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viernes, 16 de mayo de 2025
XXIII OLIMPIADA BUENOS AIRES 1978
"Los que creen que el deporte no tiene nada que ver con la política o no saben nada de deporte o no saben de política" Gerardo Caetano
No es común que eventos internacionales tan importantes como el Mundial de Futbol y la Olimpiada de Ajedrez, coincidan en una misma sede y en el mismo año, apenas separados por 4 meses, pero la clásica revista deportiva El Gráfico recuerda que 1978 sería calificado como:
El año del deporte argentino
Basta recorrer la agenda de este 1978 para comprender por qué le ponemos semejante calificativo. Todos acontecimientos MUNDIALES. El de hockey sobre césped a realizarse del 18 de marzo al 2 de abril, el de polo en abril, el de clubes campeones de básquetbol del 19 al 24 de junio, el de hockey sobre patines en agosto o setiembre en San Juan, la olimpíada de ajedrez del 27 de octubre al 10 de noviembre, el de fútbol —suceso histórico y culminante del año — del 1º al 25 de junio. A ellos se debe agregar la creciente expectativa que provocan Reutemann y Vilas con cada una de sus presentaciones. Y ahora, la posibilidad de que —nada menos — Alí y Spinks concreten su revancha en el Luna Park en velada que serviría para que se presente también nuestro campeón, Víctor Galíndez.
Deportistas argentinos y extranjeros llenarán jornadas y jomadas que habrán de rivalizar en jerarquía, color y emoción. Quedará de paso demostrada (así lo ansiamos fervorosamente) nuestra capacidad de PODER HACER. Es como si de pronto viéramos florecer nuestras
más profundas inquietudes.
EL GRAFICO 21.02.1978
Respecto al Mundial, la FIFA decidió en 1964 que Argentina lo organizase en 1978, se alternaron en la porteña Casa Rosada 5 presidentes y 4 regímenes de facto hasta que se hizo realidad.
En materia ajedrecísitica, Buenos Aires recibía por segunda vez una Olimpiada de Ajedrez, la primera se desarrollo en 1939. En Buenos Aires 78, la FIDE se recuperó de la división real del tablero ajedrecístico mundial de 1976 y del boicot político: XXII Olimpiada Haifa y Contra-Olimpiada Trípoli. A la cita de Buenos Aires asistieron 66 delegaciones; 388 jugadores incluidos 61 GM y 60 IM.
"La 22.ª Olimpiada y la 7.ª Olimpiada femenina se celebraron simultáneamente. Esta vez, la política no solo afectó negativamente a la competición. La URSS y todos los países comunistas boicotearon a Israel, y solo 48 países acudieron a jugar. Mientras tanto, Libia celebró una supuesta contraolimpiada exactamente al mismo tiempo. Unos 32 países acudieron a Libia (ninguno de ellos con equipos fuertes) y la FIDE condenó tan flagrante maniobra política.
La emocionante decisión en Haifa fue eliminar las rondas preliminares de todos contra todos y las secciones finales separadas, y celebrar un único torneo suizo de 13 rondas. Este sistema suele elegir un ganador claro y contundente. Sin embargo, las demás clasificaciones no son tan precisas como en un torneo de todos contra todos. La gran ventaja, por supuesto, es que un sistema suizo puede dar cabida a un gran número de equipos en dos o tres semanas." Iclicki- Chess Olimpiads
La política asoma su cara fea con demasiada frecuencia en las competiciones internacionales, y el ajedrez nunca ha estado exento. En 1976, el gobierno soviético no permitió que los equipos de ajedrez de su país jugaran en Israel, y este boicot se extendió naturalmente a todos los países satélite. Peor aún que el boicot en sí fue el intento de Libia de organizar un evento rival, denominado "Olimpiada Contra Israel" en la mayor parte de la publicidad previa al torneo, pero llamado "Olimpiada Contra el Ajedrez" en el emblema que aparece en el programa del torneo libio. Ninguno de los países más fuertes del mundo en ajedrez envió un equipo a Trípoli.
La "Olimpiada" de Trípoli atrajo a 38 equipos (aunque ningún comunista, pero se rumoreaba que la URSS podría participar), incluyendo algunos miembros de la FIDE.
También El Salvador, como recuerda Boris Pineda. “Éramos un gobierno militar, con el coronel Arturo Armando Molina. Teníamos excelentes relaciones con Israel y ninguna con Libia. El presidente de la Federación era el Coronel Adolfo Arnaldo Majano, que después fue presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno en 1978, cuando se dio el golpe de Estado. Majano fue a la embajada de Israel y dijo: ‘Miren, si ustedes nos igualan la oferta…’ No teníamos equipo femenino, entonces bastaba con ocho boletos (seis jugadores, capitán y delegado). Israel dijo que no, que no podía. Como no nos dio respuesta por parte de Israel, aceptamos Libia, que se supone que iba a ser mejor torneo, porque la URSS. Cuba y aliados iban a ir en teoría.
La sorpresa nuestra fue que al llegar no estaba ningún país del bloque soviético y Cuba inteligentemente no fue ni a uno ni a otro. Inteligentemente digo porque en la época de los no alineados el ajedrez también lo reflejó. Había dos bloques: URSS y aliados, EE UU, Israel y aliados y estábamos los países pobres y los árabes que éramos los no alineados”.
En 1978 el régimen militar, uno más, de Videla, Masera y Agosti, estaría muy interesado en aprovechar la oportunidad de tener en territorio argentino, medios de comunicación internacionales que cubrirían los eventos deportivos para intentar lavar la imagen de terror estatal y la sistemática y brutal violación de los derechos humanos, desatada desde 1976 y presentar a la Argentina como un remanso de paz y convivencia, alterada por los antipatria y antiargentinos, como estrategia publicitaria implementada por la Dictadura Militar, los principales periódicos (La Nación y Clarín) y utilizada antes del Mundial de Fútbol, manipulando a la población ante las denuncias internacionales por las sistemáticas y masivas violaciones a los derechos humanos.
El discurso periodístico de algunos grandes medios de comunicación fue combinado con elementos propios del discurso militar como “la subversión”, “el terrorismo” y la “amenaza interna". Los medios de comunicación masiva se caracterizaron por la desinformación a través el ocultamiento de hechos, el silenciamiento de opiniones y la censura explícita.
Marina Franco, La “campaña antiargentina”: la prensa, el discurso militar y la construcción de consenso.
Recordemos que desde 1975, estaba en pleno funcionamiento el denominado "Plan Cóndor" que se implementó en territorio latinoamericano en el marco de la estrategia de Estados Unidos en la Guerra Fría, guiada por la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN), promoviendo las dictaduras, con el fin de suprimir o reprimir a sectores políticos democráticos, populares, de izquierda o nacionalistas, así como a organizaciones juveniles, sindicales, religiosas, barriales y campesinas, e impulsar un nuevo modelo económico centrado en desmantelar el poder del Estado en la economía y en dar beneficios a sectores privilegiados tanto nacionales como transnacionales.
El último golpe de Estado sucedido en Argentina, el 24 de marzo de 1976, tuvo lugar en un contexto internacional caracterizado por varios procesos que, junto a otros de orden interno, permitieron la aplicación de una violencia de Estado sin precedentes para modificar el modelo económico y la estructura social vigentes. Asimismo, tales acontecimientos hicieron de América Latina un territorio propicio para la aplicación del Plan Cóndor, que consistió en la coordinación de acciones conjuntas entre las dictaduras latinoamericanas para la erradicación de las ideologías comunistas y afines, opuestas al neoliberalismo que trataba de implementarse a escala global, y que pasaron a ser consideradas como “subversivas”. De esta manera, los cambios que los países latinoamericanos han experimentado en el último medio siglo, resultan estrechamente vinculados al proceso de militarización que tuvo lugar en el continente especialmente durante las décadas de los ‘60 y ‘70, teniendo como una de sus consecuencias centrales el desmantelamiento del Estado como articulador de la vida pública y generador del desarrollo económico.
En la presente publicación seguiremos las publicaciones de:
Ignasi Noguer Vivas : ARGENTINA LA DICTADURA DEL BALÓN (206); y
De los entrañables amigos Sergio Ernesto Negri y Enrique Arguiñariz: ACERCA DE LA OLIMPIADA DE AJEDREZ DE BUENOS AIRES 1978 (2022
En el primer texto el autor define las condiciones sociales y políticas del momento en torno al Mundial de Fútbol, las mismas que también servirán de base para la Olimpiada 78, que se relata en el segundo texto. Los dos eventos compartieron el mismo escenario deportivo: la final del Mundial y la Olimpiada se jugaron en el Estadio Monumental de River Plate.
En 2006, Ignasi Noguer Vivas, presentaba su trabajo para la catedra Seminario de cuestiones actuales de comunicación en Universidad Autónoma de Barcelona.
ARGENTINA 78 LA DICTADURA DEL BALÓN
"...
El 24 de marzo de 1976 un golpe de Estado terminaba con el gobierno de “Isabelita” en Argentina. Comenzaba así una dictadura represora y violenta que asesinaría a más de 30.000 personas. 2 años, 2 meses y 7 días después del golpe militar se inauguraba en Argentina “el Mundial de 25 millones de argentinos”, también conocido como “la fiesta de todos”.
Era el XI Campeonato del Mundo de Fútbol, el primero que se disputaba en tierras argentinas. Para muchos, el Mundial fue maravilloso. Ambientazo en todos los partidos, fiesta en las calles de todas las ciudades y cierre espectacular con Argentina campeonando ante la poderosa Holanda. Ante muchos, la cara alegre y festiva de Argentina.
Pero mientras el pueblo celebraba en las gradas del Monumental los goles de Kempes y demás discípulos de Menotti, se seguía deteniendo ilegalmente a argentinos, se seguía torturando a seres humanos en centros diversos y se seguía asesinando a personas con ráfagas de metralletas o haciéndolas volar desde un avión al Océano Atlántico. Esta era la otra cara de Argentina, la oscura, la del terror y la de la represión. Ante pocos, la cara más real de Argentina.
Durante 24 días, Argentina fue el centro del Mundo. La dictadura militar había logrado su objetivo: que todas las miradas estuvieran puestas en el país pero con una venda en los ojos. Mientras, la prensa local censurada sólo hablaba de tácticas, de goles, de alegría y de orgullo. “Los argentinos somos derechos y humanos”, informaban. Todo lo demás, era ser “antiargentino”.
Lo que pocos saben es que el mismo día del golpe y en la primera reunión de la Junta de Comandantes que acababa de imponer un gobierno de facto, el tema del Mundial de Fútbol apareció ya como tema prioritario. Comenzaban más de 2 años de organización en los que no faltaron extorsiones, asesinatos selectivos y luchas internas dentro de la propia dictadura. Ejército y Marina, dos de las tres puntas de lanza que encabezaban la dictadura, se enfrentaron para controlar el Mundial. Ese primer partido lo ganó la Marina, con Lacoste y Massera como máximos baluartes.
En 1978, fútbol y dictadura se dieron la mano para protagonizar uno de los Campeonatos del Mundo de Fútbol más recordados de la historia. Para algunos siempre será el Mundial de Kempes, el de los papelitos blancos del Monumental y el de la fiesta de todos los argentinos. Para otros, aquél Mundial siempre será el del terror, la mentira y la represión; el Mundial en el que miles de argentinos celebraban hipnotizados mientras miles de personas eran asesinadas; el Mundial en el que unos cuantos militares habían logrado sedar al Mundo entero, que sólo sabía mirar al balón. Argentina 78 fue, sin duda, el Mundial de la dictadura del balón. Unos resaltan a la dictadura. Otros, al balón. Lo cierto es que los dos iban juntos de la mano.
El terrorismo de Estado La llamada “lucha sin tregua contra la delincuencia subversiva” fue una guerra sucia marcada por el terrorismo de Estado. De este modo, durante el Proceso de Reorganización Nacional, decenas de miles de personas fueron secuestradas, torturadas, asesinadas (más de 30.000 personas) y hechas desaparecer o forzadas al exilio, como parte de un plan represivo consistente en eliminar a toda persona presuntamente contraria a la dictadura o “enemiga de la Nación”. Además, el plan tenía un segundo objetivo: imponer el terror entre la población para erradicar una posible futura conducta subversiva contra la dictadura militar.
La metodología habitual de la guerra sucia argentina consistía en la detención ilegal de la persona en cuestión (“chupado”) y su traslado a un centro clandestino de detención donde era torturada física y psíquicamente para posteriormente ser asesinada (ejecución o arrojamiento al mar). Durante los 8 años de dictadura llegaron a funcionar 610 centros clandestinos de detención. Los que más trascendencia pública tuvieron fueron la ESMA y el Garaje Olimpo, en la ciudad de Buenos Aires; el Campito y el Vesubio, en la Provincia de Buenos Aires; y La Perla, en Córdoba.
Producido el golpe militar de 1976, la Junta de Comandantes, ya en su primera reunión, comprendió el provecho que podía sacar del evento y aceptó la idea del jefe de la Armada, Emilio Eduardo Massera, de poner en marcha el Operativo Copa del Mundo de 1978, que debía asegurar la organización del torneo. Para Mariano Buren, miembro del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol, “la misión tenía una sola premisa: cualquier recurso podía ser útil. Por ello, entre el comienzo de la dictadura y la ceremonia inaugural, dos años y dos meses más tarde, hubo una serie de maniobras que no excluyeron asesinatos, negociaciones, fraudes y estafas".
La divergencia de criterios terminó en una fuerte discusión entre Lacoste y Actis por la que el titular del Ente expulsó al marino.
El camino de Actis parecía despejado, pero la mañana del 19 de agosto de 1976 (dos días antes de la celebración de la Conferencia en la que Actis iba a presentar públicamente su proyecto) un grupo de encapuchados interceptó su automóvil y lo fusiló con ráfagas de ametralladoras. “La versión oficial dijo que el asesinato lo había perpetrado ‘un grupo subversivo de la organización Montorneros’, pero años después, Carlos Lacoste fue acusado como responsable intelectual del crimen, perpetrado por un comando de la ESMA”. MARINA 1- EJERCITO 0
Nota de la Colección de papá
El texto de Noguer Vivas no contiene fotografías en su relato. Si consta un anexo fotográfico al final del documento.
Carlos Alberto Lacoste en el Mundial 78 El dueño de la pelota Hombre de Massera, primo de Videla y amigo de Galtieri,
el vicealmirante Carlos Lacoste fue quien controló hasta el último resorte del Mundial 78.
Tras lograr el control absoluto del EAM 78, el siguiente objetivo de la Marina pasó por asegurarse la dirección de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). La AFA, también conocida como el Ministerio de la Pelota, es la organización que rige todo el fútbol profesional argentino y, por consiguiente, la llave para controlar todo lo referente a la selección argentina.
“Lacoste convocó a sus oficinas del Ministerio de Acción Social al presidente de Boca Juniors, Alberto J. Armando, y le sugirió que pidiera la renuncia de la cúpula de la AFA. Su presidente, el médico de la UOM David Bracutto, rechazó el convite, pero el 30 de marzo la dictadura bloqueó las cuentas de la AFA en el Banco Central y Bracutto debió abandonar el cargo. A partir de aquél momento, la Marina y el Ejército libraron una batalla para ver quién se quedaba con la pelota”.
Dimitida la cúpula de la AFA y con el Mundial en el horizonte, los militares entendieron que la elección a dedo del nuevo presidente del Ministerio de la Pelota no agradaría del todo a los dirigentes de la FIFA, por lo que se decidió aparentar una votación “democrática” para decidir el nuevo líder del fútbol argentino. En los prolegómenos estaba muy bien ubicado el doctor Gregorio Trimarco que, entre sus atributos, contaba con el factor de ser hermano de uno de los integrantes del generalato. Finalmente, y contra pronóstico, la Asamblea de la AFA escogió como nuevo presidente al doctor Alfredo Cantilo, ex dirigente del Colegio de Árbitros, representante de la AFA en la Comisión Disciplinaria de la FIFA y amigo personal de Carlos Alberto Lacoste. Según explica Amílcar Romero, “a diez minutos de la democrática votación y con testigos periodistas presentes, sonó una de las líneas directas y exclusivas del edificio de Viamonte 1300. La llamada fue atendida por un conocido dirigente y tuvo una corta duración. Tras ella, el receptor de la llamada se giró a la mesa y dijo: ‘paren muchachos, que estábamos equivocados’. Después de la conversación telefónica, se dio paso a la votación, en la que salió elegido contra todo pronóstico Alfredo Cantilo”.
Así pues, tras controlar el EAM 78, Carlos Alberto Lacoste, al dominar la AFA, también se erigió como el hombre fuerte del fútbol argentino. Según afirma Gustavo Veiga en una biografía sobre Lacoste: “él fue quien controló absolutamente todo el deporte argentino durante la dictadura”. MARINA 2- EJERCITO 0
Nota de la Colección de papá
"Alfredo Cantilo camina con su esposa por Mar del Plata. Se encuentra de casualidad con César Luis Menotti, que también pasea con su esposa. "¿Qué tiene que hacer por la tarde? ¿No quiere que vayamos a ver las obras en Villa Marista?", pregunta Cantilo a Menotti. "Fui la semana pasada y vi todo bien, pero vamos igual", responde el entrenador. La obra, con el Mundial 78 cada vez más cerca, marcha a buen ritmo. Las habitaciones cumplen con lo pautado. Las camas y la cocina también. Pero al llegar a la cancha, Menotti advierte que el césped está a un centímetro de altura y estalla. "¿Pero cómo, no les dije que lo necesitaba más alto? ¿Quién decidió que lo cortaran así?". "Es que vino el almirante (Carlos) Lacoste y dio la orden", atina a responder uno de los empleados. Cantilo corre a buscar un teléfono. "¡Te voy a decir una cosa! -le grita a Lacoste, rojo de furia-¡Yo soy el presidente de la AFA! . ¡Cuando quieras dar ordenes te sentás en la calle Viamonte! ¿Quién carajo te creés que está en la AFA? ¿Quién carajo te creés que sos?".
Menotti asiste sorprendido a la escena. Lacoste, mano derecha del almirante Eduardo Massera, es el nuevo patrón del deporte argentino. La bota militar dentro de las canchas. Controla el Ente Autárquico Mundial 78 (EAM 78) y en la AFA puso al propio Cantilo. A David Bracuto, presidente de Huracán, director del servicio médico de la UOM, le bloquearon las cuentas y lo obligaron a "renunciar" horas después del golpe del 24 de marzo de 1976. Socio del Jockey Club y de Vélez, el abogado Cantilo no era un advenedizo. Había sido presidente del Colegio de Arbitros con Juan Martín Oneto Gaona, interventor en la AFA en tiempos de la dictadura de Juan Carlos Onganía. También Oneto Gaona era abogado y socio del Jockey. Igual que Florencio Martínez de Hoz y Ricardo Camilo Aldao, primeros presidentes de la AFA, cuando las elites controlaban al fútbol."
Cheque en blanco para el Ente Autárquico Mundial 78 (EAM 78)
“El Mundial costará sólo 70 millones de dólares”, le dijo Massera a Videla en la primera reunión de la Junta de Comandantes. La respuesta de Videla fue tajante: “aunque cueste 100 millones no hay problemas”.
El proyecto de Lacoste, y por consiguiente el de su valedor Massera, era el de organizar un Mundial faraónico que mostrara al mundo la enorme capacidad de Argentina. Además, también se quería ofrecer la imagen de un país en paz y armonía entre sus habitantes. Una vez Lacoste empezó a controlar el EAM 78, “los costos comenzaron a trepar de modo inaudito, hasta alcanzar los 520 millones de dólares”. Este dato es aproximado, pues a día de hoy todavía se desconoce exactamente cuánto dinero le costó al pueblo argentino la organización del Campeonato de Fútbol. Mientras algunos autores hablan de algo más de 500 millones de dólares, otros, como el periodista argentino Ariel Scher, acercan la cifra a los 700 millones. Aún y así, la gran mayoría coincide en afirmar que “los datos son imprecisos porque el EAM 78 jamás presentó un balance final30”. Los números que se barajan son más escalofriantes, si cabe, si se comparan con el coste total del siguiente Mundial (que habitualmente suele ser más caro que el anterior), en los que España invirtió cerca de 120 millones de dólares.
Para entender mejor el despilfarro económico que la dictadura llevó a cabo en la organización del Mundial, a continuación cito la recolecta de algunos gastos que hace Marino Buren en su artículo sobre el Campeonato de 1978: “Se ordenó la completa remodelación de los estadios de River Plate, Vélez Sarsfield y Rosario Central, además de los nuevos de Córdoba, Mar del Plata y Mendoza. Los aeropuertos y los sistemas de telecomunicaciones fueron puestos a punto con 200 millones de dólares, además de otro centenar que se invirtió en las reformas del Canal 7 de televisión, que a partir de la Copa se llamó Argentina Televisora Color (ATC). También se decidió instalar, en la localidad bonaerense de Balcarce, una estación satelital para retransmitir los partidos a todo el Mundo. La infraestructura hotelera fue preparada incluso con la participación de las ‘azafatas de periodistas extranjeros’, un grupo de hermosas mujeres, bilingües y solícitas, que acompañarían a los hombres de prensa para que nada les faltase durante su estancia en la Argentina. Por si quedaban dudas sobre la seriedad del proyecto, el EAM 78 contrató los servicios de la empresa de seguridad Juncadella y los de la empresa norteamericana Burson-Marsteller & Asociados, especializada en el mejoramiento de la imagen de países y gobiernos”.
Con el tiempo, la labor de Merlo y Lacoste empezó a causar dolores de cabeza al ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, quien advirtió a Videla sobre los desbocados presupuestos del EAM 78. La respuesta del militar fue clara: “Aunque costara 100 millones más, aún sería beneficioso para Argentina”32. Además de la indiferencia mostrada por Videla, ante las constantes críticas que se vertían desde el Ministerio de Economía, Lacoste volvió a actuar con sus métodos habituales. Así, el 21 de junio de 1978 y mientras la selección de Argentina lograba su pase para la gran final del Mundial, estallaba una bomba en la casa de Juan T. Alemann, secretario de Hacienda de Martínez de Hoz, que días atrás había cargado duramente contra Carlos Lacoste y los despilfarros del EAM 78. Y todavía hay más, pues según se descubrió tiempo después, Carlos Lacoste, en la época en la que controló el EAM 78, “vio aumentado su patrimonio personal en un 400 por ciento, motivo por el cual apenas recibió del juez Miguel Pons un reproche ético”.
No hay que olvidar que por aquél entonces Argentina vivía una crisis económica galopante. El plan La Nueva Argentina de Martínez de Hoz estaba siendo todo un fracaso y la deuda externa no paraba de aumentar. Así pues, el despilfarro llevado a cabo por el EAM 78 en busca de un Mundial espectacular no hizo más que agudizar la mala situación económica del país.
La dictadura de Videla logró su objetivo. Mientras la represión, la tortura y los asesinatos continuaban al orden del día, la gran mayoría del país vivía en continua fiesta popular. El fútbol, como los circos de los Coliseos de la antigua Roma, estaba actuando a la perfección como opio hipnotizador del pueblo argentino.
Tal y como afirma Estela de Carlotto, “mientras se gritaban los goles de Argentina, se apagaban los gritos de los torturados y de los asesinados”. Ante algunas opiniones que intentan justificar lo sucedido en aquellos días aludiendo a que el fútbol era la única fuente de escape y alegría para muchos argentinos que vivían una situación asfixiante, el periodista argentino Pablo Llonto se muestra muy crítico: “no hay motivos que justifiquen que la sociedad argentina se encegueciera de tal manera.
En Alemania moría el popular escarabajo de la Volkswagen, el Inglaterra nacía el primer bebéde probeta, en Italia se legalizaba el aborto. Sucumbían las primeras víctimas del sida, unamaldición que todavía no se llamaba así. Las Brigadas Rojas asesinaban a Aldo Moro, losEstados Unidos se comprometían a devolver a Panamá el canal usurpado a principios de siglo. Fuentes bien informadas de Miami anunciaban la inminente caída de Fidel Castro, que iba adesplomarse en cuestión de horas. En Nicaragua tambaleaba la dinastía de Somoza, en Irántambaleaba la dinastía del Sha, los militares de Guatemala ametrallaban una multitud de campesinos en el pueblo de Panzós. Domitila Barrios y otras cuatro mujeres de las minas de estaño iniciaban una huelga de hambre contra la dictadura militar de Bolivia, al rato toda Bolivia estaba en huelga de hambre, la dictadura caía. La dictadura militar argentina, en cambio, gozaba de buena salud, y para probarlo organizaba el undécimo Campeonato Mundial de Fútbol.
Participaron diez países europeos, cuatro americanos, Irán y Túnez. El Papa de Roma envió su bendición. Al son de una marcha militar, el general Videla condecoró a Havelange en la ceremonia de la inauguración, en el estadio Monumental de Buenos Aires. A unos pasos de allí, estaba en pleno funcionamiento el Auschwitz argentino, el centro de tormento y exterminio de la Escuela de Mecánica de la Armada. Y algunos kilómetros más allá, los aviones arrojaban a los prisioneros vivos al fondo de la mar.
«Por fin el mundo puede ver la verdadera imagen de la Argentina», celebró el presidente de la FIFA ante las cámaras de la televisión. Henry Kissinger, invitado especial, anunció: —Este país tiene un gran futuro a todo nivel. Y el capitán del equipo alemán, Berti Vogts, que dio la patada inicial, declaró unos días después: —Argentina es un país donde reina el orden. Yo no he visto a ningún preso político.
Los dueños de casa vencieron algunos partidos, pero perdieron ante Italia y empataron con Brasil. Para llegar a la final contra Holanda, debían ahogar a Perú bajo una lluvia de goles. Argentina obtuvo con creces el resultado que necesitaba, pero la goleada, 6 a 0, llenó de dudas a los malpensados, y a los bienpensados también. Los peruanos fueron apedreados al regresar a Lima.
La final entre Argentina y Holanda se definió por alargue. Ganaron los argentinos 3 a 1, y en cierta medida la victoria fue posible gracias al patriotismo del palo que salvó al arco argentino en el último minuto del tiempo reglamentario. Ese palo, que detuvo un pelotazo de Rensenbrink, nunca fue objeto de honores militares, por esas cosas de la ingratitud humana. De todos modos, más decisivos que el palo resultaron los goles de Mario Kempes, un potro imparable que se lució galopando, con la pelambre al viento, sobre el césped nevado de papelitos.
A la hora de recibir los trofeos, los jugadores holandeses se negaron a saludar a los jefes de la dictadura argentina. El tercer puesto fue para Brasil. El cuarto, para Italia. Kempes fue el mejor jugador de la Copa y también el goleador, con seis tantos. Detrás figuraron el peruano Cubillas y el holandés Rensenbrink, con cinco goles cada uno.
A la hora de recibir los trofeos, los holandeses se fueron a los vestuarios para no dar la mano a los jefes de la dictadura argentina durante la entrega de sus medallas de plata por el subcampeonato conseguido. Además, antes de la final, se reunieron con las Madres de la Plaza de Mayo.
Lo mismo hizo el portero sueco Ronnie Hellström. El día que arrancó el Mundial, Hellström acompañó a Las Madres de la Plaza de Mayo en su manifestación en la Casa Rosada en lugar de asistir a la ceremonia de inauguración. Fue el único mundialista que lo hizo. “Decidí hacerlo porque era una obligación que tenía con mi conciencia”, confesó. Marca
"Nos usaron para tapar las treinta mil desapariciones. Me siento engañado y asumo mi responsabilidad individual: yo era un boludo que no veía más allá de la pelota".
ACERCA DE LA OLIMPIADA DE AJEDREZ DE BUENOS AIRES 1978
25 octubre, 2022 ajedrezlatitudsur
Del Tomo III de la colección Historia del Ajedrez Olímpico Argentino
Sergio Negri y Enrique Arguiñariz
Vista de uno de los salones de juego.
En primer plano, el GM Florin Gheorgiu, representante de Rumania
La 23ª Olimpiada de Ajedrez regresó a Sudamérica después de 39 años. Y también regresó a Argentina, y a Buenos Aires. La convocatoria de naciones participantes fue de 66 equipos, menor que en Niza 1974, a la que concurrieron 75, y también menor a la sumatoria de Haifa y Tripoli 1976, con 48 y 34 representaciones, respectivamente, que suman un total de 82 equipos. La lejanía de Argentina con Europa, que seguía siendo el epicentro ajedrecístico del mundo, se hizo sentir.
Por supuesto, no podía faltar la Unión Soviética, que venía dispuesta a consagrarse campeona por 14ª vez consecutiva. El equipo venía algo mermado, ya que Anatoli Kárpov pidió licencia: estaba extenuado luego de culminar –exitosamente- su defensa del título mundial ante Víktor Korchnói. Y la otra estrella soviética, el ex campeón mundial Mijaíl Tal, tampoco integró el conjunto. Pero igualmente, los soviéticos se tenían fe: tenían una formación excepcional, encabezada por los ex campeones mundiales Boris Spaski y Tigrán Petrosián, además de los jugadores de élite Lev Polugaievski, Boris Gulko, Oleg Romanishin y Rafael Vaganian. De haberse presentado Kárpov y Tal, la U.R.S.S. se hubiera podido dar el lujo de mostrar como titulares a cuatro campeones mundiales.
Y ya que mencionamos a Spasky y a Petrosián, debemos decir que Buenos Aires 1978 fue su despedida olímpica como integrantes del elenco de la U.R.S.S. En el caso del primero, abandonó para siempre la Unión Soviética para radicarse en Francia, país al que representó en las pruebas olímpicas de 1984, 1986 y 1988. Lo de Petrosián fue más tajante. Luego de haberla representado de manera ininterrumpida, desde 1958, abandonó para siempre las Olimpíadas.
Con menores expectativas, se presentaba el sólido y homogéneo equipo húngaro: los Grandes Maestros Lajos Portisch, Zoltan Ribli, Gyula Sax, András Adorjan, Itsvan Csom y Lazlo Vadász. Y, por supuesto, también entraba a los pretendientes del podio el equipo de los EE. UU., que había ganado la Olimpíada de Haifa 1976 (en ausencia de los soviéticos y de todos los países de su esfera de influencia) y la Yugoslavia de Gligorić y Ljubojevic.
Un hecho histórico que ocurrió en Buenos Aires 1978 fue el debut de China país que, a partir de ese año, nunca más estará ausente en estas competencias. En ese año no significó mucho. El gigante asiático sólo obtuvo un modesto 20º puesto. A partir de su 7º puesto en 1986, comenzó a ser normal que obtenga figuraciones de un solo dígito. En 2006 alcanzó la medalla de plata, y en 2014 y 2018, logró la medalla de oro. En función de la ventaja estadística de su enorme número de habitantes, ¿será aventurado pensar de que estamos cerca de que China logre ser la propietaria casi excluyente del oro olímpico? ¿Llegará entonces, a convertirse en la Unión Soviética del siglo XXI?
Lejos de pretensiones de podio, pero no por ello exenta de responsabilidades, ya que era la Nación anfitriona, estaba la Argentina. Continuando con una vieja disputa de aquella época, el dilema estaba entre formar un equipo con los mejores ajedrecistas argentinos de entonces, que eran los GM Miguel Najdorf, Oscar Panno, Raúl Sanguineti y Miguel Ángel Quinteros como titulares; o conformar un equipo con quienes hubiesen alcanzado los primeros lugares en recientes ediciones del Campeonato Argentino. A través de los años, se venía adoptando uno u otro temperamento, pero esta vez gobernaba la F.A.D.A. Gaspar Soria, un claro defensor de la la segunda posición. Y así fue como se formó un equipo sin ninguno de quiénes, objetivamente, eran los mejores exponentes nacionales. Conformaron entonces la escuadra “A” de Argentina Jaime Emma, Luis Bronstein, Juan Carlos Hase, Daniel Cámpora, Jorge Szmetan y Ricardo Grimberg. Y, como el número de naciones participantes era de 65, se le permitió a Argentina presentar un equipo “B”, para lograr un número par de formaciones en el marco del sistema suizo imperante (ese que había comenzado a utilizarse desde Haifa 1976). A este equipo lo lo conformaron Sergio Giardelli, Aldo Seidler, Gerardo Barbero, Fernando Braga, Miguel Bernat y Raúl Monier. De los doce representantes de Argentina, el único que poseía título internacional era el Maestro Internacional Jorge Szmetan.
No resistimos la tentación de pensar si no hubiera resultado una salida elegante haber integrado ese equipo “B” con los consagrados. Pero ello tampoco se hizo, quizá temiendo el muy probable papelón para la dirigencia federativa de que el equipo secundario obtenga una figuración muy superior a la del equipo principal. O quizás, por el simple hecho de que esa propuesta hubiera sido directamente rechazada por los más calificados ajedrecistas del país anfitrión.
En todo caso, hubo dos grupos y dos posiciones diametralmente opuestas que gravitaron en la cuestión de quién debería representar a la Argentina. La gran deuda que ambos contendientes dejaron a la historia del ajedrez fue la de no haber llegado a una solución consensuada a la disputa.
El lugar físico en donde se realizó esta Olimpíada fue el Estadio del Club Atlético River Plate, en salones existentes bajo las tribunas Belgrano y Almirante Brown. El estadio se encontraba en óptimas condiciones, ya que acababa de ser remodelado para el Mundial de la FIFA de ese mismo año, en el que Argentina logra su primer campeonato mundial de fútbol al vencer a Holanda en la final disputada precisamente en ese campo de juego.
La dirección general de esta segunda Olimpíada en Buenos Aires estuvo a cargo del Gran Maestro Héctor Rossetto, que tuvo un desempeño impecable. El árbitro principal fue el A.I. ecuatoriano Paul Klein, y también integraba el cuerpo arbitral el GM soviético Yuri Averbaj.
Merece un capítulo aparte el clima político de época. Desde el 24 de marzo de 1976, Argentina había entrado en su etapa más oscura, con el advenimiento del autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, la dictadura más sangrienta de su historia, a cargo de una Junta Militar presidida por el Comandante en Jefe del Ejército, General Jorge Rafael Videla e integrada por otros personajes no menos siniestros, como el Almirante Emilio Massera, Comandante en Jefe de la Armada.
Desapariciones forzadas de miles de ciudadanos, torturas, ejecuciones sin juicio previo, conformaron un esquema aterrador sobre el cual, el grueso de la ciudadanía, recién tomó conciencia unos años después. En 1978 se daba la curiosa circunstancia de que los extranjeros que acababan de aterrizar en Buenos Aires conocían más de lo que ocurría en suelo local que los propios argentinos. El aparato de propaganda de la dictadura se había encargado de lograr poner en duda los rumores sobre estos hechos, atribuyéndolos a una “campaña antiargentina en el exterior”.
El árbitro internacional Luis Scalise, que ejerció tareas de fiscalización en esta competencia, gracias a su buen manejo del idioma inglés, tuvo charlas con buena parte de los maestros visitantes, y hasta le adjudicaron la función de traductor en más de una oportunidad. Uno de ello era el GM Walter Browne, que representaba a Estados Unidos, quien un día sorprendió a Scalise con esta pregunta:
– ¿Es cierto que aquí en Argentina, corre sangre por las alcantarillas? ¿Y que estas detonaciones que se escuchan mientras jugamos, son producto del fusilamiento de opositores?
Scalise, a la primera pregunta, le respondió que sobre ese tema, no estaba muy informado (ya dijimos que el terrorismo de Estado, hasta ese momento, había sido ocultado exitosamente por el gobierno). Y, con respecto a la segunda pregunta, lo tranquilizó a Browne con una sencilla respuesta: las detonaciones que permanentemente se escuchaban del otro lado de la Avenida Udondo, provenían del la prácticas de tiro del Tiro Federal Argentino, una institución donde sus socios la emprendían a balazos contra inocentes blancos de madera o metal.
Pero Walter Browne había hecho un diagnóstico equivocado en tan sólo quince cuadras, que es la distancia que separa al Tiro Federal de la entonces ominosa Escuela de Mecánica de la Armada, donde efectivamente se torturaba y fusilaba a miles de detenidos-desaparecidos.
Este clima de violencia llegó también a salpicar hasta a la propia organizador de la Olimpíada 1978. Ocurrió que, a poco de iniciarse la Olimpíada, el Presidente del Comité Organizador, Rodolfo Zanlungo, padeció un secuestro durante varios días. Las circunstancias de esa ilegítima privación de la libertad jamás se dieron a conocer plenamente. La versión más creíble es que se trató de una interna entre sectores de las Fuerzas Armadas de Argentina. Tanto la organización del Mundial de Fútbol de 1978, como –en menor medida- la Olimpíada de Ajedrez, representaban buenas oportunidades de obtener ganancias particulares merced a maniobras de corrupción que difícilmente alguien se hubiera animado a investigar. Dentro de ese escenario, resulta absolutamente factible que distintos sectores de las Fuerzas Armadas se estuviesen preocupando por tener el acceso a cualquier manejo de fondos públicos o privados.
Nota de la Colección de papá
Pág. 40 EL MUNDO DEPORTIVO Lunes 6 de noviembre de 1978
Pág. 24 EL MUNDO DEPORTIVO Miércoles 8 de noviembre de 1978
No, no te preocupes. No hay revolución: no tenemos la edad suficiente, no tenemos las ganas, no tenemos el ánimo, no tenemos las motivaciones. En realidad, hoy en día todo en el ajedrez internacional (pero sólo en el ajedrez) transcurre con relativa tranquilidad. Afortunadamente. Como mucho, podremos observar algunas emociones engañosas, o algunas muecas inofensivas del amable Nakamura, o las aventuras de Kirsan Nikolaevič Iljumžinov...
En cuanto a emociones y guerrillas, evidentemente el mundo del ajedrez ya había mostrado demasiado en los años setenta. ¿Quién de nosotros, no tan joven, no recuerda el explosivo partido Spassky-Fischer de 1972 en Reikiavik? ¿Y el tira y afloja que caracterizó las eternas negociaciones entre Karpov y Korchnoi en 1978? Hasta el momento en que los relojes marcaron la hora de salida todo era posible: ¡en el último minuto cualquier cosa podía salir mal! La paciencia y la atención de la afición se pusieron a prueba en aquellos años, pero… … Pero quizá no todos saben (o recuerdan) que incluso un evento por equipos como los Juegos Olímpicos corría el riesgo de ser cancelado en la década de 1970. ¡Y saltar, precisamente, en el último minuto!
Nos referimos a las Olimpiadas de Buenos Aires de 1978. 1978 otra vez. ¿Qué pasó? Basta con leer los boletines de las agencias de noticias argentinas de aquellos días:
(DEA) – Twickenham (Gran Bretaña), sábado 14 de octubre de 1978 – rugby, el equipo argentino “Pumas” empata 13/13 con la selección inglesa en un partido amistoso.
Hasta ahora todo bien y felicitaciones a los legendarios Pumas (hoy de hecho un poco caídos). Pero sigamos adelante:
(DEA) – Argentina, 20 de octubre de 1978 – “Parece que el presidente del Comité Organizador de la 23.ª Olimpiada de Ajedrez, Rodolfo Zanlungo (54 años), ha sido secuestrado. La policía fue alertada por la esposa de Zanlungo, Elida María Spinosa. Zanlungo desapareció el 18 de octubre y, al parecer, fue secuestrado por desconocidos en su garaje. El Comité Organizador decide celebrar la Olimpiada a pesar de la desaparición de Zanlungo y nombra a Alejandro Nogués, hasta entonces Secretario General y miembro de la Federación Argentina de Ajedrez, como nuevo presidente.”
En resumen, el 18 de octubre de 1978, apenas una semana antes del inicio del evento, esta noticia había llegado como una bomba: la esposa de Zanlungo, patrón de los Juegos Olímpicos, había denunciado a la policía el secuestro de su marido por parte de los Montoneros. Según se informa, la cancelación de los Juegos Olímpicos fue una condición para la liberación del pobre hombre. ¡Y al día siguiente, parecía que un millón de dólares había desaparecido de las arcas de los organizadores!
Por cierto, en ese período también estaba previsto que se celebrara en la capital argentina (7-10 de noviembre) el 47º Congreso de la FIDE, en el que posteriormente se elegiría al islandés Friedrik Olafsson para sustituir al dimitido Max Euwe.
Pasaron algunos días. Y volvamos a los boletines de la "DEA":
(DEA) – Santa Fé (Argentina), domingo 5 de noviembre de 1978 – Rodolfo Zanlungo, presidente del comité organizador de la Olimpíada de Ajedrez que se desarrollaba en Buenos Aires, fue secuestrado el 18 de octubre. Escapó de sus captores y se presentó a la policía en San Jenaro Norte (en la provincia de Santa Fé).
Suspiro de alivio y final feliz para la historia. En el número de diciembre de “L’Italia Scacchistica” leíamos: “La solicitud de cancelación de los Juegos Olímpicos no fue aceptada y en los días siguientes se difundió la noticia de que una auditoría contable de los fondos destinados a los Juegos, un millón doscientos mil dólares, había revelado un déficit de más de un millón de dólares. La noticia, obviamente, dio pie a diversas hipótesis sobre la desaparición del Sr. Zanlungo. Pero su regreso, con evidentes signos del doloroso trato que le reservaron sus secuestradores, parece haber disipado cualquier insinuación. De hecho, el dinero no fue tocado y el Sr. Rodolfo Zanlungo logró escapar del cautiverio y, a su regreso, fue recibido con aplausos y vítores por haber escapado del peligro”.
Ahora bien, después de haber revelado esta historia de fondo que no habrá interesado a más de una docena de lectores, recordemos también a los demás que aquellas Olimpiadas vieron, después de 50 años, el éxito de Hungría, que repitió así el resultado de La Haya 1928.
Verdaderamente hermoso fue aquel equipo húngaro de 1928 (Nagy, E. Steiner, Vajda y Havasi) que se impuso a los EEUU y a Polonia (los rusos estaban ausentes), pero magnífico fue éste de 1978 (Portisch, Ribli, Sax, Adorjan, Csom, Vadasz) que se impuso por un punto (37 a 36) a la URSS (sin el campeón del mundo Karpov) y a los Estados Unidos. Portisch logró un excelente 71,4% en el primer tablero (8-4-2, una de estas dos derrotas contra Spassky), exactamente el mismo resultado logrado en el primer tablero por la estrella emergente holandesa Jan Timman. Fue quizás la Hungría más fuerte de todos los tiempos. ¿Te acuerdas de ella? ¿Tendremos que esperar otros 50 años para ver a Hungría ganar nuevamente el oro olímpico? El año 2028 no está lejos, pero hoy el movimiento ajedrecístico húngaro parece un poco extinguido, aunque no del todo como los ahora desaparecidos “Montoneros”….Ricardo Moneta
"Lamentablemente tengo recuerdos oscuros de esa Olimpíada. Todavía no tenía yo la librería, pero era un aficionado y concurría a los torneos y a otras actividades destacadas. Los militares que gobernaban por entonces era muy peligrosos. Este tipo de gobiernos siempre utilizan a los deportes como propaganda para tratar de ocultar los desastres económicos y sociales. Pocos meses antes habían organizado el Mundial de Fútbol, que fue un engaño a la población. Imagínese que antes del famoso partido Argentina 6:0 Perú, el general Videla y Henry Kissinger ‘visitaron’ el vestuario del equipo de Perú. Se dijo que los militares pactaron con los ‘subversivos’ una tregua, por la cual garantizaban que durante el torneo no se cometerían atentados.
La Olimpíada de Ajedrez 1978 se desarrolló en este contexto, ¡pero ya no había tregua! Sucedió entonces que un importante dirigente de la FADA, Rodolfo Zanlungo, fue secuestrado y se temió por su vida. Varios días después Zanlungo apareció con vida, arrojado a una zanja. Por otra parte, la Olimpíada se desarrolló en el estadio del Club Ríver Plate, debajo de las tribunas de fútbol. El lugar no era favorable y el público no podía observar las partidas adecuadamente. Estaba alejado de las zonas céntricas, en el límite de la ciudad y la provincia de Buenos Aires. Por mi parte, concurrí dos veces solamente; me sentí incómodo y no volví.
Y estos asuntos oscuros estuvieron muy cerca de que la afición del ajedrez mundial se quede sin un material muy valioso: las partidas que se disputaron en esta edición de 1978. Ocurrió un sospechoso incendio que consumió totalmente la sede de la Federación Argentina de Ajedrez. Aparentemente, con ello se intentó destruir pruebas de hechos de corrupción. Por fortuna, el encargado de editar los boletines diarios de la Olimpíada, tuvo la acertada idea de ir a buscar todas las planillas respectivas –con el objeto de publicarlas- justo dos días antes del incendio, poniendo de esta manera el material a salvo.
Respecto de este hecho tan sospechoso y sus posibilidades de investigarlo, un día el GM argentino Carlos Guimard comentó entre sus allegados la noticia que todos temían:
“Hay una orden de arriba de no investigar nada respecto del incendio”.
Pasando ahora a relatar hechos más triviales, comentamos que el choque de las culturas occidental y oriental se puso de manifiesto en un par de situaciones, que nos cuenta Luis Scalise.
La primera: un millonario de Medio Oriente quedó deslumbrado ante la belleza de una de las traductoras que trabajaban en el área organizativa de la Olimpíada. Y no se le ocurrió mejor idea que ofrecer un millón de dólares para comprarla y llevársela a su país. A tal efecto, justamente le preguntó de manera insistente a Scalise cómo tenía que hacer para hablar con el Director de la prueba, Héctor Rossetto, quizá suponiendo que como era el jefe de todo seguramente debía ser el «propietario» de la traductora. Le costó muchísimo a Scalise convencer al interlocutor que la propuesta era totalmente inaceptable.
La segunda: el equipo de Irán no pudo llegar a tiempo para el torneo, de manera que tuvo que abstenerse de participar en una competencia a la que asistía casi regularmente (con sólo tres ausencias) entre 1956 y 1976. Lo curioso fue que recién pudo volver a participar doce años después, en 1990. ¿Cuál fue el motivo de esta prolongada ausencia?: tres meses después de la olimpíada, al asumir el poder en ese país el Ayatola Khomeini toma la decisión de prohibir el ajedrez en todo el territorio iraní, por considerarlo “que es un juego diabólico que perturba la mente de quienes lo practican”. Poco antes de morir, Khomeini revocó esta absurda disposición, y en Novi Sad 1990 el país de medio oriente retoma su regular participación hasta la actualidad.
Vamos a la competencia propiamente dicha. La U.R.S.S. y Hungría fueron avanzando de manera pareja en cada una de las rondas del torneo. Luego de derrotar a Hungría por 2,5 a 1,5 en la sexta ronda, la mayor diferencia que lograron los soviéticos sobre sus rivales directos fue de dos puntos (en las rondas 7ª y 8ª). Por su parte, Hungría recién le sacó un punto de diferencia a la U.R.S.S. en la antepenúltima ronda. La que se redujo a medio punto, y finalmente se consolidó en un punto de ventaja al culminar la 14ª y última fecha. Hungría 37 – U.R.S.S. 36. Ambos lograron sus puntuaciones luego de vencer en diez matches, empatar tres y perder uno. En el caso de Hungría, la caída fue, como se dijera antes, contra la propia Unión Soviética. Y en el caso de ésta última, sólo cayó derrotada ante Alemania, en la 9ª ronda.
El equipo vencedor fue
Hungría, compuesto por Lajos Portisch, Zoltan Ribli, Gyula Sax, Andras
Adorjan, Istvan Csom y Laszlo Vadasz. | Foto: El equipo húngaro Chessbase
Completó el podio los EE. UU., logrando la medalla de bronce colectiva, tras alcanzar 35 puntos, con diez matches ganados, tres empatados y uno perdido, al igual que el campeón y el subcampeón.
En cuanto a las actuaciones individuales, de Hungría sólo el ya fallecido Gyula Sax logró una medalla de bronce, mientras que del equipo soviético Polugaievsky logró la presea de plata.
La medalla dorada al primer tablero correspondió al exsoviético, devenido en suizo, Korchnói. Un desempeño admirable, ya que venía de jugar el extenuante match por el título mundial ante Kárpov.
Y la debutante China logró una medalla plateada al segundo suplente. La hazaña correspondió a Zhang Weida. Mientras tanto, otro chino, Liu Wenshe, logró derrotar nada menos que al experimentado nerlandés Jan Donner. Ambos acontecimientos parecen anunciar al mundo “Acá esta China, y vino para quedarse”.
Como dijimos antes, en el histórico estadio de River Plate se produjo la despedida olímpica del ex campeón mundial Tigrán Petrosián, quien participó en todas las Olimpíadas que se jugaron desde 1958, menos en la de Haifa, en la que la U.R.S.S. no se presentó. Sobre estas diez intervenciones, jugó 129 partidas, ganando 78, empatando 50 y perdiendo sólo una. Rendimiento final: 79,8%. Nombre de quien osó ganarle alguna vez a este gigante: Robert Hübner, en la segunda ronda de la final de Skopie 1972.
Argentina “A” logró un modesto 20º puesto, sin resultados sorprendentes a nivel grupal. En cuanto a la actuación individual de sus integrantes, sólo merece mencionarse el triunfo de Hase sobre el islandés Fridrik Ólafsson, y el de Szmetan sobre el yugoslavo Dragoljub Velimirovic.
Argentina “B” terminó 32º, destacándose su triunfo sobre Francia en la 14ª ronda y el empate de Giardelli con Gheorghiu.
Finalizamos esta reseña con una anécdota que nos ha contado el inolvidable Sergio “Pato” Giardelli. A pesar de ser conocido como “el amigo de todos”, su relación con su compañero de equipo Gerardo Barbero no era la mejor. En momentos en que ambos se encontraban alojados y concentrados con el resto del equipo en el Hotel Savoy, se suscitó una áspera discusión que alteró de manera superlativa al Pato, hasta el punto de estar a punto de irse a las manos. Intervinieron los compañeros de equipo para tratar de separarlos y tranquilizarlos. Barbero propuso que, en vez de dirimir la discusión a trompadas, porqué no hacerlo mediante un match a partidas rápidas.
-“Está bien –contestó Giardelli- Pero tenemos que jugar por algo: el que pierde, se tira por la ventana. Y te voy a dar dos pisos de ventaja: si pierdo yo, me tiro desde donde estamos, el octavo piso. Pero si perdés vos, te permito tirarte desde el sexto”.
El match nunca se hizo. Tampoco se tiró nadie por ventana alguna.
A continuación, brindamos una crónica de primera mano proveniente de Fernando Braga, un talentoso Maestro Internacional argentino que, cansado del maltrato institucional por parte de ciertas autoridades de la FADA, optó por abandonar definitivamente el país y radicarse en Alemania. Ello también habla del clima de época.
Las cosas no puedo verlas hoy como las veía en su momento. Los años y la experiencia han ido sin duda cambiando el foco.
Lo que voy a describir, es simplemente mi visión y mi experiencia de esos años y lo que recuerdo, y no está colocado todo en un orden exacto.
Para muchos lo mejor es olvidar lo sucedido y mirar para adelante, pero así creo que nada se soluciona, esto tal vez viene de mis años en Alemania, que sin duda me han cambiado, pero es difícil pensar que el presente no está ligado al pasado especialmente cuando las cosas no se han cerrado. Esto, desde mi punto de vista, puede ayudar a conocer mejor lo sucedido y que los que han hecho las cosas mal, tengan que responder de ello, aunque ya no estén.
No sé bien de qué manera se hizo la preselección a la Olimpiada de Buenos Aires 1978. Mi nombre sabía que estaba en las quinielas previas, por así decirlo, y creo también que de acuerdo a resultados los jugadores podían estar más o menos bien elegidos.
No tuvimos entrenamiento previo, cosa que se notó y mucho luego en la competencia, no era un equipo, sino un grupo de individualidades, que de a poco nos fuimos integrando, especialmente con Sergio Giardelli y Miguel Bernat, dos personas que para mi fueron muy queridas y de mucho apoyo.
Miguel, años después, me ayudó en el magistral de Mar del Plata del 82. Era nuestra biblioteca, con su conocimiento del ajedrez clásico y con su carácter afable.
Aldo Seidler sin duda era un jugador que reunía muchas características positivas, era buen compañero, tenía una gran capacidad de lucha y le interesaba el resultado de equipo, dispuesto al igual que Sergio a arriesgar en su partida el resultado, si el equipo lo necesitaba.
Gerardo Barbero y Raúl Monier, eran buenos jugadores de torneo, pero el trabajo en equipo, no les resultó nada fácil. La lucha de egos era fuerte y ocasionó algunos problemas, tal vez manejados por los demás integrantes sin mucha madurez o experiencia. Pero en todo caso no ayudaron mucho al mejor desempeño del equipo.
En cuanto al secuestro del dirigente de la Federación un mes antes, nos creó a los jugadores más incertidumbre e inestabilidad. No ayudó, sin duda. No sabíamos siquiera si se haría la Olimpíada, o si jugaríamos y si a esto agregamos la falta de experiencia y la ansiedad lógica de un evento de tal magnitud, como también la presión de tener que responder a una historia que la argentina tenía a nivel Olímpico…era difícil y de eso me acuerdo bien.
No teníamos un conocimiento cabal de la situación argentina, como tampoco la tuvimos en el mundial de fútbol o la guerra de las Malvinas, existía una publicidad que tapaba mucho y vivíamos en una burbuja. Todo parecía “normal”, no había una experiencia internacional como para poder comparar con otros países, y a partir de ello determinar qué era lo normal.
Con respecto a la no participación de Miguel Najdorf, Oscar Panno, Raul Sanguineti y Miguel Ángel Quinteros, los mejores ajedrecistas argentinos, sin duda hoy lo veo como una barbaridad. Se había entrado en una espiral de envidias, celos o intereses, con una Federación manejada por algunas personas que querían demostrar su poder por encima de los jugadores, poner de rodillas a quienes habían escrito la historia ajedrecística de nuestro país. Debería haber sido un homenaje a ellos y a su trayectoria, acompañados por jugadores sin tanta experiencia pero que hubieran aprendido mucho de esas figuras. Pero no fue así y otra vez los egos y envidias, destrozaron por varios años al ajedrez argentino. La época oscura se había instalado en el país y en las federaciones y no tenían que ver con el bien común, sino con el poder. Se empezaron a crear una lucha de unos contra otros, si eres amigo de éste entonces eres mi enemigo.
Aldo Emilio Seidler recuerda, por su parte, que fue el capitán del equipo “B”, integrado por jugadores juveniles. En tal función, se vio obligado en cierto momento a tomar la drástica determinación de expulsar del equipo a un jugador, por inconducta deportiva. A continuación, los hechos.
En la 7ª ronda, Argentina “B” enfrenta a Noruega. En la partida de Knut Jaran Helmers vs. Barbero, en el tablero 2º, la posición era muy favorable al noruego, cuando se llega a la finalización de la primera sesión de juego. Barbero tenía una sola opción razonable, abandonar, ya que estaba muy inferior material y posicionalmente.
Pero la frustración de estar perdido, y sentir herido su ego, lo llevó a una decisión equivocada: pidió suspender la partida, una alternativa ridícula que obligaría a su rival, que además estaba engripado, a trasladarse innecesariamente para terminar de jugar un encuentro que ya estaba definido.
“Gerardo, tenés que abandonar”, le recomendó Seidler. “No. Voy a suspender”, le respondió Barbero. “Pero si suspendés, mañana tenes la obligación moral de venir a presentarte y jugar la partida”, le aclaró Seidler.
Llega la mañana siguiente, y Seidler golpea la puerta de la habitación. “Gerardo, es hora de salir para ir a continuar la partida”. Y la respuesta fue la peor: “No. No me voy a presentar” respondió con firmeza Barbero.
“No podés. Nos estás haciendo quedar muy mal a todos”, afirmó el capitán, fastidiado. Pero no hubo vuelta atrás. Barbero hizo molestar a su rival para que, estando totalmente ganado, se traslade innecesariamente a la sala de juego, y además tenga que esperar una hora hasta que su rival pierda por tiempo. Y con una agravante: Helmers, como dijimos, estaba engripado, y tuvo que levantarse de la cama para cumplir un trámite que podría haberse evitado.
Esta situación, unida a que el carácter de Barbero había creado un clima tenso también en otros momentos, determinó que Seidler decida dar de baja al jugador, aún con lo que significa la desventaja de contar con un jugador menos en el equipo.
Sobre la organización de la Olimpiada de Buenos Aires de 1978, Anthony Miles fue muy crítico: “De lejos lo más memorable del evento fue la organización. Al llegar nos enteramos de que el organizador había sido ‘secuestrado’. Luego quedó claro que esto fue lo único adecuado que hizo durante el torneo”.
Es una broma ingeniosa, pero el desenlace pudo haber sido trágico considerando que en 1978 había una dictadura. Efectivamente, fue secuestrado, muy posiblemente por uno de los servicios de inteligencia de las fuerzas armadas que lo creían responsable de robar mucho dinero de la organización. Al comprobar que había que buscar más de cerca para encontrar a los autores y que el organizador no tenía culpa, este fue liberado, y pudo irse a México.
Más gente criticó la sede de juego (el club River Plate), por la mala ventilación, el ruido de un campo de tiro cercano, (exagerando mucho, se llegó a creer que se escuchaban ejecuciones), por la lejanía de los hoteles de la sede de juego, etc.
Esto último era importante, pues en esa época las partidas se suspendían, y la hora de reanudación era las 8.00 h, por lo que el tener partidas suspendidas reducía las horas de sueño drásticamente. Y después muchos debían jugar la partida de la tarde.
Kavalek escribió en su magnífico libro Life at Play: “[El equipo de Estados Unidos] llegó a Buenos Aires a defender el oro, pero el recepcionista del hotel no estaba impresionado”. Y añadió: “Nuestras habitaciones habían sido dadas a los soviéticos. Como era habitual, los soviéticos llevaron un contingente de agentes de la KGB y necesitaban habitaciones extra. El director del hotel se disculpó, pero no había nada que hacer salvo esperar”.
Habría que acotar que el hotel era el Sheraton, que los vigentes campeones olímpicos exigieron como hospedaje, rechazando el asignado por la organización, y amenazando con retirarse si este hotel no los alojaba.
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