ORIGEN: ESTADOS UNIDOS AÑO: 1966
DISEÑO TREBEJOS
PETER GANINE (1961)
DISEÑO TABLERO
IRVING A. FEINBERG
FABRICANTE
REPRODUCCION (1975)
Fecha de lanzamiento 2016
NOBLE PARTNERS DISTRIBUTION
RUE ABBÉ CUYPERS 11
1040 BRUSSELS
BELGIUM
réplica de juego de ajedrez de Star Trek con licencia oficial
réplica de ajedrez en 3D jugable de la serie original
REY: 40.76 mm
BASE: 20.02 mm
PESO: 15.60 g
TABLERO TRIDIMENCIONAL
PANELES ACRÍLICOS MONTADOS SOBRE
UNA BASE DE ALEACIÓN DE ZINC
DIMENSIONES : 350X 130 X 300 MM
PESO: 2245 g
TOTAL 2900 g
OBSEQUIO DE FELIPE RAMIS VÁSQUEZ
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Moldes Duncan http://askmisterscience.com/chess/gothic.html |
Ganine comenzó sus estudios de arte en Rusia. Pasó cinco años como comerciante en el Congo belga antes de venir a los EE.UU. en 1931, con una beca para Corcoran Gallery of Art de Washington, DC. Se instaló en Hollywood en 1932, donde vivió hasta su muerte.
Los temas de las esculturas de Ganine eran en gran parte de personas o animales.
Cuando Ganine dio rostros humanos a piezas de ajedrez, introdujo el "primer gran cambio de diseño para sistemas de ajedrez en más de un siglo."
Irving A. Feinberg fue el jefe de utilería de la serie de televisión original Star Trek.
Irving creó el tablero de ajedrez tridimensional original.
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Irving Feinberger |
También trabajó como utilero en The Untouchables, otra producción de Desilu.
Estos son los viajes de la astronave Enterprise.
Su misión durante los próximos cinco años:
Descubrir nuevas vidas, y nuevas civilizaciones.
Atreverse a llegar, hasta donde nadie ha llegado antes."
Creación de Gene Roddenberry, para la cadena NBC, Comenzó su emisión en 1966, siendo cancelada en 1969.
Se desarrolla en el año 2264, en un futuro utópico, donde la humanidad ha desterrado las guerras, el hambre y la enfermedad, y se dedica a buscar unida, otras civilizaciones desconocidas.
Nos introduce en el interior de la nave de la Federación Unida de Planetas, "Enterprise", dirigida por el capitán James T. Kirk, junto con el teniente Leonard McCoy, y Mr. Spock, nacido en el planeta "Vulcano", y segundo comandante de la nave.
Durante su viaje, los tripulantes se encontrarán infinidad de amenazas provenientes de todo tipo de mundos extraños y remotos.
Las reglas del juego nunca se inventaron en la serie; de hecho, en ocasiones los tableros no coincidían entre una escena y otra. El tablero Tri-D se hizo popular por su inclusión en The Star Trek Star Fleet Technical Manual por Franz Joseph, quien inventó la posición inicial y algunas reglas cortas. Las reglas completas de este juego fueron originalmente desarrolladas en 1976 por Andrew Bartmess (con aprobación de Joseph), y luego se expandieron y afinaron.
Probablemente la variante de ajedrez 3D más familiar para el público en general en el siglo XXI es el juego de Ajedrez tridimensional (Ajedrez Tri-D), el cual se puede ver en muchos episodios y películas de Star Trek.
Star Trek es una franquicia de medios estadounidense creada por Gene Roddenberry que comenzó con la serie de televisión homónima de 1966 y rápidamente se convirtió en un fenómeno mundial de la cultura popular. La franquicia se ha ampliado a varias películas, series de televisión, videojuegos, novelas y cómics. Con unos ingresos estimados de 10 600 millones de dólares, es considerada como una de las franquicias de medios más reconocibles y de mayor recaudación de todos los tiempos.
La franquicia comenzó con Star Trek: la serie original, que debutó en los Estados Unidos el 8 de septiembre de 1966 y se emitió durante tres temporadas en NBC. Se emitió por primera vez el 6 de septiembre de 1966 en el canal CTV de Canadá. Sigue los viajes de la nave espacial USS Enterprise, una nave de exploración construida por la Federación Unida de Planetas en el siglo XXIII, en una misión de cinco años para «explorar nuevos y extraños mundos, buscar nuevas formas de vida y nuevas civilizaciones, atreverse a llegar a donde nadie ha ido jamás». Al crear Star Trek, Roddenberry se inspiró en la serie de novelas sobre Horatio Hornblower de C. S. Forester, la novela Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift de 1726, la película Planeta prohibido de 1956 y wésterns de televisión como Wagon Train.
https://youtu.be/W-LiSqZhGJI?si=HM8LUTe0HM7PQf5i
El ajedrez también jugó otro papel en Star Trek, incluso cuando no había ni un solo tablero a la vista. Simbolizaba una batalla de ingenio entre Kirk y un adversario. Véase "La maniobra de Corbomita" y el episodio mucho más posterior "A quién Dios destruirá" para ejemplos. Y en "El día de la paloma", la criatura Beta XII-A transmutó un tablero de ajedrez tridimensional en una espada corta como parte de su plan para encerrar a la tripulación del Enterprise y a un grupo de klingon en un conflicto eterno.
LEONARD NIMOY
Por Mariano García Díez
viernes, 27 de febrero de 2015
Dos fotografías de la época en que se estaba rodando la serie original en las que Leonard Nimoy aparece jugando al ajedrez con su mujer y sus hijos. ¡No, el tablero no está mal colocado! Lo que pasa es que en Vulcano se juega así.
Saludos vulcanianos.
LA POLÍTICA RADICAL DEL STAR TREK
Simon Tyrie 25.08.23Traducción: Florencia Oroz
«Han cambiado muchas cosas en los últimos trescientos años», le dice el capitán de la nave, Jean-Luc Picard. «La gente ya no está obsesionada con la acumulación de cosas. Hemos eliminado el hambre, la necesidad, la necesidad de posesiones. Hemos salido de nuestra infancia».
Resulta especialmente sorprendente que, en un género que tiende hacia futuros sombríos y distópicos, Star Trek sea una excepción en la ciencia ficción por ofrecer una visión optimista del futuro de la humanidad. De hecho, aunque sea demasiado simplista decir que Star Trek describe una sociedad socialista, su utopismo debe mucho a las ideas de Marx, ya que imagina un futuro en el que triunfa el colectivismo, el dinero está obsoleto y todas las necesidades materiales están cubiertas.
Más allá del capitalismo
En lugar de trabajar solo para vivir, los humanos son libres de dedicar su tiempo a explorar el cosmos, a inventar, a hacer arte y a veces a las tres cosas a la vez. Esta visión optimista de la naturaleza humana contrasta fuertemente con películas como Wall-E, de Pixar, que sigue la línea de pensamiento de la derecha según la cual lograr una sociedad posterior a la escasez (lo que Keynes denomina el «problema económico») conduciría a la pereza y el hedonismo, y en última instancia a la desaparición de la humanidad.
En Star Trek, la geopolítica es cosa del pasado. En su lugar, existe la Federación Unida de Planetas, una organización inspirada en las Naciones Unidas y fundada sobre los principios de libertad, igualdad, justicia, progreso y coexistencia pacífica, que se dedica a la búsqueda del conocimiento y a la emancipación universal de la vida sensible. Es un mundo en el que las condiciones económicas permiten a cada persona contribuir a la sociedad según su capacidad y consumir según sus necesidades.
Cabe señalar aquí que Star Trek es producto de una época política anterior a las condiciones posfordistas y neoliberales, en la que no solo se imaginaban futuros diferentes, sino que se impugnaban. La serie original se emitió entre 1966 y 1969, un periodo fértil para la imaginación política a pesar de los grandes disturbios.
Gene Roddenberry, el creador de Star Trek, sin duda suscribía este optimismo. Creía que la humanidad, en lugar de estar condenada a la autodestrucción, estaba destinada a evolucionar para salir de nuestra miopía política. Gracias a Roddenberry, La serie original, aunque anticuada para los estándares actuales, se adelantó a su tiempo con su tripulación multinacional, multiétnica y multigénero. Famosamente, la serie presentó el primer beso interracial televisado de la historia (en un episodio prohibido por la BBC), y Martin Luther King dijo en una ocasión que Star Trek era «el único programa que mi mujer Coretta y yo permitimos a nuestros tres hijos pequeños quedarse despiertos y ver».
Hoy en día, los defectos e hipocresías de Roddenberry están bien documentados. Según su última esposa, Majel Barrett, se identificaba como comunista. Pero sabemos por los numerosos relatos de sus prácticas empresariales poco éticas que también estaba obsesionado con ganar dinero. Predicaba la paz y el amor, pero era infamemente difícil llevarse bien con él. Y enarbolaba la bandera del feminismo mientras era un notorio mujeriego.
En lugar de centrarme en Roddenberry el hombre, me parece más interesante evaluar a Roddenberry el vendedor. Cuando se emitió la serie, había un malestar generalizado; Estados Unidos estaba siendo desgarrado por disturbios raciales y protestas contra la guerra, y la amenaza entonces nueva y horripilante del Armagedón nuclear se cernía en el horizonte. Pero en lugar de ofrecer una extrapolación o exacerbación de estas condiciones, como suele hacer la cultura, Roddenberry vio el atractivo de un futuro más brillante.
Quizá reconoció este atractivo porque sabía mejor que la mayoría lo horribles que podían ser los humanos.
La política de la tecnología
Pero en Star Trek, la tecnología por sí sola no trae la utopía. Como aprendemos con la introducción de los ferengis —una raza alienígena cuya cultura gira en torno a la codicia y la especulación—, la socialización del replicador es una opción política. Los replicadores ferengis están privatizados, mientras que los replicadores de la Federación son de propiedad pública.
Aunque conceptos como la propulsión a velocidad warp y el teletransporte permanecen firmemente en el ámbito de la ciencia ficción, muchas de las predicciones tecnológicas de Star Trek se han materializado o se están haciendo realidad, incluido el concepto de impresión 3D a nivel molecular y las aplicaciones cada vez más explotadoras de la inteligencia artificial. Lo que el capitalismo hace impensable es la política que subyace a la tecnología: que los avances tecnológicos puedan beneficiarnos en lugar de provocar una mayor alienación.
Star Trek proporciona una antítesis de cómo el capitalismo nos predispone a ver la tecnología, permitiéndonos imaginar cómo sería la sociedad si la tecnología se utilizara puramente para mejorar nuestra calidad de vida. En lugar de seguir este camino, los bocados de comodidad que hemos recibido gracias a los avances tecnológicos solo bastan para adormecernos ante la constatación de que nos hemos encerrado en un ciclo de consumismo y capitalismo opresor.
Construir la utopía
Otro aspecto utópico de Star Trek es su representación de la solidaridad. Roddenberry tenía muchas «reglas» que insistía en que la serie siguiera, pero la más infame es la que se conoce como «principio de Roddenberry»: un mandato de que el conflicto nunca debía producirse entre los personajes principales, sino solo con fuerzas externas.
El argumento de Roddenberry era que, para que las condiciones utópicas de Star Trek fueran creíbles, los personajes debían representar lo mejor de la humanidad. En el episodio «Recuérdame», la doctora de la nave Beverly Crusher observa que los miembros de la tripulación están desapareciendo. Pero cada vez que una persona desaparece, pasa a ser olvidada por todos los demás; para el resto de la tripulación, nunca existió.
En un drama típico, esto sería lo que se llama un argumento de «La verdad de Casandra»: el héroe descubre una conspiración, nadie más le cree, y por eso no tiene más remedio que resolver el misterio él solo. Pero en Star Trek, en lugar de tratar a la doctora como si hubiera perdido la cabeza, la posibilidad de que se esté borrando a la gente de la existencia es tomada en serio e investigada por sus colegas.
En lugar de que el drama de la serie gire en torno al conflicto interpersonal, los problemas se superan mediante el trabajo en equipo, y muy rara vez como resultado del heroísmo de una persona. Es uno de los aspectos más singulares de la serie; como espectadores, hemos llegado a esperar que el conflicto entre personajes sea uno de los aspectos fundamentales del drama.
Es reconfortante saber que, sea cual sea la magnitud del problema, puedes confiar en que los personajes comunicarán sus pensamientos y sentimientos, sopesarán la situación objetivamente y trabajarán juntos. Pero más que comodidad, Star Trek ofrece continuamente ejemplos de cooperación, resolución de conflictos, amabilidad y empatía que escasean en la mayoría de los dramas modernos.
Para mí, este es quizá el elemento más radical de Star Trek. Al mostrar simplemente las posibilidades de cooperación, la serie nos ofrece algo por lo que todos debemos luchar, y la solidaridad es sin duda el primer elemento necesario para construir una utopía.
Optimismo de ciencia ficción
Cuando llega el momento de que el capitalista del siglo XX Ralph Offenhouse regrese a la Tierra del siglo XXIV, no sabe qué hacer. ¿Qué haré? ¿Cómo viviré? ¿Cuál es el reto? El problema es que Offenhouse nunca se ha permitido imaginar una alternativa al capitalismo. Y para alguien que ha vivido toda su vida en una prisión, no hay nada más desalentador que ser liberado. Como el prisionero de la caverna de Platón, su instinto es volver a la oscuridad a la que está acostumbrado.
En cierto sentido, todos somos Offenhouse. Puede que no todos padezcamos su peculiar síndrome de Estocolmo capitalista, pero todos, naturalmente, luchamos por imaginar un modo de vida alternativo. Todos vivimos bajo el mismo sistema político que elimina cualquier amenaza a su existencia por diseño, y cada día que este sistema se atrinchera más en nuestras vidas resulta más difícil imaginar una alternativa.
Aquí reside el poder de Star Trek. Es fácil tachar la ciencia ficción utópica de escapista, como si el escapismo capitalista fuera una forma de arte inferior al realismo, pero ¿de qué sirve a la sociedad el recordatorio constante de que todo es malo? La negatividad no es nada inspiradora. Y además, como reconoció Gene Roddenberry (los políticos toman nota), el optimismo vende. JACOBIN politica radical del star trek
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