece hasta hoy en el panorama ecuatoriano y latinoamericano, pues fue el intelectual que estableció el puente entre el Ecuador y a través de su país, el mundo intelectual de América Latina hacia Europa. Sin duda, una de las figuras emblemáticas de la Cultura Ecuatoriana del siglo XX."
Con motivo del centésimo vigésimo segundo (122) aniversario del nacimiento de Manuel Benjamín Carrión Mora, queremos dar a conocer una faceta desconocida fuera del entorno familiar, del distinguido intelectual ecuatoriano.
A partir de una fotografía de unos trebejos mexicanos de Benjamín Carrión, nos dedicamos a investigar sobre la afición y proximidad del ilustre ecuatoriano hacia la práctica del ajedrez.
Recordaba aquellos trebejos, que los ví por primera vez en una fotografía publicada en la Revista Vistazo junto a un reportaje de Benjamín Carrión. Es posible que la nota apareciera con motivo de su muerte en el año 1979. No puedo precisar fecha alguna. ¡Quedé maravillado con aquellas piezas mexicanas!
A partir de una fotografía de unos trebejos mexicanos de Benjamín Carrión, nos dedicamos a investigar sobre la afición y proximidad del ilustre ecuatoriano hacia la práctica del ajedrez.
Recordaba aquellos trebejos, que los ví por primera vez en una fotografía publicada en la Revista Vistazo junto a un reportaje de Benjamín Carrión. Es posible que la nota apareciera con motivo de su muerte en el año 1979. No puedo precisar fecha alguna. ¡Quedé maravillado con aquellas piezas mexicanas!
En diciembre del año pasado, concurro al CCBC para plantear el homenaje y recibo la amable atención de César Chávez, quien se interesa por el tema y me invita a mirar en una sala del Centro, las piezas que yo le relataba. ¡No podía creerlo!! Los trebejos guardados en mi memoria se exhibían ante mis ojos. Pido autorización para fotografiarlas, de modo que el reflejo que asoma en las mismas es el mio.
TREBEJOS DE PIEDRA MEXICANA DE BENJAMÍN CARRION
EN EXHIBICION EN EL CCBC
FOTOGRAFIA: SERGIO COELLAR MIDEROS- QUITO. DICIEMBRE 2018
Fernando Carrión en la mesa de ajedrez donde disputaba las partidas con su abuelo, Benjamín Carrión. Fotos: Pavel Calahorrano |
MESA DE JUEGO Y TREBEJOS HEREDADOS POR FERNANDO CARRION FOTOGRAFIA: F. CARRION - QUITO, ABRIL 2019
Fotografía tomada de @fcarrionm
"Enseñándole a mi nieto a jugar ajedrez en la misma mesa que jugaba con
mi abuelo!"
|
La pasión por el ajedrez acompañó a Benjamín Carrión durante toda su vida. Tan reconocida sería esta afición que en Ciudad de México, en 2011 se hizo un singular reconocimiento a la misma, al develarse una estatua del notable ecuatoriano jugando una partida de ajedrez. La escultura en bronce está en la Plaza de la Santa Veracruz, de la capital mexicana y fue elaborada por el mexicano Pedro Filiberto Ramírez Ponzanelli.
PLAZA DE LA SANTA VERACRUZ- TURISTAS POSANDO CON BENJAMIN CARRION |
COLLAGE DE FOTOS TOMADAS DE LA WEB
Motivados por estos hechos, decidimos realizar un evento en su homenaje con motivo del centésimo vigésimo segundo aniversario de su natalicio. Nos propusimos realizar un ciclo de cine, con la exhibición de películas cuyo tema central sea el ajedrez.
Propusimos el evento a Leonardo Hidalgo, Director del Centro Cultural Benjamín Carrión (CCBC), que funciona en la que fuera la residencia de Benjamín Carrión en Quito, ubicada en una zona residencial de la capital de los años 20 del siglo pasado.
El evento fue aceptado de inmediato y con César Chávez, Bibliotecario del CCBC organizamos la idea presentada.
RADIO PLATINUM- QUITO 12 ABRIL DE 2019 |
ENTREVISTA CON ANDRES CARRION. AUDIO EN EL LINK
http://www.ecuadoradio.ec/…/RAC%202019%2004%2012%20SERGIO%2… |
INAUGURACION DEL EVENTO
FOTOGRAFIA: LUIS ARMAS DAVILA - QUITO, ABRIL 2019
En la inauguración del evento en Homenaje se destacó la emotiva intervención de Pepé, hija de Benjamín Carrión:
Por Antonio Gude
Alekhine, que en principio había manifestado simpatías por el Gobierno Soviético “y la construcción de una nueva Rusia”, se fue del país para no regresar. Una traición consumada, a ojos oficiales. La muerte de Lenin, oficialmente se había debido a un infarto cerebral. Extraoficialmente, a causa de una sífilis de la que ya se había tratado en 1896. En sus últimos escritos, Lenin había advertido del peligro que suponía la concentración de poder en un solo hombre (en clara alusión a Stalin, Secretario General del PCUS y miembro del Politburó), y también que consideraba a Trotsky el dirigente más capacitado.
A la derecha de Stalin se encontraba Nikolai Bujarin, brillante intelectual y economista, el promotor, como hemos dicho, de la construcción de “socialismo en un país”, mientras que a la izquierda, Trotsky, abogaba por una mayor democratización de los estamentos públicos y una internacionalización del socialismo. En el centro, bien asentado, estaba Stalin y, como es sabido, quien domina el centro del tablero domina la partida. Stalin no era un intelectual, pero además de astuto, era mucho más culto de lo que Bujarin y Trotsky pensaban, y su arrogante menosprecio les costaría muy caro a ambos.
Por entonces, Ilyn-Genevsky y, sobre todo, Krylenko, maestro y abogado, que llegó a ser Fiscal General del Estado, habían convencido a los altos responsables políticos del gran valor social que el ajedrez podría tener en la nueva Unión Soviética. Entre los argumentos que esgrimían, ponían especial énfasis en las virtudes que el juego inculcaba, como la lógica, la imaginación, la precisión y la disciplina mental o arte de la planificación. Por último, pero no lo menos importante: el ajedrez era la oferta ideal para un empleo constructivo del ocio, era barato y contribuía a alejar a los ciudadanos de la mayor de las lacras rusas: el alcoholismo. Así surgió la idea de promover un gran torneo internacional. La idea de confrontar a los jugadores soviéticos de élite con los mejores maestros occidentales entusiasmó a todos, dirigentes incluidos.
No había duda de que los ajedrecistas de la URSS mejorarían su juego al contrastarlo con los más significados expertos del mundo. Mientras se gestaba el primer torneo internacional de Moscú, Ilya Rabinovich había tomado parte en el torneo de Baden-Baden (1925), donde tuvo una buena actuación, clasificándose séptimo (delante de Réti, Nimzovich y Spielmann). Era el primer representante soviético en un torneo internacional. A su regreso a Leningrado, fue recibido en su club con nutridos aplausos. La verdadera fiesta empezaría en noviembre.
El torneo internacional de Moscú despertó una enorme expectación, por no decir excitación, en el público moscovita, ante la presencia de los más destacados jugadores occidentales del momento: el campeón mundial, Capablanca, el excampeón Lasker, Tartakower, Rubinstein, Spielmann, Marshall, nombres legendarios y de gran impacto en el imaginario soviético. Para frustración suya, y a pesar de los intentos que hizo por reconciliarse con los nuevos regentes, Alekhine no fue invitado, porque por entonces se le consideraba “hostil al régimen soviético”. Los acontecimientos ajedrecísticos paralelos, durante y después del gran torneo, despertaron quizá mayor expectación aún que la competición en sí, pues los aficionados estaban ansiosos por contemplar de cerca las hazañas de aquellos gigantes del tablero. Además, los más fuertes incluso tenían posibilidades de hacerse con un puesto en las numerosas exhibiciones de simultáneas que se celebraron a lo largo del torneo, en las que Réti causó sensación por sus demostraciones a la ciega. Un grandioso espectáculo para una sociedad que vivía encerrada en sí misma.
La pasión por el ajedrez era patente y quedó plasmada en numerosos productos con motivos ajedrecísticos (camisas, corbatas, carteles, tarjetas postales), además de sellos conmemorativos de la cita. A pesar de su elevado costo, las entradas se agotaban en menos de una hora. El ajedrez estaba de moda y, durante el torneo, todas las celebridades rusas de la política, la cultura y las ciencias estaban ávidas por presenciar el choque entre los ajedrecistas nacionales y los occidentales. Nadie quería perderse un acontecimiento de tal magnitud, una cita a la que quien realmente era alguien no podía faltar.
Un joven y pronto famoso cineasta, Vsevolod Pudovkin, trató de captar esa atmósfera en un cortometraje mudo, La fiebre del ajedrez, en el que, entre otros, tienen sendos cameos Capablanca y Torre, con abundantes planos de las partidas. La fiebre se extendió hasta Leningrado y cuando el periódico Novaia Vechernaia Gazeta realizó una encuesta entre sus lectores acerca del ganador del torneo, recibió más de 3.000 pronósticos, la mayoría inclinándose a favor de Capablanca y Lasker. A propósito de pronósticos, Znosko-Borovsky, otro maestro ruso exiliado en París, había vaticinado que el torneo carecería de interés “por la gran disparidad de fuerzas”. Pero lo cierto es que todos los jugadores soviéticos ganaron al menos una partida a sus adversarios occidentales, si bien sólo Bogoljubov e Ilyn-Genevsky superaron el 50% de la puntuación.
El resultado global de las confrontaciones individuales fue 43-27 y 40 tablas, a favor de los extranjeros. Lasker y Capablanca se enfrentaron ya en la primera ronda, haciendo tablas en 29 jugadas. En la sexta ronda, el día en que el campeón cumplía 37 años, Capablanca se enfrentó y venció a Fiodor Bogatyrchuk. El día siguiente, jornada de descanso en el torneo, realizaría una exhibición de simultáneas en San Petersburgo, frente a treinta rivales de primera categoría. Perdió cuatro partidas, una de ellas ante un joven de catorce años llamado Mijail Botvinnik. Se dice que Capablanca le vaticinó un gran futuro, pero es más verosímil la narración de un manotazo del campeón, arrojando al suelo las piezas, algo nada habitual en su conducta, pero que reflejaba a las claras su disgusto por la derrota. 'El mejor de los tiempos' - La popularidad del ajedrez en la URSS, A.Gude
"Conocía
desde luego, por propia experiencia, el misterioso poder de atracción
del "juego de reyes", de ese juego entre los juegos, el único entre los
ideados por el hombre que escarpa sobremaneramente a cualquier tiranía
del azar, y otorga los laureles de la victoria exclusivamente al
espíritiu, o mejor aún, a una forma muy caracterísitica de agudeza
mental. ¿Pero no es ya el solo hecho de tildarlo de juego una
degradación insultante? ¿No es acaso también una ciencia, un arte que
gravita entre estas diferentes categorías como entre el cielo y la
tierra del ataúd de Mahoma? ¿No es por azar un vínculo único entre todos
los pares de contrarios; antiqísimo y sin embargo siempre nuevo;
mecánico en su disposición y sin embargo eficaz tan sólo por obra de la
fantasía; limitado a un espacio rígidamente geométrico y a un tiempo
ilimitado en sus combinaciones; en perpetuo desarrollo y sin embargo
estéril; un pensamiento que no lleva a nada, una matemática que nada
calcula, un arte sin obras, una arquitectura sis sustancia, y aún así
más manifiestamente perenne en su escencia y existencia que todos los
libros y obras de arte, el único juego que pertence a todos los pueblos y
a todas las épocas y del que nadie sabe que dios lo legó a la tierra
para matar el hastío, aguzar los sentidos y estimular el espíritu? ¿Dónde
empieza, dónde acaba? Cualquier niño puede aprender sus reglas
básicas, cualquier chapucero puede probar con él fortuna, y sin embargo
tiene la virtud de generar en el seno de su cuadrado, inmutable y
estricto, una especie peculiar de campeones sin comparación con ninguna
otra, hombres dotados de habilidad especial para el ajedrez, de una
genialidad específica que combina clarividencia, paciencia y técnica en
proporciones tan exactamente definidas como lo están para las
matemáticas, poemas y músicos, sólo que con distinta disposición y
armonía".
Zweig, Stefan- "Novela de ajedrez", ACANTILADO, Quaderns Crema S.A.U., 2009, Barcelona-España, pág. 17-18
En la inauguración del evento en Homenaje se destacó la emotiva intervención de Pepé, hija de Benjamín Carrión:
Pepé Carrión Eguiguren |
"Remembranza de mi padre
Esta casa en la que nos encontramos en este momento y que se llama Centro Cultural Benjamín Carrión, cuyo Director es Leonardo Hidalgo, a quien conocí desde muy niño, la construyo mi papá con la ayuda del Arquitecto Alfonso Calderón, quien ayudado por las mágica manos de los picapedreros Chuqui y las igualmente mágicas de los talladores de madera, los maestros Almeida de la Vicentina. Unos verdaderos maestros.
Aquí cumplí mis 15 años con fiesta incluida y aquí me casé. Estoy muy emocionada por que me vienen muy buenos recuerdos.
Recibí una llamada de Sergio Coellar y me propuso festejar el cumpleaños de papá en esta casa, no como el gran escritor y hombre de letras, si no como el “ajedrecista”. Esto lo hubiera hecho muy feliz. El amaba el ajedrez toda su vida. Desde mi más tierna infancia lo vi rodeado de tableros y piezas de ajedrez. El quería que sus hijos aprendan este juego, mi hermano Jaime fue un buen jugador. Me acuerdo cuando papá y Gonzalo Escudero estuvieron desterrados en Ipiales por comunistas, Jaime jugaba con Gonzalo y siempre le ganaba.
Yo lo decepcioné. No aprendí este juego ciencia. Fui una buena basquetbolista, incluso de la selección de Pichincha.
Me acuerdo de una anécdota que él contaba frecuentemente: No precisó la fecha, pero se realizó en Nueva York. Mi papá se enteró que el gran ajedrecista cubano José Raúl Capablanca iba a competir contra doce o catorce jugadores. Benjamín Carrión era uno de ellos. Le pareció que Capablanca se demoró un poco más frente a su tablero. En todo caso el gran cubano ganó.
Su nieto Fernando Carrión fue el que le dio la la gran alegría, se convirtió en un buen jugador y llegó a ganarle al abuelo. Leía todo libro que caía en sus manos, tanto así que papá le arregló un rinconcito en su biblioteca para que Fernando viva allí y haga sus tareas del colegio.
Papá se acordaba que cuando niño en Loja, su hermano Héctor Manuel le enseñó a jugar y desde ese momento, nunca paró. A donde iba, buscaba jugadores.
En Quito encontró un club de ajedrez que se encontraba en los altos de una casa en la Calle Chile, junto a las Notarías, frente al antiguo almacén El Globo, a una cuadra del Hotel Metropolitano. Luego en México con sus amigos intelectuales como Juan Rulfo, Mario Monteforte y otros que no recuerdo.
Papá tenía un espíritu de coleccionista y adquiría tableros, mesas y piezas de ajedrez de diferentes orígenes. México lo enloqueció, adquirió piezas de ajedrez de diferentes materiales: piedra, madera, etc.
Cuando nos mudamos al Batán o Bellavista, en la casa donde ahora funcionará una extensión de éste Centro Cultural, papá encontró jugadores en la Alianza Francesa.
México fue un país al que papá amó mucho, y México le devolvió con creces ese amor: en la Plaza de la Santa Veracruz en pleno Centro Histórico, le dedicaron una placita y una bellísima escultura. Una escultura de Benjamín Carrión jugando ajedrez. Fue el joven escultor mexicano pedro Filiberto Ramírez quien esculpió esta belleza. Alrededor de la escultura se puede leer la famosa frase de papá: “Seamos una potencia de cultura, porque para eso nos autoriza y alienta nuestra historia”
Aquí cumplí mis 15 años con fiesta incluida y aquí me casé. Estoy muy emocionada por que me vienen muy buenos recuerdos.
Recibí una llamada de Sergio Coellar y me propuso festejar el cumpleaños de papá en esta casa, no como el gran escritor y hombre de letras, si no como el “ajedrecista”. Esto lo hubiera hecho muy feliz. El amaba el ajedrez toda su vida. Desde mi más tierna infancia lo vi rodeado de tableros y piezas de ajedrez. El quería que sus hijos aprendan este juego, mi hermano Jaime fue un buen jugador. Me acuerdo cuando papá y Gonzalo Escudero estuvieron desterrados en Ipiales por comunistas, Jaime jugaba con Gonzalo y siempre le ganaba.
Yo lo decepcioné. No aprendí este juego ciencia. Fui una buena basquetbolista, incluso de la selección de Pichincha.
Me acuerdo de una anécdota que él contaba frecuentemente: No precisó la fecha, pero se realizó en Nueva York. Mi papá se enteró que el gran ajedrecista cubano José Raúl Capablanca iba a competir contra doce o catorce jugadores. Benjamín Carrión era uno de ellos. Le pareció que Capablanca se demoró un poco más frente a su tablero. En todo caso el gran cubano ganó.
Su nieto Fernando Carrión fue el que le dio la la gran alegría, se convirtió en un buen jugador y llegó a ganarle al abuelo. Leía todo libro que caía en sus manos, tanto así que papá le arregló un rinconcito en su biblioteca para que Fernando viva allí y haga sus tareas del colegio.
Papá se acordaba que cuando niño en Loja, su hermano Héctor Manuel le enseñó a jugar y desde ese momento, nunca paró. A donde iba, buscaba jugadores.
En Quito encontró un club de ajedrez que se encontraba en los altos de una casa en la Calle Chile, junto a las Notarías, frente al antiguo almacén El Globo, a una cuadra del Hotel Metropolitano. Luego en México con sus amigos intelectuales como Juan Rulfo, Mario Monteforte y otros que no recuerdo.
Papá tenía un espíritu de coleccionista y adquiría tableros, mesas y piezas de ajedrez de diferentes orígenes. México lo enloqueció, adquirió piezas de ajedrez de diferentes materiales: piedra, madera, etc.
Cuando nos mudamos al Batán o Bellavista, en la casa donde ahora funcionará una extensión de éste Centro Cultural, papá encontró jugadores en la Alianza Francesa.
México fue un país al que papá amó mucho, y México le devolvió con creces ese amor: en la Plaza de la Santa Veracruz en pleno Centro Histórico, le dedicaron una placita y una bellísima escultura. Una escultura de Benjamín Carrión jugando ajedrez. Fue el joven escultor mexicano pedro Filiberto Ramírez quien esculpió esta belleza. Alrededor de la escultura se puede leer la famosa frase de papá: “Seamos una potencia de cultura, porque para eso nos autoriza y alienta nuestra historia”
En este solemne acto estuvimos presentes Galo Galarza, Embajador del Ecuador, el Regente del D.F. Marcelo Ebrard, hoy Canciller de México, Pepé Carrión, su hija, sus nietos: Catalina y Emilio Pallares.
Por su relación con México recibió en 1967 la condecoración Benito Juárez que México la concedió por una sola vez. En México escribió y publicó su gran libro Atahuallpa.
Mi mamá quiso que en esta casa se reproduzca un club de ajedrez, desgraciadamente no había suficiente espacio.
Gracias a Sergio Coellar, festejamos éste cumpleaños con el mejor regalo. ¿Qué otro regalo hubiera querido mi papá? ¡El ajedrez!
Gracias también a Leonardo Hidalgo y a todas las personas que hacen de esta casa un bello lugar que produce cultura y alegría.”
El
Dr. Olavo Yépez Obando, quien fuera el primer ajedrecista ecuatoriano en
obtener el título de Maestro Internacional otorgado por la FIDE, refiriéndose a nuestro homenajeado, en comunicación exclusiva nos comenta:
“…en la década de los años 1960, el señor doctor Benjamín Carrión, entonces Presidente de la Casa de la Cultura ecuatoriana, era miembro y participante asiduo del entonces Comité Provincial de Ajedrez de Pichincha, cuyo local se encontraba localizado en las calles Guayaquil y Chile de la ciudad de Quito.
Con su presencia y entusiasmo, el Dr. Carrión ayudo al progreso del ajedrez de Pichincha. Contribuyó económicamente al viaje de un combinado nacional al IV Campeonato Universitario de Ajedrez en Reikiavik, Islandia, el año de 1957”
Por su relación con México recibió en 1967 la condecoración Benito Juárez que México la concedió por una sola vez. En México escribió y publicó su gran libro Atahuallpa.
Mi mamá quiso que en esta casa se reproduzca un club de ajedrez, desgraciadamente no había suficiente espacio.
Gracias a Sergio Coellar, festejamos éste cumpleaños con el mejor regalo. ¿Qué otro regalo hubiera querido mi papá? ¡El ajedrez!
Gracias también a Leonardo Hidalgo y a todas las personas que hacen de esta casa un bello lugar que produce cultura y alegría.”
http://www.jornada.unam.mx/2011/05/25/cultura/a04n1cul |
https://jorgalbrtotranseunte.wordpress.com/2012/04/23/benjamin-carrion-y-su-contraataque-ajedrecistico/ |
“…en la década de los años 1960, el señor doctor Benjamín Carrión, entonces Presidente de la Casa de la Cultura ecuatoriana, era miembro y participante asiduo del entonces Comité Provincial de Ajedrez de Pichincha, cuyo local se encontraba localizado en las calles Guayaquil y Chile de la ciudad de Quito.
Con su presencia y entusiasmo, el Dr. Carrión ayudo al progreso del ajedrez de Pichincha. Contribuyó económicamente al viaje de un combinado nacional al IV Campeonato Universitario de Ajedrez en Reikiavik, Islandia, el año de 1957”
En el ciclo de cine-ajedrez se exhibieron tres películas:
Sobre el film La fiebre del Ajedrez, Moscú (1925).
19 febrero, 2021 ajedrezlatitudsurPor Antonio Gude
Alekhine, que en principio había manifestado simpatías por el Gobierno Soviético “y la construcción de una nueva Rusia”, se fue del país para no regresar. Una traición consumada, a ojos oficiales. La muerte de Lenin, oficialmente se había debido a un infarto cerebral. Extraoficialmente, a causa de una sífilis de la que ya se había tratado en 1896. En sus últimos escritos, Lenin había advertido del peligro que suponía la concentración de poder en un solo hombre (en clara alusión a Stalin, Secretario General del PCUS y miembro del Politburó), y también que consideraba a Trotsky el dirigente más capacitado.
A la derecha de Stalin se encontraba Nikolai Bujarin, brillante intelectual y economista, el promotor, como hemos dicho, de la construcción de “socialismo en un país”, mientras que a la izquierda, Trotsky, abogaba por una mayor democratización de los estamentos públicos y una internacionalización del socialismo. En el centro, bien asentado, estaba Stalin y, como es sabido, quien domina el centro del tablero domina la partida. Stalin no era un intelectual, pero además de astuto, era mucho más culto de lo que Bujarin y Trotsky pensaban, y su arrogante menosprecio les costaría muy caro a ambos.
Por entonces, Ilyn-Genevsky y, sobre todo, Krylenko, maestro y abogado, que llegó a ser Fiscal General del Estado, habían convencido a los altos responsables políticos del gran valor social que el ajedrez podría tener en la nueva Unión Soviética. Entre los argumentos que esgrimían, ponían especial énfasis en las virtudes que el juego inculcaba, como la lógica, la imaginación, la precisión y la disciplina mental o arte de la planificación. Por último, pero no lo menos importante: el ajedrez era la oferta ideal para un empleo constructivo del ocio, era barato y contribuía a alejar a los ciudadanos de la mayor de las lacras rusas: el alcoholismo. Así surgió la idea de promover un gran torneo internacional. La idea de confrontar a los jugadores soviéticos de élite con los mejores maestros occidentales entusiasmó a todos, dirigentes incluidos.
No había duda de que los ajedrecistas de la URSS mejorarían su juego al contrastarlo con los más significados expertos del mundo. Mientras se gestaba el primer torneo internacional de Moscú, Ilya Rabinovich había tomado parte en el torneo de Baden-Baden (1925), donde tuvo una buena actuación, clasificándose séptimo (delante de Réti, Nimzovich y Spielmann). Era el primer representante soviético en un torneo internacional. A su regreso a Leningrado, fue recibido en su club con nutridos aplausos. La verdadera fiesta empezaría en noviembre.
El torneo internacional de Moscú despertó una enorme expectación, por no decir excitación, en el público moscovita, ante la presencia de los más destacados jugadores occidentales del momento: el campeón mundial, Capablanca, el excampeón Lasker, Tartakower, Rubinstein, Spielmann, Marshall, nombres legendarios y de gran impacto en el imaginario soviético. Para frustración suya, y a pesar de los intentos que hizo por reconciliarse con los nuevos regentes, Alekhine no fue invitado, porque por entonces se le consideraba “hostil al régimen soviético”. Los acontecimientos ajedrecísticos paralelos, durante y después del gran torneo, despertaron quizá mayor expectación aún que la competición en sí, pues los aficionados estaban ansiosos por contemplar de cerca las hazañas de aquellos gigantes del tablero. Además, los más fuertes incluso tenían posibilidades de hacerse con un puesto en las numerosas exhibiciones de simultáneas que se celebraron a lo largo del torneo, en las que Réti causó sensación por sus demostraciones a la ciega. Un grandioso espectáculo para una sociedad que vivía encerrada en sí misma.
La pasión por el ajedrez era patente y quedó plasmada en numerosos productos con motivos ajedrecísticos (camisas, corbatas, carteles, tarjetas postales), además de sellos conmemorativos de la cita. A pesar de su elevado costo, las entradas se agotaban en menos de una hora. El ajedrez estaba de moda y, durante el torneo, todas las celebridades rusas de la política, la cultura y las ciencias estaban ávidas por presenciar el choque entre los ajedrecistas nacionales y los occidentales. Nadie quería perderse un acontecimiento de tal magnitud, una cita a la que quien realmente era alguien no podía faltar.
Un joven y pronto famoso cineasta, Vsevolod Pudovkin, trató de captar esa atmósfera en un cortometraje mudo, La fiebre del ajedrez, en el que, entre otros, tienen sendos cameos Capablanca y Torre, con abundantes planos de las partidas. La fiebre se extendió hasta Leningrado y cuando el periódico Novaia Vechernaia Gazeta realizó una encuesta entre sus lectores acerca del ganador del torneo, recibió más de 3.000 pronósticos, la mayoría inclinándose a favor de Capablanca y Lasker. A propósito de pronósticos, Znosko-Borovsky, otro maestro ruso exiliado en París, había vaticinado que el torneo carecería de interés “por la gran disparidad de fuerzas”. Pero lo cierto es que todos los jugadores soviéticos ganaron al menos una partida a sus adversarios occidentales, si bien sólo Bogoljubov e Ilyn-Genevsky superaron el 50% de la puntuación.
El resultado global de las confrontaciones individuales fue 43-27 y 40 tablas, a favor de los extranjeros. Lasker y Capablanca se enfrentaron ya en la primera ronda, haciendo tablas en 29 jugadas. En la sexta ronda, el día en que el campeón cumplía 37 años, Capablanca se enfrentó y venció a Fiodor Bogatyrchuk. El día siguiente, jornada de descanso en el torneo, realizaría una exhibición de simultáneas en San Petersburgo, frente a treinta rivales de primera categoría. Perdió cuatro partidas, una de ellas ante un joven de catorce años llamado Mijail Botvinnik. Se dice que Capablanca le vaticinó un gran futuro, pero es más verosímil la narración de un manotazo del campeón, arrojando al suelo las piezas, algo nada habitual en su conducta, pero que reflejaba a las claras su disgusto por la derrota. 'El mejor de los tiempos' - La popularidad del ajedrez en la URSS, A.Gude
JUAN CARLOS CALDERON COMENTANDO "NOVELA DE AJEDREZ" |
Dibujo de Hans Fronius de la edición original de
la Novela de ajedrez de Stefan Zweig, aparecida
en 1943 en la editorial Bermann-Fischer
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SERGIO COELLAR COMENTANDO "EL JUGADOR DE AJEDREZ" |
https://www.facebook.com/events/346498569317916/permalink/348188999148873/
Mis sincero agradecimiento y gratitud para:
Pepé Carrión E.
Leonardo Hidalgo
César Chávez (+)
Andrés Carrión M.
Martín Pallares C.
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Juan Carlos Calderón V.
Fernando Carrión M.
Esther Mina
Personal administrativo y de servicios del CCBC
Sin su valiosa colaboración no se hubiera desarrollado el evento.
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